domingo, 30 de mayo de 2021

Complicaciones

Anette Naomi Gutiérrez Barraza


A finales del mes de abril de 2020 el profesor Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar nos indicó que leyéramos algunos guiones teatrales para después representar una obra con títeres. Este proyecto fue inesperado, debido a que antes de la cuarentena pensábamos que haríamos una obra con actores, pero por la suspensión de clases presenciales se tuvo que cambiar.

Un día después de que el profesor nos pidiera leer los libretos decidí escoger, de entre todos las que había, Familia metalera, de César Ramírez Villarino. Luego de elegirlo anoté su título en la tarea asignada en Classroom.

Comencé a pensar cómo quería que fueran mis títeres; consideré imprimirlos, pero después me di cuenta de que se había acabado la tinta, así que opté por ser creativa y hacerlos con calcetas y utilizar varios productos de manualidades de mi madre.

Para el primero y el segundo video de elaboración de materiales decidí empezar con los títeres. Para los padres escogí dos calcetas negras, ya que son personas a las que les gusta el metal; para Metallica tomé una calceta azul rey y para Nirvana una blanca, pues ella es diferente a toda su familia. A las dos hermanas les hice una falda con tul negro, de modo que se notara la diferencia.

Cuando se llegó el momento del tercer video debí fabricar el teatrino. Aproveché una caja que no utilizábamos y tomé las pinturas que pensé que podría necesitar. En la grabación duré casi toda la tarde, ya que la pintura se tenía que secar; además se me presentaron problemas con el almacenamiento del celular. Pero al final pude terminar el teatrino, hacer la grabación completa y enviar el archivo.

El día 10 de mayo era la entrega del video correspondiente al primer ensayo. Empecé a grabar un día antes, para no tener que hacer todo a última momento. Antes de iniciar ensayé varias veces el guion, con el fin de no trabarme e ir familiarizándome con él. Después de media hora comencé la grabación. Leí el libreto dos veces frente a la cámara, luego transferí los archivos a la computadora. En esto tuve algunas complicaciones, pues uno de los videos duraba siete minutos y no se quería pasar, así que utilicé una aplicación. Tardó dos horas el proceso; lo bueno era que ya había editado todo y solo faltaba ese archivo.

Al cargar el video a Classroom me di cuenta de que no estaba avanzando mucho y tuve que esperar y estar pendiente, desde las 5:30 de la tarde hasta las 1:20 de la mañana, para poder enviarlo. A partir de entonces decidí que grabaría dos días antes de las fechas de entrega, con el fin de editar el mismo día y subir el siguiente; así no estaría preocupada porque tardaran en cargarse los archivos.

El próximo video fue el de ensayos con movimientos. Para este tuve que acomodar el teatrino y comencé a ensayar con los títeres antes de empezar a grabar. También debí elaborar la escenografía; pensé en hacerla de fomi y fieltro y pegarla en la parte de atrás del escenario. En esta ocasión me di cuenta de que era complicado mover cuatro títeres y hacer cuatro voces distintas, pero lo logré.

El día 20 de mayo era la entrega del segundo video de movimientos y fue un poco más fácil, ya que tenía mayor práctica. Esta vez me di cuenta de que casi no se veía la escenografía porque los títeres la tapaban. Entonces, utilicé unas cajas de accesorios para los sillones y los forré de tela negra. Las camas las elaboré con libretas; la de los padres la forré de negro y la de Nirvana de morado. Para la bocina del cuarto de esta última hice la forma con fieltro y la pegué en una tapadera de mi base, de modo que no se notara y estuviera parada.

El 24 de mayo se enviaría el video de ensayos de ritmo. Este se me complicó, ya que no se podían hacer cortes, por lo que decidí grabar con la computadora y así no tardar en pasarlo. Terminé de editarlo y lo comencé a cargar a Classroom por la noche, para que se cargara mientras yo dormía; se terminó de subir a las 6:30 de la mañana.

Tres días más tarde se entregaría el video del ensayo final. Empecé la grabación un día después de haber hecho el envío anterior. Previamente practiqué tres veces, para poder grabar. Fue complicado, ya que se me olvidaban algunos parlamentos y confundía los títeres, pero al final salió uno bien.

El último video fue el más complicado y estresante, pues debía resultar sin equivocaciones al pronunciar los diálogos y hacer las voces. Tuve que grabar más de tres veces, hasta que todo quedó bien y entregué el archivo.

En realidad, disfruté algunas cosas de hacer los títeres y el teatrino. También me gustó recordar lo que se siente participar en una representación teatral, aunque es un poco diferente. 

La verdad, hubiera preferido montar una obra y presentarla delante de todos mis compañeros, ya que así te quedan lindos recuerdos con ellos, pero no se pudo. Estoy satisfecha y siento que aprendí demasiado de todo esto.


(Cuarto semestre de preparatoria, 2020).

sábado, 29 de mayo de 2021

Crónica de una obra de títeres inigualable

Annette Fernanda González Cota


Desde el día en el que nuestro profesor Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar nos dio a escoger una obra para realizarla con muñecos, supuse que el montaje sería difícil, debido a las circunstancias en las que nos presentamos este año de 2020. 

Fue el 3 de abril cuando nos informó qué haríamos en el último periodo del curso de Literatura. Quedé bastante asombrada, ya que, la verdad, nunca había montado una obra teatral de títeres, pero me intrigaba mucho la idea. 

Al saber de este proyecto, comencé a tener ideas sobre cómo lo iba a realizar. Escogí mi propio guion, para así no tener tantas dificultades con las líneas al momento de actuar frente a la cámara. Me sentía muy emocionada por el proyecto que llevaríamos a cabo y de cómo iríamos avanzando a lo largo de la preparación.

Me ponía bastante nerviosa el hecho de que trabajaría sola, porque el usar bastantes personajes con solo dos manos es muy complicado, pero sabía que, si ponía todo mi esfuerzo, sacaría el proyecto adelante, con un excelente resultado del cual estaría muy satisfecha.

