viernes, 18 de diciembre de 2020

Solo espero que esta pandemia se acabe pronto

Fue el mes de febrero cuando me enteré, a través de mis amigos, de que en Wuhan, China, se habían detectado los primeros casos de COVID-19, un virus que ataca principalmente el sistema respiratorio. Luego escuché en las noticias que este virus se empezó a expandir por todo el mundo, y fue el 17 de marzo de 2020 cuando se identificaron los primeros dos casos en Mexicali. Debido a la cantidad de contagios que se presentaron, entramos en semáforo rojo y tristemente inició la cuarentena.

De inmediato, en casa comenzamos a seguir los protocolos establecidos para cuidarnos del COVID-19. Por ejemplo, antes de entrar nos quitamos los zapatos y los dejamos afuera; después nos cambiamos de ropa o, si es necesario, nos bañamos; si traemos cosas o mandado las limpiamos con desinfectante, y constantemente nos lavamos las manos.

Al pasar la mayor parte del tiempo en casa, empecé a darme cuenta de que tenía la oportunidad de platicar y convivir más con mis papás. Con mi papá no convivo tanto entre semana, porque él sale a trabajar todo el día. Solo lo veo un ratito en las mañanas y en las noches, pero los fines de semana sí aprovechamos y vamos a hacer ejercicio.

A partir del 20 de marzo se suspendieron las clases presenciales en la escuela y empezamos a tomarlas en línea. Todos los días me levanto, me alisto y me conecto al Meet para iniciar con las sesiones. No fue fácil para mí este cambio, ya que tuvimos que aprender rápidamente a usar algunas plataformas nuevas y así poder seguir las actividades.

Antes del COVID-19, mi mamá trabajaba en el Seminario Diocesano de Mexicali, de lunes a viernes. de 9:00 a. m. a 2:00 p. m., pero con la pandemia ella empezó a laborar desde casa. Acomodó un mueble para usarlo como escritorio y tuvo que traer la computadora de la oficina y todo lo que necesitaba.

Después de varios años de estar entrenando natación de lunes a sábado en la Ciudad Deportiva, nos avisaron que el 27 de marzo tendrían que cerrarla para evitar contagios. Como no podíamos ir, mi entrenador nos dirigió ejercicios de piso a través de Zoom, para no perder tanta condición.

Se llegó el mes de junio y salimos de vacaciones de la escuela. Mientras esperaba que pronto volvieran a abrir la Ciudad Deportiva, un tío me prestó la alberca de su casa para nadar un poco. A pesar de lo benéfico para mí, no era lo mismo, porque la suya es una alberca chica comparada con la que entreno.

Luego de un tiempo de estar en el encierro, empecé a sentirme triste, porque extrañaba a mi familia, amigos, profesores, entrenamientos, jugar y, en general, hacer otras actividades, como ir al cine. Soy hijo único y, aunque he estado en casa bien acompañado de mis papás y mi perro Dustin, sí me aburro a veces.

Llegó la fecha de festejar nuestros cumpleaños. El 24 de junio mi mamá celebró aquí en la casa y fue muy diferente a otros años. Estuvo recibiendo regalos de familiares y amigos porque no se pudo hacer la celebración, pero ella la pasó muy feliz.

Mi día, el 2 de agosto, mis papás compraron camisetas iguales para los tres e hicimos una llamada por Zoom con mis primos, tíos y abuelos. Me cantaron el feliz cumpleaños y partí mi pastel. Al terminar la llamada me puse a jugar videojuegos un rato. Después de un par de horas, mis papás me pidieron que saliera y me sorprendieron porque me habían organizado una caravana sorpresa con amigos y familiares. Estuvo muy divertido, pero se sentía raro, porque no podíamos convivir: solo eran saludos y felicitaciones a distancia.

Llegó el mes de noviembre y se acercaba el cumpleaños de mi abuelo, por lo que empezamos a organizarle también una caravana. No se la pudimos ofrecer el mismo día de su aniversario, porque lo habían operado de los ojos. Pero el sábado 7 sí la hicimos y él estuvo muy feliz por tan divertido regalo. Recuerdo que ese fue un día de mucho viento y frio.

El 13 de octubre fue muy especial porque, con el cambio de semáforo por la pandemia, nuevamente abrió la Ciudad Deportiva. No iban a dejar entrar a todos los atletas, así que seleccionaron solo a algunos. Yo fui uno de ellos y me sentí muy feliz al poder nadar de nuevo. A partir de esa fecha volví a entrenar todos los días, de 4:00 a 7:30 p. m.

