martes, 8 de marzo de 2022

Olvidada en la primaria Leona Vicario

Daniela Gómez Chávez


Eran los años veinte en Mexicali, Baja California, cuando una nueva escuela forjaba sus cimientos en la que después sería la avenida Reforma.

Veintiséis años más tarde, la década de los años cincuenta, sin duda, fue muy importante para nuestra hermosa ciudad: en 1952 Baja California fue declarada un Estado Libre y Soberano, teniendo a Mexicali como su capital, que poco después de erigiría como municipio.

Gracias a todas las personas que cruzaban la línea fronteriza a diario, la ciudad incrementó su población, que para aquel entonces estaría conformada por un poco más de 120 mil habitantes, distribuidos entre la zona urbana y su hermoso valle.

* * *

En esta escuela había una bella maestra pianista. Sus clases eran siempre en el salón de música ubicado enfrente de la gigante puerta principal. El salón era blanco y en cada esquina de éste se podían escuchar las notas provenientes de aquel piano negro cuando la maestra lo tocaba.

Era el último día de clases del ciclo escolar en curso. Los niños anhelaban dormir catorce horas seguidas, ver televisión y no pensar en ningún maestro, y los maestros solamente querían dejar de escuchar a los alumnos pelear o dar excusas de por qué se les había olvidado la tarea.

Sonó la campana de salida y todo el mundo salió disparado, menos la bella maestra pianista, quien se quedaba todos los días hasta altas horas de la noche solo para seguir tocando el que ella sentía como el instrumento más hermoso de todos.

* * *

Sin embargo, esa ocasión sería muy diferente a todas las demás. La escuela quedó vacía. Eran aproximadamente las nueve de la noche. La maestra, después de su ensayo vespertino, planeaba regresar a casa para disfrutar de sus dos meses de vacaciones.

Pero no se esperaba que, al llegar a la única puerta de salida, ésta se encontraría cerrada. Sin ninguna alternativa decidió dejar de luchar, alguien vendría por la mañana y la sacaría de aquel oscuro salón. Así cedió a la oscura noche y se inundó en un sueño profundo.

Los días pasaron y nadie parecía dar un solo paso por la escuela. La maestra no podía más con el hambre, la sed la mataba. Después de su primer mes,  quedó postrada en el umbral de la puerta, dando su última respiración mientras admiraba el hermoso piano negro que solía brindarle tanta felicidad.

* * *

Después de tantos años, en Mexicali se cree que aquella pianista sigue rondando la vieja escuela, y que a altas horas de la noche se puede escuchar cómo toca su adorado piano con una belleza espectacular.

¿Será la maestra intentando decirnos algo, intentando que la notemos? No se sabe. Pero, por lo pronto, lo único que podemos hacer es disfrutar de sus hermosas melodías y revisar todos los salones antes de cerrar.

Tercer semestre de preparatoria (2015).


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