Las primeras ideas que tuve al inicio de este trabajo fueron respecto a la forma y los materiales con los que haría un teatrino. Usé lo que tenía aquí en casa, debido a que no podía darme el lujo de salir a comprar nada nuevo.

Para el teatrino utilicé una caja de cartón que estaba ya forrada de color azul; también, pliegos de papel de china para las cortinas del escenario. En la escenografía reutilicé papeles de colores, que después corté y coloqué en el fondo del teatrino, el cual estaba forrado con papel negro para que diera un enfoque de luz apto al momento de grabar.

Mis primeros títeres fueron de papel, los cuales pegué a unos palitos de paleta hechos con madera. Decidí hacer los muñecos de esa forma porque la consideraba más efectiva y sencilla. En mi obra aparecen cuatro personajes; entonces, al hacerlos así resultaría menos complicado sostenerlos.

En mi primer ensayo no hubo muchas complicaciones, ya que era a la italiana, es decir que solo se requería modular la voz. Lo más complicado al grabar fue que en mi casa había mucho ruido.

El siguiente ensayo que nos indicó el profesor era de movimientos, el cual requería que usara los títeres dentro del teatrino. En este video sí tuve bastantes dificultades, porque no sabía de qué manera iba a sostener mis cuatro personajes y a la vez la escenografía. Honestamente, fue estresante. Pero al fin pude solucionarlo: usé ambas manos y tuve la magnífica idea de pegar toda la escenografía en el fondo del teatrino, para que fuera más sencillo sostener los títeres y enfocarme en sus movimientos al momento de actuar con ellos.

Estos ensayos continuaron hasta que aprendí de memoria el guion. A pesar de que fue pesado y cansado grabar cada vez que me equivocaba gravemente, lo logré.

Los siguientes videos de ensayo que se nos pidieron fueron los de ritmo. Se trataba de grabar la obra de corrido, es decir, sin cortes en cada escena. Cuando recibí la noticia me sentí abrumada, ya que en los ensayos pasados si se podía cortar en cambios de escena y podían ocurrir algunos errores no tan graves. En fin, esta fue una actividad bastante desesperante y laboriosa para mí; en el espacio donde grababa siempre había mucho ruido y mi mascota molestaba a cada rato. De tantos intentos, pude concluir el video de ritmo con algunos pequeños errores. 

Llegó el día cuando realizaríamos el ensayo final. En ese video harías la prueba de cómo se vería tu obra al ser subida; no podrían ocurrir tantos errores, mucho menos graves. La verdad, eso me puso bastante nerviosa, porque quería que mi representación fuera la mejor, para así yo quedar satisfecha con mi trabajo. 

A último minuto le pedí a mi mamá que me ayudara con la cámara, pero ocurrió lo siguiente: al momento de yo hacer las modulaciones ella se reía y yo lo hacía también. En fin, había mucha carcajada, y de tanto se me caían los títeres y no me concentraba en las líneas. Sin importar las risas, por fin pude grabar el video perfectamente.

Me sentía bastante complacida con mi trabajo. Cuando lo edité, revisé que el sonido fuera adecuado y que la imagen se apreciara con claridad.

El profesor Carlos finalmente nos pidió un video de escenificación, en el que se debería representar la obra sin errores. Lo vi como una oportunidad de hacerles unos arreglos a los títeres y al teatrino.

Nuevamente le pedí ayuda a mi mamá para grabar. Como ya había realizado varios ensayos, me fue sencillo actuar esta última vez. Me sorprendí mucho, ya que el segundo intento salió a la perfección.

Estaba muy nerviosa al mandar el video, pues sería visto por todos mis compañeros en algún momento. Pero quedé satisfecha con el resultado; solo esperaba sorprender a mi profesor.

En mi opinión, este proyecto inesperado fue un poco complicado, pero aprendí nuevas cosas, como el actuar con títeres desde casa. Agradezco a nuestro profesor de literatura, Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar, por brindarnos la oportunidad de esta experiencia tan bonita y nueva para mí, que me permitió aprender de ella.


(Cuarto semestre de preparatoria, 2020).

viernes, 28 de mayo de 2021

Aprendiendo nuevas formas de trabajo

Diego Ginera Lastra


La obra que yo elegí para montar en el proyecto de teatro con títeres de Literatura (abril-mayo de 2020) se titula Domingo siete, del autor Fernando Adrián López Quintana. Primero que nada, me gustaría explicar cómo fue que elegí este guion y cuál fue la razón o el motivo por el cual tomé esa decisión. Seleccioné esta obra porque me pareció que tiene una trama enfocada a mi edad y, por consiguiente, a la etapa en la que estoy, que es la adolescencia; por tanto, me fue más empático trabajarla y comprenderla.

Aparte de lo anteriormente mencionado, considero que sus dos temas principales (los embarazos no deseados y las fiestas de adolescentes) son de los asuntos más comunes y escuchados en la actualidad, y en la obra se retratan de una manera muy dramática y fácil de entender.

Al adentrarme investigando sobre los orígenes de ambos temas, descubrí que los embarazos no deseados tienen una alta tasa en el mundo. Saber esta información me permitió darme cuenta de la gravedad e irresponsabilidad que existe en relación a este tema y me ayudó a identificar el tipo y nivel de dramatismo que tenía que darle a la obra.

Por otro lado, están las fiestas de adolescentes, que a mi parecer van de la mano con el primer tema, porque son unas de las principales causantes de los embarazos, debido a la intensidad y locura que tienen.

Ya que expliqué por qué elegí la obra, quisiera contar cómo fue la elaboración de los materiales y el proceso de montaje. Lo primero no fue tan difícil, porque para ello utilicé únicamente calcetines y cartón de papel de baño. Para los personajes femeninos (Ariadna, Isabela y la madre de Ariadna) usé calcetines y los decoré con ojos de fomi y cabello de estambre. Para los varones (Alejandro y Arturo) empleé los cartones de papel de baño y los pinté de tal manera que simularan rostros.