Debemos salir de casa a las 3:30 de la tarde, para llegar a tiempo a mis entrenamientos. Cuando mi mamá me estaba llevando, el primer día que regresamos, ¡me encontraba tan nervioso y ansioso de nadar otra vez! También me sentí muy contento porque, después de varios meses, al fin iba a ver a mi entrenador y a algunos de mis amigos de la natación.

Hoy, 16 de diciembre, tenemos ya nueve meses de estar en cuarentena y no sabemos por cuánto tiempo más seguiremos así. Este día también recibí una noticia que no me gustó: mi entrenador nos avisó que volvieron a cerrar la Ciudad Deportiva y eso me hizo sentir triste de nuevo.

Lo bueno es que pronto saldremos de vacaciones de la escuela y no me voy a tener que levantar tan temprano. Solo espero que esta pandemia se acabe pronto y así poder realizar todas las cosas que disfrutábamos hacer con nuestros familiares y amigos. Mi familia y yo agradecemos a Dios porque no nos hemos enfermado.

Segundo grado de secundaria, 2020.

Un tal Covid-19

 

Lander Zael Islas Torres

 

Tranquilamente yo me encontraba en mi salón de clases. Escuché que mi amigo Daniel estaba hablando con unos niños del salón sobre un virus de China llamado coronavirus. En ese momento no le di mucha importancia, ya que cuando le pregunté de qué se trataba ese tal virus me dijo que era del otro lado del mundo y que era una gripa, pero un poco más fuerte. Yo solo pensé: “Es una simple gripita”. Aparte, no le doy mucha importancia a las cosas, soy un tanto despreocupada y tranquila.

Unas semanas después, estaba en el recreo, en mi escuela (la cual es muy pequeña), así que escuché de nuevo a Daniel hablar sobre ese virus. Esta vez se le veía preocupado, lo cual en un principio me hizo también inquietarme. Pero después recordé que a Daniel le ocurre así con TODO.

Pero, bueno, le pregunté: “¿Qué pasó? ¿Por qué ahora estás preocupado?”. Me dijo que el virus ya se había esparcido un poco alrededor de China y ya había cinco defunciones. Al escuchar esto me comencé a alarmar, pero no tanto, ya que el virus estaba del otro lado del mundo. Sin embargo, en ese momento supe que eso no era “una simple gripita”.

Al llegar a mi casa, unos días después, me percaté de que la mesa de la cocina estaba llena de latas de comida y objetos de limpieza. Al ver esto, le pregunté a mi mamá y me respondió que teníamos que prepararnos para la cuarentena del Covid-19. Al escuchar eso me sorprendí, porque ella es una persona que siempre está en calma, pero esa vez la vi muy exaltada. Le dije: “¡Pero, mamá, el coronavirus está en China y alrededores”. Y me contestó que ya se tenía el primer caso en México y más de dos mil defunciones en el mundo. En ese momento comenzó lo peor...

 

Dos semanas de cuarentena, ya me perdí tres fiestas y el viaje escolar al museo. Esto es lo peor y ya se enfermaron varios amigos. Le he preguntado varias veces a mi mamá cuándo podremos salir de nuevo y siempre me contesta con un: “Intenta acostumbrarte, Lluvi”. Ella sabe que no me gusta que me diga así, pero por alguna razón lo sigue haciendo.

Bueno, por dos semanas he estado acostada todo el día todos los días. Lo único bueno es que no tengo clases, pero ahí por lo menos veía a mis amigos. Ahora solo estoy con mi perro Pancho, el cual no es mala compañía, pero él no puede hablar.

 

Ha pasado casi un mes de cuarentena. Las clases en línea ya empezaron. Y las ODIO. Esto no es ni parecido a la escuela normal. Aquí no puedo hablar con mis amigos. Solo los veo ahí sentados y es muy aburrido. Es como la escuela, pero sin TODO lo bueno que ella tiene. La cuarentena cada vez me da más estrés. Antes teníamos clases. Pero lo compensaba el ver a tus amigos todos los días e ir a fiestas de vez en cuando. Ahora solo es tarea, trabajo, trabajo, tarea y más tarea. No sé cuánto pueda soportar esto.

