domingo, 20 de agosto de 2017

Mi bisabuela Eva de Islas: la entrega a los demás

Marián Andrea Islas Siqueiros

Mi bisabuela Regina Eva García Galindo nació el 26 de diciembre de 1937, como está asentado en su acta de nacimiento, en Otinapa, Durango. Su padre, Filemón García, era un hombre trabajador con orígenes de Veracruz, y su madre, María de Jesús Galindo, una mujer muy enfermiza que trató de vivir con sus hijos el mayor tiempo posible.

Más de la mitad de su niñez la vivió en Otinapa. Se entretenía jugando al bebeleche, las canicas, las escondidas. Su primaria la estudió en la escuela Miguel Alemán Valdés.

Alrededor de 1950, a los 13 años de edad, se mudó a Mexicali con sus padres y hermanos. Llegaron en tren llenos de ilusión, porque sus familiares les insistieron y les dijeron que esta era una tierra llena de oportunidades.

Dos años después su madre falleció por un problema abdominal, y mi bisabuela se quedó a cargo de tres hermanos, de 10, 5 y 1 año, respectivamente.

Continuó con sus estudios en una academia de secretariado, ya que no contaban con recursos para que pudiera asistir a la secundaria. Pronto empezó a trabajar en un escritorio público, según mencionó en una entrevista.

A los 18 años se casó con su fiel acompañante, Arturo Islas Morales, y dejó de trabajar, pero sin dejar de apoyar a sus hermanos, ya que dependían de ella. Su única hija, María de Jesús del Carmen Islas García (mi abuela), nació dos años más tarde.

Ella y su esposo se unieron a varias asociaciones, como el Club de Leones Internacional y la Cruz Roja. Al entrar a ellas, empezaron a hacer amistades entrañables y comenzaron a cumplir sus objetivos de vida, que eran viajar por el mundo.

Don Arturo, como todos lo llaman, se convirtió en gobernador del Distrito B-1 del Club de Leones –que corresponde a los estados de Baja California y Sonora, representando a México– y Eva fue dama presidenta, por lo que iniciaron sus viajes. Primero asistieron a convenciones por  toda la república mexicana, y posteriormente viajaron a Europa, China, Tailandia y muchas partes más. 

El viaje que Eva más disfrutó fue el que realizaron a tierras tailandesas; en la entrevista mencionada comentó que quedó impactada con sus hermosos paisajes y su cultura. La anécdota más contada por ella es de cuando se montaron en elefantes. “¡Es horrible, se movían de un lado a otro, enormes y hermosos!”, dice con mucha alegría y entusiasmo.

Después Eva entró al grupo de damas del niño Deficiente Mental, en el cual realizaban actividades para recaudar fondos. Posteriormente salió de ese grupo para formar, junto a unas grandes amigas, el de Damas Voluntarias de la Cruz Roja, que presidió del año 2002 a 2003 y donde ofrece su servicio hasta la fecha.

En un reconocimiento que recibió se menciona: “Por su responsabilidad y entrega hacia la Cruz Roja, este presente se le reconoce a la honorable Eva de Islas”.

Ella siempre ha dado este consejo: “Recomiendo que en cualquier oportunidad que tengas visites lugares, que aprendas de las diferentes culturas, y que lo que hagas, por pequeño que sea, lo hagas con mucho amor y entrega”.

1 comentario:

  1. Gran amor y admiracion hacia su bisabuela buen escrito Marian y gracias maestro

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