En el caso del teatrino tuve la fortuna de ya contar con uno de juguete y solo fue cuestión de adaptarlo para colocar en él los diferentes escenarios de la obra. Así, lo reutilicé. 

Una vez que tuve todos los diálogos memorizados, debí ensayar muchas veces para lograr expresar correctamente las emociones y sentimientos de los personajes. Los primeros días me equivocaba con frecuencia en errores como: introducir el títere equivocado, decir el parlamento incorrecto o colocar un escenario que no era el indicado para esa escena. Pero conforme pasaba el tiempo y practicaba más logré enmendar estos errores, ya que en cada ensayo ganaba mayor experiencia aprendiendo de mis equivocaciones.

En una de las cosas que sí me esforcé mucho fue en la caracterización y modulación de la voz, pues pretendía que el público pudiera imaginarse al personaje de acuerdo con la voz que estaba produciendo. 

Teniendo estos aspectos muy bien afinados, me fue posible llegar a un muy buen resultado final, y, por ello, a una muy buena escenificación de la obra.

En la puesta en escena honestamente estuve nervioso, porque tenía la inquietud y presión de que me debía salir muy bien, ya que era mi entrega final del proyecto. Entonces, después de varias tomas fallidas, decidí relajarme un poco y, por consiguiente, pude concentrarme más y hacer las cosas mejor. Al terminar de grabar me sentí muy aliviado y satisfecho con el resultado, ya que me di cuenta de que había hecho un muy buen trabajo.

En lo personal me gustó mucho interpretar esta obra, porque, como dije anteriormente, me sentí muy identificado con los temas que trata, pues son propios de mi edad. También me agradó mucho lo referente a los títeres, ya que nunca había realizado un proyecto con este tipo de materiales; me pareció muy divertido controlarlos y hacer sus voces.

Por último, no me queda más que agradecer a mi profesor, Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar, por habernos permitido participar en este tipo de proyecto y, a la par, brindarnos la oportunidad de aprender nuevas formas de trabajo.


Cuarto semestre de preparatoria, 2020.

Cuarentena y... ¿títeres?

Paola del Carmen Gil Salazar


Sin duda 2020 ha sido un año lleno de sorpresas, en especial para los estudiantes del mundo; esto principalmente debido a la contingencia que estamos viviendo. A mitad de marzo nos fue avisado a todos los alumnos del Instituto Salvatierra que llevaríamos a cabo una cuarentena obligatoria y comenzaríamos a estudiar en línea desde casa, por lo que muchos de nuestros trabajos más importantes del semestre serían suspendidos, entre ellos las obras teatrales, que eran presentadas todos los años por alumnos de cuarto semestre de la preparatoria. 

Sin embargo, por obvias razones los proyectos tendrían que ser reemplazados, y así fue como se presentó la oportunidad de escenificar con títeres. La verdad es que en un principio la idea me agradó mucho, pues creí que sería mucho más fácil.

El guion que yo decidí montar fue Familia metalera, de César Ramírez Villarino. Las razones por las cuales lo escogí fueron que tiene pocas páginas, solamente son cuatro sus personajes y, además, es una obra bastante cómica y familiar, apta para cualquier público. 

Para la escenificación se nos pidió que creáramos un teatrino y títeres con materiales que ya tuviéramos en casa. Mi primer avance del trabajo debía ser enviado para finales del mes de abril. Creé el teatrino a partir de una caja de cartón; la pegué bien –pues estaba algo vieja– y decidí cortar la tapa y la parte de abajo para poder introducir mis manos con los títeres. Además, la pinté de negro y le agregué una decoración en la parte de enfrente. 

Respecto a los títeres, opté por hacerlos de dedo, pues en Familia metalera hay varias escenas donde aparecen los cuatro personajes juntos, y simplemente, por ahorrarme la edición del guion –pues se nos dio la oportunidad de quitar escenas y omitir personajes–, decidí elaborarlos todos. Esto me trajo problemas después, ya que la modulación de las voces fue muy complicada, más que nada porque tenía que hacer voces de un hombre, una mujer, una joven y una chica adolescente.

Pero ese no fue el único inconveniente que tuve con los muñecos. Como mencioné antes, pinté mi teatrino de negro, pero, siendo una familia metalera, no tomé en cuenta que la Mamá y el Papá Hardcore visten completamente de ese color, por lo que en varias ocasiones estos parecían fundirse con el fondo.

Las primeras prácticas fueron bastante simples: la lectura del guion con la entonación de las voces (llamados ensayos a la italiana) y algunos ensayos con los títeres y el teatrino. 

El primer ensayo (a la italiana) lo enviamos a inicios de mayo. Me pareció sencillo, pues había un gran margen de error. El único problema difícil que tuve, en un inicio, fue la colocación de teatrino, pues yo había hecho un orificio en la parte inferior de la caja, por lo que debía situarme debajo de esta; pero me costó mucho trabajo encontrar un buen lugar donde ubicar mi teatrino. 

Con el seguimiento de los ensayos fui encontrando nuevos problemas, por ejemplo, la distribución de la escenografía. En un inicio creí que lo mejor sería disponer las tres escenas dentro del teatrino, como si fuese un solo cuadro; mas, con el pasar de los días, me di cuenta de que se veía muy reducido y los títeres tapaban la escenografía. Por lo tanto, al final terminé volviendo a elaborar cada escenografía y cambiándola de acuerdo a la escena correspondiente.

Otra de las dificultades que tuve fue que los títeres se me caían con facilidad y durante la grabación de los ensayos se volteaban ligeramente; por lo tanto, no quedaban de frente al público. Me pasaba esto en las escenas en que tenía más muñecos en una sola mano, por lo que no era sencillo acomodarlos.