 

Mi mamá está llevando esto de la cuarentena muy bien. Y eso me alegra. Pero no sé cuánto pueda yo aguantar LAS LLAMADAS MATUTINAS CON SUS AMIGAS. Sí, mi mamá todos los días se toma una tacita de café y chismea con ellas. Creo que se ha empezado a acostumbrar a esto mucho más rápido que yo. No entiendo cómo todas sus amigas se pueden poner de acuerdo cada día. En mi grupito les digo que si hacemos llamada y nunca pueden. Excepto Daniel. Él es el mejor y siempre está desocupado, porque siempre hace su tarea el primer día.

 

Ya pasaron tres meses de cuarentena. La verdad, no está siendo tan malo. Las clases en línea ya no son tan malas, los maestros cada vez son más comprensibles y no nos dejan casi tarea. Aunque los días se sigan sintiendo un tanto monótonos, creo que estoy empezando a acostumbrarme a esto y no es tan malo. Obviamente, sigo extrañando salir de fiesta, pero en realidad ver películas y relajarse con Pancho no está nada mal.

 

Cinco meses ya pasaron. La verdad, sí creo en esta enfermedad, pero nunca creí que me daría a mí o a alguien cercano a mí; pero, pues, las cosas pasan. A mi mami le dio Covid-19. Está en el hospital y se encuentra muy grave. Yo creo que todo irá bien. Aun así hago llamada con ella, pero no mucho tiempo, porque sigue haciendo sus llamadas matutinas con sus amigas y no puede llegar tarde. Yo sé que ella es fuerte y lo logrará. De todos modos me pone triste verla acostada y débil.

 

Seis meses ya pasaron. Esto, la verdad, se me ha hecho muy rápido. Mi mami ya se recuperó completamente. Eso es muy bueno, pero lo malo es que ahora es cien veces más estricta con la cuarentena y las medidas de protección. Ni siquiera me deja sacar al pasear a Pancho al parque del fraccionamiento. La verdad, se me hace que está exagerando un poco, pero bueno. Lo importante es que ya se recuperó.

 

Ya han pasado ocho meses desde que todo esto comenzó. La verdad, yo me siento mucho más cómoda en casa y no siento la necesidad de salir con mis amigos. Ya hasta me hice amiga de una de las amigas de mi mamá. Todos los días la escuchaba en las mañanas y le respondí algo que dijo y ahora somos amigas. Reforcé mucho mi amistad con Pancho y el vínculo entre mi mamá y yo se fortaleció mucho también.

 

Esta cuarentena en realidad me ha ayudado bastante. Conocí mucho más a Pancho. No tenía idea de lo que le gusta ver la tele. Antes de la cuarentena yo casi no la veía porque en vez de eso salía o patinaba en el parque. Pero al estar mucho más en mi casa y con mucho tiempo libre, comencé a verla más con Pancho y sí me gustó mucho. Ahora hasta le enseñé trucos a Pancho. Mi favorito es “Habla” y él ladra.

Con mi mamá me llevo mucho mejor. Antes me enojaba y me estresaba mucho con ella porque sentía que no me daba mi espacio. Pero al estar juntas tanto tiempo en cuarentena y verla aun enferma atendiéndome, me he dado cuenta del gran esfuerzo que hace todos los días para darme todo lo posible. Ahora hasta le cuento de mi vida amorosa. Aunque a veces es un poco chismosa con sus amigas. Pero aun así la perdono.

 

¡AL FIN, ya se acabó! Nunca pensé que mi vida daría este gran giro. Diez meses sin poder salir, ni viajar, ni nada. Aunque haya aprendido a estar en casa, no he salido en estos meses, así que… ¡A DISFRUTAR! Siempre recordaré cuando me quedé encerrada por todo este tiempo, debido a un tal Covid-19. 

(Segundo grado de secundaria, 2020)

Mis días en la pandemia

Viernes 11 de diciembre de 2020

Hoy comencé mi día con demasiado frío y emocionado, pues era viernes e iba a jugar con mis amigos. Después de levantarme me peiné y me cambié para empezar mi jornada escolar. Las primeras tres horas se me hicieron pesadas porque tenía mucho sueño y frío, pero con un chocolate caliente se me quitó.

Después de misa me puse a reflexionar sobre lo que ha pasado en la cuarentena y lo que muchas personas han perdido por la pandemia. Luego hice algunas tareas para ya no tener pendientes. Cuando terminé unos amigos y yo empezamos a hablar tanto que se nos fue la tarde.

Después jugué con unos amigos lo que quedaba de la noche, para luego dormir. Terminó mi día yo estando enojado y jugando.

