sábado, 15 de agosto de 2020

Un día especial: la visita a la Feria del Libro 2016

Alexa Lizeth Medina Rentería

 

La feria del libro de la UABC tuvo lugar, como todos los años, en la universidad, por la calzada Benito Juárez.

Estaba el día caluroso, típico de Mexicali. Pero ese día caluroso era especial para mí, porque iría a la famosa feria del libro por primera vez en mi vida. No recuerdo si fue a finales de marzo o a principios de abril de 2016.

Nos sentíamos emocionados, a punto de salir de la escuela para dirigirnos a la universidad.

Puede ser que muchos de mis compañeros solo hayan querido salir del instituto y perder clase, pero para mí no era así, para nada, en lo absoluto. Ellos son lo suficientemente desafortunados para no conocer el verdadero valor de un libro, que tanto puede significar para ti.

Únicamente íbamos mi grupo y unos cuantos tutores en ese recorrido, ya que mis compañeros de primero B habían acudido unos días antes.

Cuando nos avisaron que los autobuses se encontraban listos y los profesores empezaron a señalarnos que subiéramos, todo primero A empezó a llenarlos. No eran los normales, amarillos, malolientes autobuses. Tampoco eran aquellos con televisión, refrigeración y sillas extremadamente cómodas. Eran como un punto medio, y eso estaba perfecto para mí.

Mis compañeros ocuparon aquellos asientos rojos reclinables; junto a ellos, ventanas con cortinas, y encima, un techo color grisáceo.

El viaje fue, en mi opinión, bastante largo. Muchos de nosotros éramos incapaces de esperar para llegar a la feria del libro.

 

Llegada

Entramos a la UABC, un lugar con el que no era para nada familiar, habiendo estado ahí alrededor de dos veces en mi corta vida.

El pasto y los árboles tenían un hermoso color verde, aquel verde brillante que ya no se puede apreciar actualmente.

Caminamos por todos lados por un rato, apreciando a niños, adolescentes y adultos deambulando por ahí. Tratamos de entrar a la famosa biblioteca, pero había demasiadas personas en ese momento.

Esperamos afuera por alrededor de quince minutos, guiados por los profesores que nos habían acompañado: Martha Andrade, Luis Carlos Chávez y Cecilia Urbalejo, admirando la flora bien cuidada.

Cuando por fin logramos ingresar, admiramos el hermoso mural, lleno de colores y figuras. Hay muchas cosas que no recuerdo de ese día, pero definitivamente qué tan grande es esa obra. Llena de colores (azules, verdes, marrones) y figuras de todo tipo (bailarinas, máscaras de teatro, el Hombre de Vitruvio).

A ese punto, yo podía notar cómo mis compañeros se estaban aburriendo, volviéndose más y más desinteresados conforme el tiempo pasaba.

Lamentablemente, como ya he mencionado, no recuerdo mucho de ese recorrido.

Salimos de la biblioteca y nos dirigimos a otro edificio cerca de ahí, dirigiéndonos a una sala con varias sillas para diversas escuelas. Encontramos nuestros lugares y nos sentamos, esperando el discurso que estaba apunto de dar el tallerista Feli Dávalos, escritor y creador del programa de radio de hip-hop de la Universidad Iberoamericana.

En ese entonces, no me importaba mucho ni conocía para nada el trabajo de Feli Dávalos, y tal vez lo hubiera logrado si tan sólo hubiera puesto un poco de atención a sus palabras. Pero no lo hice.

Cuando la presentación había terminado, nuestros tutores nos llevaron a una habitación en donde tendríamos la oportunidad de hablar en una estación radiofónica no muy conocida, dirigida por alumnos de la UABC. Muchos de mis compañeros aprovecharon la oportunidad de participar en la radio, algunos gastándola con tonterías. Yo no quise decir nada.

 

Tiempo libre

Y, por fin, el momento que estaba esperando con ansias, el momento en el que podría andar por la feria del libro sin supervisión, sin ningún adulto. ¡Tiempo libre! 

Empezamos a caminar por ahí, en grupos pequeños, observando los puestos.

Se me hizo algo extraño ver tanta variedad de objetos. Había joyería, discos, pósters, instrumentos, amuletos, entre muchas otras cosas.

Cuando mis amigas y yo nos detuvimos en un puesto, debí de haber perdido la noción del tiempo, ya que me encontré a mí misma sola.

El pánico me recorrió el cuerpo por unos instantes, mezclado con un extraño sentimiento de libertad. Me tomó unos momentos recuperar la compostura y darme cuenta de que estar sola en esta situación era para lo mejor. Podía recorrer todo el lugar sin contenerme y, eventualmente, me toparía con algún niño de mi salón.

Después de diez minutos hallé a otras compañeras. Todas juntas, decidimos salir, todo el movimiento y el sonido sofocándonos. Afuera había puestos de comida, helados, paletas de nieve, etcétera.

Eventualmente, volvimos a entrar. Dándome cuenta de que el tiempo libre que nos habían dado casi terminaba, me separé de mis amigas y di con el libro que quería comprar desde el inicio: The Mark of Athena.

 

Salida

Cuando todos regresamos al punto de encuentro, decidimos que era hora de irnos.

Todos volvimos a subir a ese autobús, a sentarnos de nuevo en esos asientos rojos, exhaustos tras un largo día, aunque sólo hubieran sido alrededor de dos horas.

Arribamos a la escuela, la emoción terminándose para volver a nuestras clases normales.

 (Segundo grado de secundaria, 2017)