El día de la escenificación de la obra fue el 29 de mayo. Había decidido grabarla por la noche, pues quería usar una lámpara que enfocara su luz solo en el teatrino, como si fuese una presentación real y profesional. Sin embargo, me costó mucho la grabación; me puse muy nerviosa, comencé a olvidar varios de los diálogos, la modulación de las voces era muy mala. Llegué a un punto donde estaba tan molesta que sabía que no me iba a quedar bien. Tuve que distraerme un rato y comenzar de nuevo posteriormente. Y, aunque no fue la mejor escenificación teatral, considero que resultó muy aceptable para ser la primera vez.

¿Volvería a escenificar un guion teatral con títeres? La verdad es que no.

Sin embargo, me alegra mucho haber tenido esta experiencia. Me siento muy agradecida por todo lo que pude aprender y creo que es de las cosas más interesantes y graciosas que podré contar que hice durante mi cuarentena, a pesar de que fue un trabajo difícil. 


Cuarto semestre de preparatoria (2020).

Buena actitud ante cualquier virus

Liliana Gallegos González


El año pasado (2019), el profesor Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar nos invitó a observar las obras de sus alumnos de cuarto semestre, que prepararon con mucho esfuerzo, a partir de los que él consideró los mejores guiones para montarlos en el aula magna de nuestra escuela.

Ahora era nuestro turno de crear nuestras compañías teatrales con la finalidad de representar obras propias o de algún otro estudiante. Pero todos los planes se cancelaron porque inició la cuarentena por el covid-19. La situación completa era incierta, no sabíamos qué iba a suceder, hasta que el maestro Carlos, el 27 de mayo, nos platicó acerca de las modificaciones sobre el trabajo: tendríamos que representar una obra teatral de títeres. 

Mis compañeros y yo estábamos sorprendidos. Pero pensé que era una excelente idea para vivir la experiencia, porque sería la oportunidad adecuada que nos permitiría poner a volar nuestra imaginación con todos los detalles de los materiales que se necesitaban para llevar a cabo la obra.

Me di a la tarea de revisar cada una de las propuestas que nos presentó el profesor. La obra Familia metalera, escrita por César Ramírez Villarino, me parecía una gran opción. El guion era bastante divertido, así que, después de pensar en todas las opciones con las que contaba, decidí escogerlo. Sabía que necesitaría la ayuda de mi mamá, ya que aparecían hasta cuatro personajes en escena.

Al comienzo pensé que sería demasiado fácil. Al ser la primera vez que presentaba una obra cómo titiritera no sabía a qué me estaba enfrentando. Solo había tenido una experiencia en una obra de teatro en segundo de secundaria, pero sin muñecos de ningún tipo. 

Empecé a buscar en mi casa los materiales para iniciar con el teatrino y después con mis títeres. No tenía muchos recursos, así que procuré el modo más fácil de producirlos con los que tenía.

Luego de tres días, llegó el momento de elaborar mi teatrino. Después de hurgar exhaustivamente por todos los rincones, hallé varias cosas que me servirían perfectamente. Hice las mediciones correspondientes para la escenografía, de modo que mis títeres se pudieran observar bien. Utilicé una caja de cartón, pintura negra, tijeras, regla y silicón. El video correspondiente lo grabé temprano, con el fin de que se secara la pintura. 

El modo más sencillo para crear los títeres era hacerlos de papel, debido a que así son muy fáciles de fabricar y manipular. En internet encontré imágenes que coincidían con las características de cada uno de los personajes. El proceso fue muy rápido: recorté todas las imágenes, las pinté y las pegué en los palitos de madera.

El 11 de mayo fue el primer ensayo y el más simple: solo tenía que leer la obra para empezar a familiarizarme con ella. Intenté hacer los cambios de voz para que se notara que hay un hombre en la obra. Aquí aún no estaba nerviosa, pero venía a mi mente que pronto debería practicar sin ver el guion y manipulando los títeres. Luego de grabar la lectura en dos ocasiones, edité el video y lo envié por Classroom.

Para aprenderme el guion más rápido lo tuve que estar ensayando casi a diario. A veces lo hacía por la mañana o antes de irme a dormir. Una de las partes más complicadas fue lograr que mi voz se escuchara lo más similar a una voz masculina.

Los ensayos de movimientos los llevé a cabo cuatro días después del primer ensayo. No fueron difíciles, pero tampoco tan sencillos como había imaginado. Coloqué mi teatrino en el borde de la mesa y lo pegué con cinta, para evitar que se cayera. En total fueron tres ensayos de movimientos y poco a poco comencé a tener más agilidad con el manejo de los títeres.

Ahora debía grabar los ensayos de ritmo, en los que tuve que manipular los muñecos y no recurrir al guion, además de hacerlo sin interrupciones. Repetí varias veces las grabaciones porque cometía errores que perjudicarían mi calificación. Aunque, de igual modo, hubo muchos momentos de diversión cuando practicaba, por los diálogos o algún movimiento erróneo.

A lo largo de los ensayos se me presentaron varias dificultades para manipular de manera correcta los títeres. Además, mis vecinos ponían música alta, que podía escucharse en alguna parte del video o me distraía de forma constante. 

En el ensayo final, antes de encender mi cámara practiqué la obra una última vez, para que saliera lo mejor posible, aunque a veces se me olvidaban algunos diálogos o me tardaba en cambiar la escenografía. Varios intentos más tarde, quedé satisfecha con el resultado y lo entregué.

Los nervios se hicieron presentes el 29 de mayo. Tras varias semanas, llegó la fecha en que demostré todo lo que me había esforzado para representar la obra Familia metalera. Fue un día lleno de emociones, porque me encontraba nerviosa, pero también muy estresada, para poder cumplir con todos los requisitos de la entrega.

Sin duda este fue un reto diferente, pero con un aprendizaje muy completo y me divertí mucho en el proceso. No lo olvidaré. Todo el esfuerzo valió la pena y terminó con un resultado exitoso.


Cuarto semestre de preparatoria, 2020.


La tragicomedia de una titiritera

Dalia Angélica Fincke Miramón


Siempre he sido gran amante del teatro. Cuando estuve pequeña llegué a formar parte de una compañía teatral y presentamos varias obras en muchos lugares, teniendo como audiencia a bastante gente.