 

Sábado 12 de diciembre de 2020

Hoy amanecí un poco más cansado de lo normal, porque me quedé hasta tarde jugando con mis amigos. Ya que tuve energía para levantarme, lo primero que hice fue irme a bañar. Después preparé desayuno para mi hermano menor y para mí.

Al terminar me puse a hacer un poco de tarea y a ver una película con mi hermano. Pasaron las horas y me aburría, así que me puse a jugar con mis amigos.

Se pasó el tiempo muy rápido y mi mamá acababa de llegar de trabajar. Platiqué con ella un rato y después de eso fuimos a comer. Cuando terminamos yo seguí jugando con mis amigos y a acabé mi día.

 

Domingo 13 de diciembre de 2020

Hoy empecé mi día como todos los domingos, desayunando y jugando. Después procedí a bañarme, porque quería volver a dormir pero no podía, de modo que para relajarme me di un baño. No pude dormir de nuevo, así que volví a jugar hasta que mi mama llegó.

Miré una película con ellos y comimos pollo del KFC. Ya que terminamos seguí jugando. Al final del día preparé mis cosas para el lunes, porque es un día estresante y quería tener todo listo.

 

Lunes 14 de diciembre de 2020

Evidencia de que me bloquearon
mi video.
Hoy empecé mi día de malas, pues era lunes y tenía matemáticas en la primera hora, lo cual para mí es una muy mala combinación, porque esa es una materia en cierto modo pesada y porque no me gustan los lunes, por ser el inicio de la semana. Después de procesar toda la información sobre lo que haría en el día, me levanté, me peiné y me cambié para comenzar.

Cuando terminaron las clases empecé a editar un video que tenía que presentar sobre física. Cuando terminé lo subí a YouTube. La plataforma me lo bloqueó por derechos de autor, así que tuve que volver a editarlo. Ahí estuve el resto de la tarde preparando otra vez el video de la clase.

Ya que era de noche y había terminado todo, estuve hablando con mis amigos lo que quedaba de este lunes. Y así concluyó otro de mis días.

(Segundo grado de secundaria, 2020)

 

jueves, 17 de diciembre de 2020

Yo pensaba que no iba a ser algo tan serio


Iniciaré hablando acerca de cómo me enteré del coronavirus, que, la verdad, casi nadie se lo esperaba y fue algo muy repentino para todos.

Fue en el mes de enero cuando apenas yo, Lucio Emiliano Benítez Sánchez, empecé a ver noticias acerca de un nuevo virus en la ciudad china de Wuhan, el cual se decía que causaba una enfermedad parecida a una neumonía o en algunos casos solamente a una simple gripa. En febrero fue cuando empezamos a tocar este tema en la escuela; pero nadie estaba preocupado, pues se decía que solo se había afectado gente en China.

En marzo nos dijeron que el virus ya había llegado a México; sin embargo, los casos eran muy poquitos: no pasaban de cien personas contagiadas. Cuando nos avisaron que nos iban a poner en cuarentena, la verdad, al principio yo pensaba que no iba a ser algo tan serio y simplemente no saldríamos por una o dos semanas. Pero, como ya todos sabemos, no fue así.

En esos quince días mucha gente (incluyéndome a mí y a mi familia) sí hicimos lo que se suponía que debíamos hacer: no salir de nuestra casa, a menos que fuera para algo de verdad necesario, como la comida, el agua o la salud. Pero hubo otra gente que prácticamente no estaba enterada de lo que ocurría y no hicieron lo debido, por lo que continuaron saliendo. Esas fueron de las cosas que más afectaron y de lo que más tuvo influencia para que esta situación se agravara.

Así que llegó abril y cada vez se informaban más cosas acerca de este tema. Sin embargo, muchas eran falsas; por lo tanto, ya no sabíamos qué creer y qué no. De todos modos, en mi familia sí estábamos tomando todas las medidas de precaución: nos lavábamos mucho las manos, siempre usábamos cubrebocas, lavábamos los objetos que traíamos del mercado, etcétera, debido a que ignorábamos qué tan grave podría ser esto.

Ya nadie sabía lo que iba a ocurrir ni cuándo volvería todo a la normalidad, así que seguíamos cada quien con nuestros cuidados. Pasaron más o menos dos o tres meses en que todos desconocíamos lo que vendría con esto y hasta donde podríamos llegar.

Tanto mis hermanos como yo estábamos estresados y desesperados por esta situación, pues empezaron a pasar muchas cosas a partir de esos meses: falleció mi tío José Contreras debido a esta enfermedad, también amigos de mi padre (Héctor). La verdad, este virus sí nos tuvo muy angustiados por unas semanas.