Recién entré a cuarto semestre de preparatoria me encontraba genuinamente emocionada por volver a realizar un montaje teatral en la escuela. Anteriormente, había tenido como proyecto escolar, de segundo grado de secundaria, ser directora de una obra.

En esta ocasión me interesaba volver a desempeñar un papel como actriz, en vez de estar a cargo de la dirección. Este año montaríamos la obra mis amigas y yo. Claro, yo ya daba por seguro que ofreceríamos un gran espectáculo.

Desafortunadamente, muchos no esperábamos que llegara una pandemia ocasionada por el Covid-19. Esto ocasionó que los maestros necesitaran adaptar todas las clases y trabajos a un formato de escuela en línea. Mi profesor de Literatura ajustó el proyecto de representación teatral a una obra de títeres.

A la hora de elegir el guion con el que iba a trabajar decidí escoger Familia metalera, de César Ramírez Villarino. Esta obra la conozco desde que estaba en secundaria, ya que era parte de mi antología de Español II. Siempre me pareció una historia graciosa, con un desarrollo espontáneo, ameno y muy acorde al humor de los tiempos actuales.

Enseguida, del 29 de abril de 2020 al 2 de mayo me dediqué a la elaboración del teatrino. No mentiré: el primero que hice fue un asco; a pesar de haber visto suficientes videos con diferentes estructuras de teatrinos, me quise ir por el camino sencillo y lógico en mi cabeza, pero solo resultó un fiasco. “¡Genial decisión, Angélica!” repetía mi consciencia atacándome una y otra vez. Al tener una videollamada con mi amiga Dariela ella me enseñó su teatrino (¡vamos, una genialidad lo que realizó!) y me pidió que le mostrara el mío. Con mucha vergüenza le dije que no quería; yo sentía que hasta mi gato, que no tiene pulgares, lo pudo haber elaborado mejor que yo.

No podía quedarme siendo una burla para mí misma, así que el 4 de mayo empecé a trabajar en mi nuevo teatrino. Siendo eco-friendly (porque estamos a nada de quedarnos sin un mundo, hay que dejar de ser un malgasto de oxígeno y este es un recordatorio para que todos reciclen) utilicé cajas de cartón que me encontré en un rincón de mi casa. Quedó muchísimo mejor, yo diría que decente el muchachito. Le hice un marco y lo decoré con fomi azul con brillantina. 

Ese mismo día empecé a creerme Frankenstein y crear vida horrible. ¡Exacto! Me refiero a mis títeres. En fin, ¿qué puedo decir? Pandemia. Obvio, no pude salir por materiales, así que tuve que utilizar como cuerpo unos palitos abatelenguas de cuando mi mamá era representante médica; como las cabezas, tapas y bolas de pig pong; como cabello, estambre y, como ropa, restos de fomi y tela.

El día 10 de mayo hice el ensayo a la italiana. Al terminar fui corriendo por agua, una sensación no tan agradable, pero el aprendizaje sí lo fue. Entre el 15 y el 27 de mayo fue una verdadera catarsis para mí. Ese lapso de días (que fueron ensayos de movimientos y de ritmo) se puede resumir en una sola palabra: horror. Parecía chiste que siempre me sucedía algo relacionado con este proyecto. Se me borraron clips de los ensayos que tenía que subir a Classroom, el internet era muy lento y se mandaban algunas cosas tarde, debí pasar cuarentena en otra casa donde no tenía propiamente mi espacio para poder grabar (así que trataba de acomodarme como fuera), tuve trabajos de otras materias... ¡muchísimas cosas! Yo sólo quería gritar: ¡Llévame ya, Dios, o lo que sea que esté afuera! (Ojo, para que yo exprese esto, siendo atea, es mucho qué decir, ¿no lo creen?).

Gracias a Dios (espero que entiendan mi chiste), para el video del último ensayo yo ya estaba en mi casa. Ese 29 de mayo fue el antecesor del gran día. El 30 me preparé, acomodé mi teatrino, mi celular (con calidad horrible) como cámara y mis nervios enterrados para poder recitar los diálogos de la mejor manera. 

Terminó la grabación, se cerró el telón imaginario y ese hermoso día finalizó por fin esta tragicomedia de una titiritera.


Cuarto semestre de preparatoria, 2020.

jueves, 27 de mayo de 2021

Abrazos y lágrimas durante una pandemia

Luna Reneé Camacho


El proceso de selección de la obra que montaría con títeres en la clase de literatura fue bastante sencillo. El profesor Carlos Gutiérrez mandó una lista con algunos guiones teatrales de alumnos de semestres pasados y del nuestro. Elegí el que escribió Jéssica Galaz, titulado Abrazos y lágrimas. Trata de una adolescente que acaba de perder a su madre. Una noche sueña con ella y esto la vuelve un poco más fuerte, así que mira todo desde una perspectiva diferente, esperando algún día reencontrarse con quien le dio la vida. El libreto consta de cuatro escenas con una misma escenografía.

Escenificar una obra de teatro es más fácil que adaptar todo a un montaje con títeres. Sin embargo, al momento de crear el teatrino me emocioné, pues ya sabía exactamente cómo lo iba a hacer. Busqué en mi casa cajas de cartón que pudiese reutilizar, diamantina, algo que se pareciera a cortinas, entre otros materiales, para producirlo. 

Comencé recortando la parte de enfrente, dejando un marco; toda la parte trasera la quité y una de sus bases la corté por la mitad. En una hoja negra dibujé las máscaras de drama (una triste y una feliz) con plumón plateado; en la parte a la que quité la cara completa de la caja pegué pequeñas cortinas que tomé de un juguete, puse diamantina roja en todo el marco y las máscaras las coloqué en el centro. De esta forma terminé la primera parte de mi teatrino.

Una vez elaborado este, volví a leer el guion para saber qué escenografía usar durante toda la obra. La autora especificó que es un cuarto con una simple cama, un escritorio con libros, una laptop y un cuadro; también incluye una silla. Debido a que este proyecto se realizó durante la pandemia, no pude salir a conseguir lo necesario, así que opté por usar juguetes y hacer la laptop, los libros y el cuadro de una caja de zapatos. 

Todo el proceso de elaboración de los materiales se tuvo que grabar como evidencia y mandar el video al profesor. Debido a que no hice mucho para la escenografía, simplemente en la grabación mostré los juguetes y los puse en donde debían ir dentro del teatrino; por igual, mostré cómo hacía los libros y demás con la caja de zapatos. 

En el último video de evidencia mostré la selección de personajes. ¡Y vaya que fue difícil encontrar algo que pudiese bajar la cabeza, verse las manos, pasar las manos por su cabello y tomar las manos de los demás personajes! Lo único que podía hacer todo eso eran muñecos 一lo que más adelante fue un problema一. En ese video mostré cómo cambiaba los atuendos a colores negros, para representar el luto. 

Edité la evidencia sin ningún problema, porque simplemente puse todos los videos en time lapse 一que consiste en una reproducción más rápida一 y agregué música de fondo y los créditos. Cuando tuve dificultades fue al empezar el ensayo de los diálogos, que estuvo gracioso, pues en ese momento elegí las voces para todos los personajes mientras leía. 

La voz de Daniel estuvo sencilla de realizar, pues solo la hice grave, aunque fue donde más me reí, porque no estoy acostumbrada a hablar así. Para Sofía simplemente utilicé mi voz normal, no hubo dificultad. Sin embargo, aún me quedaban otras dos voces femeninas que hacer. Tardé un poco decidiendo y al final agregué un acento diferente a ambas voces. Teniendo esto listo, me quedaba practicar cuándo entraba cada voz, lo que fue un desafío, porque me equivocaba mucho al leer el guion. Me vi en la necesidad de practicar más los parlamentos con cada voz. 

Durante este ensayo, a pesar de que le advertí a mi familia que estaría grabando, mi papá entró al cuadro de la cámara hablando con una voz muy alta. Aquí fue donde tuve que editar mucho, no solo para sacarlo a él, sino porque diseñé un letrero de No entrar y otro de Silencio por favor, estoy grabando; además, había una mosca volando enfrente de la cámara, que se escuchaba mucho por lo cerca que estaba. Simplemente quité los fragmentos innecesarios, pero me tardé bastante. 

El primer ensayo con los títeres 一que en realidad eran muñecos一 fue todo un desastre. Aún no me aprendía bien los parlamentos y me equivocaba mucho al cambiar de voz para cada personaje. Otro problema fue que mis muñecos se me caían con frecuencia o se me olvidaba moverlos cuando hablaban. 

Fuera de los ensayos grabados, practiqué sola en mi cuarto y cuando solo faltaba hacer los dos ensayos de ritmo ya tenía la habilidad de mover los muñecos de la forma correcta. Los únicos errores eran que mi cámara se apagaba, me fallaba el sonido o me trababa al hablar. 

A un día de entregar el primer video de esta fase me pasó lo peor: el profesor se percató de mis muñecos y dijo que no contaban como títeres, así que tuve que buscar cómo hacer unos rápidamente. 

Después de mirar ideas en internet, opté por utilizar el cartón que está dentro de los rollos de papel. Utilicé cuatro: tres para mujeres y el restante para el único hombre. El cabello lo hice con tiritas de papel, que pinté con plumón y las pegué en la parte superior de los rollos; para la ropa, los envolví a todos en papel negro y dibujé detalles con un plumón plateado; para los rostros, con una pluma delineé ojos, boca y nariz, siendo rojos y gruesos los labios de las mujeres. 

Tuve que practicar más para los movimientos de estos nuevos títeres, porque me entorpecía mucho y después de los ensayos de ritmo se entregaría la escenificación final. Pero los tarugos que sostenían a los títeres se despegaban a cada rato, haciéndome parar la grabación y tomar más tiempo del que debería pegando de nuevo y reiniciando la obra.

Llegó el día de la escenificación y grabé más de tres veces. Fue cuando más interrupciones tuve, pues mis hermanos estaban gritando mucho; al momento de encender las luces, durante la obra, mi cámara se desenfocaba;  los parlamentos de repente ya no me salían fluidos, como en el primer intento de hacer la escenificación final. Me comencé a desesperar bastante, así que, cuando logré decir los diálogos sin interrupción alguna fuera de mi cuarto, me di por vencida.

Editando este último video, tuve que grabar aparte la última escena, porque mi cámara desenfocó todo cuando encendí la luz en el último intento. Al editar pegué esas dos partes; al momento de apagar la iluminación quité el sonido para que no se escuchara el cambio de títere y agregué los créditos. Terminando esto, no quedé satisfecha, pero mandé mi trabajo así. 

Al día siguiente me puse nerviosa por mi calificación, de tal manera que volví a hacer la escenificación en un momento en el que mis hermanos no estaban cerca. Resultó mejor que todos los demás intentos; esta vez no edité nada, solo agregué los créditos y me sentí más cómoda con el resultado. 

La obra Abrazos y lágrimas en sí no me agradó tanto, pero la manera en que la protagonista se expresa fue lo que me llamó más la atención, además del hecho de que no es muy larga. Me gustó también que los diálogos son realistas, al igual que la historia. La autora de verdad captó ese sentimiento de la pérdida de una persona importante. 

En el guion se especifica muy bien qué escenografía se debe utilizar, qué ademanes hacen los personajes y cómo se sienten; eso fue de gran ayuda al momento de la escenificación, aunque omití algunas cosas por el hecho de representarla con títeres y no con personas.

Creo que si la obra se montara con actores le haría mucho más justicia al trabajo de la autora que lo que yo logré al escenificarla de esta manera. Al final, no me pareció que la forma como realicé el montaje haya sido completamente correcta, porque sé de lo que soy capaz y pude haber hecho un mejor trabajo con mayor esfuerzo. Por otro lado, sin embargo, no resultó un fracaso, porque se cumplió con la rúbrica y con el objetivo del proyecto. 