Yo, en lo personal, igualmente me había sentido muy preocupado, sobre todo por mi hermano menor, de nueve años (Mateo), ya que a su corta edad comenzó a presentar ansiedad. Lloraba y se desesperaba mucho simplemente por la escuela y cosas que tenían que ver con ella; aunque le va muy bien, simplemente se impacientaba mucho, al punto de que tuvieron que llevarlo con una psicóloga.

Los últimos tres meses, aproximadamente, aunque sí se ha estado restableciendo poco a poco la situación, también ha habido cosas que me preocupan demasiado a mí, como las discusiones en la casa o cosas así. Pero, fuera de eso, todo ha tenido mejoría. La verdad, espero que sigamos como vamos ahorita: cada vez mejor mentalmente, ya que mi hermano se ha estado controlando y las discusiones se han reducido bastante, lo cual me alegra mucho.

En conclusión, mi cuarentena no ha estado del todo mal, pues, aunque creemos que llegamos a contraer el virus, nada nos pasó y seguimos muy bien de salud mi familia y yo. Y otra cosa muy importante que quiero resaltar es que hubo muchos cambios buenos en mí: esta cuarentena me ha enseñado a ser más positivo y a disfrutar cada momento de mi vida, como se pueda.

Esa ha sido mi experiencia.

Segundo grado de secundaria, 2020.

 

lunes, 7 de diciembre de 2020

Una semana un poco loca y triste

Karlos Albertho Hernández Sández 

 

LUNES 26 DE OCTUBRE DE 2020

Hoy el profe de inglés nos dio la clase como normalmente lo hace. Yo, como de costumbre, terminé el trabajo que nos asignó y esperé a que finalizara la sesión para poder comer algo. Mientras comía el profe dio un listado de nombres (entre ellos estaba el mío); nos dijo que nos tendríamos que quedar al final para el tema de las asesorías, porque habíamos salido muy bajos en las calificaciones.

Nos comentó que nos dará dos asesorías antes del examen de recuperación y por eso nos debíamos poner de acuerdo sobre cuándo y a qué hora serán.

Después, al terminar la clase me quedaban veinte minutos libres. Estaba un poco desanimado por lo de inglés, pero aun así desayuné.

Ahora debía decirle a mi mamá. No se lo tomó bien y era supercomprensible. Me dijo que le ponga más empeño a esa materia, que es la única en la que voy mal; por eso es que tengo que esforzarme y no bajarle a las demás. Yo le prometí que mejoraré para no tener que molestarla con este tipo de noticias. Me despedí de ella y me fui a dormir.


MARTES 27 DE OCTUBRE DE 2020

Las clases de hoy estuvieron regulares. Yo tomaba mis apuntes y preguntaba si me surgían dudas. Los martes no me gustan mucho, hacen que sienta más largas las horas de clases, cosa que por alguna razón los miércoles no pasa; sí se siente esa hora extra a comparación de los lunes y los demás días, pero no tanto como los martes.

Después salí con mis amigos de la cuadra. Hicimos lo de siempre: jugar e ir al parque mientras platicábamos. Nos entretuvimos con un juego tonto con la pelota. Después se nos ocurrió hacer una reunión el fin de semana y caminar por el fraccionamiento e ir al parque un rato. La verdad, no importa lo que hagamos, con ellos todo es divertido, ¡ja, ja, ja! Son mis mejores amigos desde hace mucho tiempo. Son de apreciar ese tipo de amistades. Son mis hermanos de diferente madre casi casi, ¡ja, ja!

 

MIÉRCOLES 28 DE OCTUBRE DE 2020

No sé por qué, pero hoy está un poco aburrido. No sé, solo estoy despierto por obligación, pero no tengo mucho ánimo.

Terminaron todas las sesiones del día y fui a darle de comer a mi perra. Ella regularmente sale corriendo a saludarme, pero esta vez no lo hizo. No se levantaba de su cama, solo se quedaba ahí con la vista perdida. Le ofrecía la comida, pero ella solo la miraba (no quería probar nada).

Yo tenía un compromiso y no me podía quedar con ella. La verdad, ni disfruté la estadía ahí, solo pensaba en mi perrita. En la noche regresé y la metí a la casa. Agarré unas cobijas, las puse en la sala y la acosté para que descansara. Mi mamá le preparó caldo de pollo, para que se sintiera mejor.

Cuando ya me iba a dormir (pues tendré clase mañana) mi mamá me llamó. Mi perra empezó a vomitar por todo el piso y dejó un olor desagradable. Nos pusimos a limpiar la sala y toda la casa entre los dos. Mi mamá se desveló casi toda la noche y a mí me mandó a dormir.

 

JUEVES 29 DE OCTUBRE DE 2020 

Todo lo que podría salir mal salió mal y sobremanera: el internet estaba fallando más, además del alboroto de ayer. La verdad que sí me estresé. Mi papá hizo que sacara a mi perrita por el mal olor que dejó anoche. Estaba necio y necio y no me quiso escuchar. Le pedí ayuda mi mamá, pero me contestó: “Lo que diga tu papá”. Yo me quedé de: ¿es en serio? ¡Mi mamá nunca dice eso! Pero lo tuve que hacer.

Yo no quería que mi perrita estuviera afuera. Hace mucho frío, aparte estaba enferma. Pero mi papá no le dio mucha importancia. Antes de sacarla fui por cobijas para su cama, pero yo sé que eso no se equipara al calor de la casa. Ya afuera la miraba triste. Tengo muchas ansias de verla juguetona y feliz, como siempre se comporta.

También acompañando el día, mi internet fallaba y fallaba, a tal punto de que me terminó sacando de la clase de inglés dos veces, más múltiples trabas con las voces de los profesores cuando presentaban; era mucho peor. En conclusión, hoy no fue mi día.

 

VIERNES 30 DE OCTUBRE DE 2020 

Todo ocurrió muy bien: entendí los temas, partici en las clases y hasta eso que el internet no falló mucho, solo lo normal. Terminaron las sesiones, fue un poco rápido.

En la tarde, un amigo (André) publicó en el grupo de la cuadra: “¿Quién me acompaña al Oxxo?”. Yo iba de salida al parque, así que le contesté que lo podría hacer. En el camino fuimos platicando de la reunión del sábado. 

¿Cómo crees que va a ser mañana? me preguntó.

¡Yo creo que será muy ¡divertido!

¿Vamos a ir al parque o qué haríamos?

Claro. Me voy a traer mi balón para jugar.

¡Arre!

Ya estando en las puertas del fraccionamiento me despedí y me dirigí al parque. Ahí estuve un rato haciendo back flips y después fui a correr. En eso vi otra vez a mi amigo. Empezamos a platicar, hicimos back flips y una acrobacia a la que yo llamo spider-man. Después me fui para mi casa a realizar una tarea.

 

SÁBADO 31 DE OCTUBRE DE 2020

Salí rápido de mi casa porque André se encontró un perrito cuando iba a la tienda y nos habló a mí y a Dani, otro amigo. Él quería saber si nosotros nos lo podríamos quedar o mínimo conseguirle un hogar. Yo le contesté que no, porque ya tengo muchos perros y, aparte, ese parecía tener sarna.

Dani también contestó que no, porque él ya tiene uno, pero que, si quería, le podría dar comida para que agarre fuerzas, pues estaba muy delgado. Le dijimos que viera si su mamá lo dejaba tenerlo, pero respondió que no, por sus hermanos. Entonces le propusimos que preguntara a los vecinos quién quisiera un perro. 

Yo me fui a mi casa porque debía hacer algunas cosas para que me dejaran salir más tarde.

Cuando llegó la hora de la reunión fui a ver qué íbamos a hacer. Estuvimos jugando y platicando, sacando cura. Hicimos competencia de habilidades tipo fuerza y destreza, jugamos con el balón y, en general, lo pasamos muy divertidos. Al final regresé a mi casa y comí sushi con mis hermanas.

 

DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE DE 2020

Por el Día de los Muertos, mi hermana decoró el altar de mi abuelo materno y de mi abuela paterna. La verdad, le quedó bastante bien.

Hoy mi perra ya estaba mucho mejor. Le di comida y un poco de agua para que recuperara su masa corporal, ya que se miraba muy flaca. Después salí con ella a jugar en el parque. ¡Por fin ya había vuelto mi perra de siempre: juguetona, enérgica y un poco brusca!, pero se miraba bien y lo demostraba con su mirada.

Esta semana fue un poco loca y triste en algunos días, pero tengo esperanza de que la próxima va a ser mejor, aunque nunca sabremos lo que se viene. Eso es lo que lo vuelve emocionante.

Hoy es domingo por la noche, yo me despido. Buenas noches.