Cuarto semestre de preparatoria, 2020

miércoles, 26 de mayo de 2021

El teatro sí es un arte

Alejandro Beltrán Castro


Desde el principio del semestre (febrero-junio de 2020) todos sabíamos que en algún punto de este presentaríamos una obra de teatro en la clase de literatura. Incluso lo sabíamos desde antes. Pero, debido a la contingencia que se vive hoy en día, los planes cambiaron: ya no podríamos asistir físicamente a la escuela, por lo que sería imposible una representación. Por esta razón montaríamos una obra de títeres cada quien desde su casa. Al principio, cuando se dio a conocer este cambio, la mayoría de los alumnos nos sentimos un tanto preocupados, porque ninguno de nosotros había tenido antes la experiencia de ser titiritero. 

Las fechas de las primeras actividades se dieron a conocer y debíamos empezar por elaborar los materiales que utilizaríamos para representar la obra que habíamos escogido previamente. Yo opté por El camino que elegí, de Humberto Emmanuel Sánchez Rangel. El motivo fue porque me pareció que dicha obra sería fácil de representar con los muñecos, ya que cuenta con pocos personajes, siendo estos la mayoría hombres; por lo tanto, no debería tener tanta dificultad como si de imitar la voz de una mujer se tratase. 

Comencé con la elaboración del teatro de títeres, de la cual debíamos enviar evidencia en video el día 30 de abril. Al principio se me dificultó un poco, ya que tenía la mente en blanco, sin idea alguna de cómo quería representar la obra. Sin esa claridad, busqué materiales en mi casa que me podrían ser útiles para elaborar el teatrino. No contaba con muchas opciones, así que me tuve que decidir por hacer un dibujo en cuatro hojas de papel pegadas. En el guión teatral en ningún momento se cambia de escenografía, por lo que solo necesitaría una sola para toda la obra. 

Posteriormente llegó el momento de confeccionar los personajes, dos días después del primer avance. Ahora ya tenía una idea más clara de cómo debían ser estos, para que no parecieran fuera de lugar frente a mi teatrino. Hice un dibujo en una hoja para cada uno de los personajes; de esta manera tendría a cuatro de ellos del tamaño de una hoja de papel: Shawn, David, el doctor Lynn  y la mamá de Shawn. De acuerdo al libreto original, en la escenografía habría dos sillas, una mesa y una cama, de la cual el protagonista no saldría en ningún momento; por lo tanto, decidí que el muñeco de Shawn ya estaría en la cama, es decir, esta se integraría al títere.

Tras alrededor de doce días de la primera entrega, ya con el teatrino y los títeres listos, llegaba el momento del primer ensayo de voz. En esta ocasión leí el guión varias veces, para encontrar la voz que usaría para cada personaje. Fue en este punto cuando me decidí por remover a la mamá de Shawn, puesto que su papel en la historia no es determinante y solo decía unas cuantas líneas. Pero no porque no aparezca significa que la retiré completamente: ella se menciona en la representación unas cuantas veces.

Había llegado el momento de los primeros ensayos con los títeres y yo todavía no tenía un lugar donde poner el teatrino para una mejor calidad. Al principio mi idea era que este estaría pegado a la pared y los títeres al frente, pero tal ubicación no era viable si tenía en cuenta la calidad del video, ya que de esta manera se verían sombras y otros aspectos relacionados con la iluminación que harían desmerecer mi representación. Por lo tanto, decidí poner las cuatro hojas sobre una mesa y grabar a los personajes en una vista de arriba para abajo. 

En los primeros ensayos todo el tiempo tuve que sostener con la mano el celular con el que grababa, pero esto era muy cansado y además no resultaba muy estable, cosa que se podía notar en los videos. Me propuse que antes de grabar la escenificación encontraría una manera en la cual no debiera ser yo quien sostuviera el celular. Así fue como se me ocurrió usar un soporte para el dispositivo con una adaptación que permitiría pegarlo a la ventana de mi habitación. Como resultado, la grabación fue mucho más estable y, en mi opinión, de mejor calidad.

Algunas cosas que aprendí de esta actividad son; que el trabajo de un titiritero no es tan fácil, como solo mover unos títeres y ya. Así como en el teatro con actores y escenografía, un titiritero debe ensayar una y otra vez para poder lograr una mejor representación de la obra, al igual que una gran capacidad para cambiar las voces de acuerdo con los personajes. 

Como evaluación propia de mi representación, aunque no fue la mejor obra, estoy contento con el resultado final, de acuerdo con los recursos y materiales con que contaba. Me di cuenta del trabajo que tienen que realizar los actores para meterse en su papel y darles vida a simples palabras escritas en el guion, haciendo del teatro, así como del teatro de títeres, un arte.

Cuarto semestre de preparatoria, 2020

Crónica de un cambio inesperado

Ashley Arely Barba Fierros


Al inicio del año (2020), cuando nos mencionaron que montaríamos una obra de teatro en la clase de Literatura, la idea no me atrajo por completo. Solo podía pensar en los equipos y en las obras que íbamos a escribir nosotros antes de eso. 

Pero cuando tuvimos que entrar en cuarentena y nos dijeron que trabajaríamos con títeres a la mayoría del salón no le agradó. Yo pensaba que iba a ser mucho más difícil montar una obra sola, pero no tenía pena ni nervios como los hubiera tenido haciéndola enfrente de un público, y eso me ayudó mucho a que me gustara realizar el proyecto. 

El libreto que elegí tiene como título Una pareja dispareja, de Mónica Castro. Lo escogí porque, a mi parecer, era uno de las que se podía representar más fácilmente, ya que solo cuenta con dos personajes y yo no habría podido tener ayuda de otra persona si hubieran existido más; también, porque ocupaba solo dos escenografías. El guion seleccionado por cada uno lo tuvimos que adaptar a los títeres, así que fue necesario quitar una escena, pero sin dañar la historia. 

A lo largo de la preparación y los ensayos se presentaron algunos problemas, por ejemplo, con el teatrino, la escenografía y los títeres, pues no encontraba materiales para elaborarlos. Al final conseguí lo necesario para el teatrino y me ayudó mucho imprimir los títeres y la escenografía. Por otra parte, en medio de un ensayo el primero se rompió y debí arreglarlo con el material que me quedaba. 

Ensayamos durante varios días para que la obra saliera lo mejor posible. El primer video de evidencia que nos pidieron fue el del ensayo a la italiana, que consistió en leer el guion una o dos veces para familiarizarnos con él y probar los cambios de voces que se necesitarían. Después empezaron los ensayos de movimiento, en los cuales practicábamos cómo se moverían los títeres por el teatrino, cómo serían los cambios de escenografía y de voces y cómo prevenir todos los posibles problemas que se presentarían; asimismo, intentamos no leer el guion o recurrir a él lo menos posible. En total, se nos pidieron tres videos en los que mostramos la elaboración de los materiales y cinco videos de los ensayos.

En esta fase del proyecto fue cuando más tuve problemas: al grabar, que a la mitad del ensayo me interrumpieran; que el teatrino se cayera y que hubiera mucho ruido. En esos casos tenía que grabar todo el video de nuevo. Con lo que más me tardaba era la edición de los videos. Otros de los obstáculos fueron que se me borrara el video, no poder exportarlo y que mi internet estuviera tan lento que tardara más de dos horas en mandarlo.

Pero cuando enviamos la versión final, el 29 de mayo, me pareció que el tiempo había pasado muy rápido. Al principio todo había parecido mucho trabajo.

No pensé que me gustaría representar la obra, pero poder trabajar en mi zona de confort y sin público me ayudó mucho al hacer las voces sin pena, ya que eso fue una de las cosas que más se me dificultó.

Aunque sentí que habría podido desarrollar mejor el proyecto si hubiera tenido ayuda o más materiales para los títeres y la escenografía, intenté hacer mi mejor trabajo.

No cabe duda de que, si hubiéramos escenificado una obra teatral enfrente de nuestros compañeros, habría sido muy diferente. Pero me hubiera gustado vivir esa experiencia.


Cuarto semestre de preparatoria, 2020.

Mi aventura con títeres

Nicolás Acosta Villegas



Al recibir la noticia de que, para el mes de mayo, tendríamos que hacer una obra de títeres, me acordé de la vez cuando, en secundaria, la profe de historia nos pidió que representáramos un momento histórico usando este tipo de muñecos.

Aunque en ese proyecto no se tuvo que hacer un teatrino, de todos modos teníamos que elaborar títeres. Ya cuando me tocó presentar estaba supernervioso, pues era la primera vez que actuaba de esa manera. Al final del día sí me fue bien en la obra; pero, honestamente, no me gustó para nada el proyecto. El simple hecho de tener que estar agachado para que no me viera el público y cambiar mi voz constantemente se me hizo muy estresante.

Regresando al presente, cuando el profesor Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar nos pidió que montáramos una obra de títeres, lo único en que pensé fueron los malos recuerdos de mi experiencia pasada. 

La obra que finalmente escogí fue una titulada Temerle a vivir, escrita por mi compañero Job Octavio Escalante Zavala. La elegí porque habla de alguien que está en el hospital con COVID-19. Y, como todos sabemos, el día que escribo esta crónica todavía seguimos viviendo en una pandemia, por lo que me pareció importante enseñarle al público la perspectiva de alguien que sufre de esta enfermedad.

Lo primero que hice fue buscar por toda mi casa y agarrar materiales que me pudieran servir para realizar la obra. Mi mamá, al escuchar sobre este proyecto, me ofreció su ayuda confeccionando dos títeres; yo, por lo tanto, me encargué de los otros dos personajes con calcetines que no usaba.  

Al terminar los títeres me quedé pensando en cómo iba a elaborar el teatrino. Primero me basé en un video que vi en YouTube, donde utilizaban una caja de cereal. Pero un poco después, al encontrarme en el patio de mi casa, vi una silla con un espacio muy amplio entre las patas; entonces, terminé usándola para mi obra. 

Lo único que le agregué al teatrino fue un mantel blanco, que coloqué encima de la silla. Luego le pegué, con un pedazo de tape, una cruz roja, para que el público se diera cuenta de que la escenografía representaba el cuarto de un paciente. Y, finalmente, agregué una cama.

Después de preparar todos mis materiales, me puse a pensar en cómo haría las voces de los personajes. Decidí que estas dependerían de su personalidad; por ejemplo, a uno de los personajes (Jager, el paciente) le haría una voz de alguien que siempre está amargado y serio. Otro caso sería el del niño Maquinedorio, con una voz infantil. Y así seguí con los otros dos personajes.

Ya finalmente empecé a ensayar para la obra. Pero al actuar sentí la misma frustración que tuve en la secundaría. Siempre me equivocaba en las voces, tardaba mucho en cambiar de títeres y me congelaba en los diálogos, hasta que llegó a un punto en que me enojé y me tomé un descanso. Sin embargo, no tuve otra opción más que aprender de mis errores e intentarlo de nuevo.

Cuando entregué el video final sentí un gran alivio, después de mandarlo. Y pude confirmar que definitivamente no me gusta actuar con títeres, es demasiado para mí. Aunque sí me agradó el proceso de elaborar los muñecos y el teatrino, mi único problema fue la actuación.

En conclusión, puedo entender por qué mucha gente disfruta presentar obras de títeres, pero a mí, en lo personal, me desagrada actuarlas: me causan mucho estrés y tengo que hacer demasiadas cosas a la vez. Creo que si hubiera tenido algún equipo en que cada uno, incluyéndome a mí, interpretara un personaje, me hubiera gustado esta experiencia aún más. 


Cuarto semestre de preparatoria, 2020.