Tercer semeste de preparatoria, 2020.


jueves, 12 de noviembre de 2020

El verdadero valor de la lealtad, en “El remanso”

Comentarios en el antiguo Tallereando

Ricardo Upton Castro 

“El remanso” es un cuento escrito por Ricardo Güiraldes, quien nació a fines del siglo XIX en Argentina. Su vida se repartió entre San Antonio de Areco y Buenos Aires. Cursó las carreras de arquitectura y derecho; sin embargo, abandonó los estudios universitarios para seguir su pasión y convertirse en un escritor.

En 1927 hizo su último viaje a Francia, a Arcachón, y, debido a su estado de salud, fue trasladado a París. Ahí murió, en casa de su amigo Alfredo González Garaño, víctima de la enfermedad de Hodgkin (cáncer en los ganglios). Su cadáver fue sepultado en Buenos Aires.

En este cuento se nos presenta la historia de Don Lisandro y su empleado Goyo, quienes se preparan para cabalgar hacia el destino del primero, quien está muy presuroso por arribar.

Goyo es el protagonista. No se nos describe físicamente, pero psicológicamente es una persona leal, muy fiel a Don Lisandro.

Del personaje del patrón podría decirse que entra en la categoría de ser amado u objeto del deseo, ya que Goyo, siendo su empleado, se centra en ayudarlo a cumplir sus objetivos a toda costa. También se nos muestra que el primero es una persona obstinada y no recibe sugerencias de nadie. De él tampoco hay ninguna descripción física.

El problema o conflicto que ha de resolver Goyo es que debe ayudar a Don Lisandro a alcanzar su objetivo a tiempo, mientras se enfrentan a las adversidades que les presenta el camino.

El orden en que se cuentan las acciones de la historia es lineal, es decir, de principio a fin.

La época no se menciona, pero no se asemeja a la actualidad, ya que ambos hombres cabalgan en vez de usar algún vehículo motorizado para llegar a su destino. Los acontecimientos ocurren cerca de un río.

El ambiente psicológico predominante es tenso, debido a que el conflicto se centra en su mayor parte en cómo los personajes intentan salir vivos de la corriente fluvial.

El lenguaje que se utiliza en esta narración incluye variantes dialectales habladas en Argentina (argentinismos). El autor quiere dar a conocer que los personajes son de ese país. Algunos ejemplos de dichos vocablos son: dao y sos.

Me pareció interesante que Güiraldes le da al lector la oportunidad de imaginar el final, pues utiliza un desenlace abierto en su cuento.

El fragmento de esta obra que más me gustó es el siguiente:

Hacia la parte central, el barro, más claro, hacía mancha como removido con violencia... luego, nada...
Y el paisano, siempre en actitud de interrogación, ante el misterio cumplido balbuceó como un niño:
—Allí... ¡el patroncito!  

El personaje que más me impresionó fue el de Goyo, pues, a pesar de tantas adversidades, le siguió siendo leal a Don Lisandro, y yo admiro mucho la verdadera lealtad, como la que demostró el protagonista.

El cuento es bueno, bastante breve, pero me encantó la forma en que Güiraldes logra adentrar al lector en la historia, a tal punto en que te sientes como un personaje más de ella. Igualmente me agradó mucho cómo el autor logra retratar el verdadero valor de la lealtad y la manera en que lo desarrolla, a través de Don Lisandro y su muy leal empleado, Goyo.

(Segundo de secundaria, 2019)

sábado, 15 de agosto de 2020

Un día especial: la visita a la Feria del Libro 2016

Alexa Lizeth Medina Rentería

 

La feria del libro de la UABC tuvo lugar, como todos los años, en la universidad, por la calzada Benito Juárez.

Estaba el día caluroso, típico de Mexicali. Pero ese día caluroso era especial para mí, porque iría a la famosa feria del libro por primera vez en mi vida. No recuerdo si fue a finales de marzo o a principios de abril de 2016.

Nos sentíamos emocionados, a punto de salir de la escuela para dirigirnos a la universidad.

Puede ser que muchos de mis compañeros solo hayan querido salir del instituto y perder clase, pero para mí no era así, para nada, en lo absoluto. Ellos son lo suficientemente desafortunados para no conocer el verdadero valor de un libro, que tanto puede significar para ti.

Únicamente íbamos mi grupo y unos cuantos tutores en ese recorrido, ya que mis compañeros de primero B habían acudido unos días antes.

Cuando nos avisaron que los autobuses se encontraban listos y los profesores empezaron a señalarnos que subiéramos, todo primero A empezó a llenarlos. No eran los normales, amarillos, malolientes autobuses. Tampoco eran aquellos con televisión, refrigeración y sillas extremadamente cómodas. Eran como un punto medio, y eso estaba perfecto para mí.

Mis compañeros ocuparon aquellos asientos rojos reclinables; junto a ellos, ventanas con cortinas, y encima, un techo color grisáceo.

El viaje fue, en mi opinión, bastante largo. Muchos de nosotros éramos incapaces de esperar para llegar a la feria del libro.

 

Llegada

Entramos a la UABC, un lugar con el que no era para nada familiar, habiendo estado ahí alrededor de dos veces en mi corta vida.

El pasto y los árboles tenían un hermoso color verde, aquel verde brillante que ya no se puede apreciar actualmente.

Caminamos por todos lados por un rato, apreciando a niños, adolescentes y adultos deambulando por ahí. Tratamos de entrar a la famosa biblioteca, pero había demasiadas personas en ese momento.

Esperamos afuera por alrededor de quince minutos, guiados por los profesores que nos habían acompañado: Martha Andrade, Luis Carlos Chávez y Cecilia Urbalejo, admirando la flora bien cuidada.

Cuando por fin logramos ingresar, admiramos el hermoso mural, lleno de colores y figuras. Hay muchas cosas que no recuerdo de ese día, pero definitivamente qué tan grande es esa obra. Llena de colores (azules, verdes, marrones) y figuras de todo tipo (bailarinas, máscaras de teatro, el Hombre de Vitruvio).

A ese punto, yo podía notar cómo mis compañeros se estaban aburriendo, volviéndose más y más desinteresados conforme el tiempo pasaba.

Lamentablemente, como ya he mencionado, no recuerdo mucho de ese recorrido.

Salimos de la biblioteca y nos dirigimos a otro edificio cerca de ahí, dirigiéndonos a una sala con varias sillas para diversas escuelas. Encontramos nuestros lugares y nos sentamos, esperando el discurso que estaba apunto de dar el tallerista Feli Dávalos, escritor y creador del programa de radio de hip-hop de la Universidad Iberoamericana.

En ese entonces, no me importaba mucho ni conocía para nada el trabajo de Feli Dávalos, y tal vez lo hubiera logrado si tan sólo hubiera puesto un poco de atención a sus palabras. Pero no lo hice.

Cuando la presentación había terminado, nuestros tutores nos llevaron a una habitación en donde tendríamos la oportunidad de hablar en una estación radiofónica no muy conocida, dirigida por alumnos de la UABC. Muchos de mis compañeros aprovecharon la oportunidad de participar en la radio, algunos gastándola con tonterías. Yo no quise decir nada.

 

Tiempo libre

Y, por fin, el momento que estaba esperando con ansias, el momento en el que podría andar por la feria del libro sin supervisión, sin ningún adulto. ¡Tiempo libre! 

Empezamos a caminar por ahí, en grupos pequeños, observando los puestos.

Se me hizo algo extraño ver tanta variedad de objetos. Había joyería, discos, pósters, instrumentos, amuletos, entre muchas otras cosas.

Cuando mis amigas y yo nos detuvimos en un puesto, debí de haber perdido la noción del tiempo, ya que me encontré a mí misma sola.

El pánico me recorrió el cuerpo por unos instantes, mezclado con un extraño sentimiento de libertad. Me tomó unos momentos recuperar la compostura y darme cuenta de que estar sola en esta situación era para lo mejor. Podía recorrer todo el lugar sin contenerme y, eventualmente, me toparía con algún niño de mi salón.

Después de diez minutos hallé a otras compañeras. Todas juntas, decidimos salir, todo el movimiento y el sonido sofocándonos. Afuera había puestos de comida, helados, paletas de nieve, etcétera.

Eventualmente, volvimos a entrar. Dándome cuenta de que el tiempo libre que nos habían dado casi terminaba, me separé de mis amigas y di con el libro que quería comprar desde el inicio: The Mark of Athena.

 

Salida

Cuando todos regresamos al punto de encuentro, decidimos que era hora de irnos.

Todos volvimos a subir a ese autobús, a sentarnos de nuevo en esos asientos rojos, exhaustos tras un largo día, aunque sólo hubieran sido alrededor de dos horas.

Arribamos a la escuela, la emoción terminándose para volver a nuestras clases normales.

 (Segundo grado de secundaria, 2017)