viernes, 1 de febrero de 2019

La final del mundial


Alejandro Sánchez Valdés

El mundo gira alrededor del balón.
Corazones estremecidos de emoción.
Bocanadas de orgullo y esperanza.
No es una fiesta ni una boda.
Es la final del mundial.

Moscú es blanco como la nieve.
Pero los aficionados se encargan del color.
El estadio es una granada a punto de explotar.
Las estrellas distantes completan el cuadro,
mientras emerge curiosa la luna.

Vivo y muero jugando al futbol.
Respiro y me ahogo en la cancha.
Corro y vuelo por la vía láctea,
con la mirada fija en el gol.
El futbol es una paradoja.

Brota un silbatazo a lo lejos.
Se dilatan los ojos y detienen corazones.
Rueda la pelota en el impecable césped.
La actividad que paraliza al orbe.
Angustia e ilusión entrelazadas de la mano.

El futbol es un vil negocio.
Pero también es mucho más que eso.
Lo sé y lo siento en el alma.
Es un arte ancestral modificado
por la corrupción humana.

Hay veintidós millonarios en la cancha.
Veintidós egos con hambre de triunfo.
Veintidós hombres cuyo futuro depende de esa noche.
No hay error para ellos.
Es cuestión de vida o muerte.

Escucho el silbatazo final del partido.
La magia desaparece al instante.
Rusia vuelve a ser blanca.
No hay consuelo para nadie.
Solo llanto y melancolía esparcida en el aire.

Cuarto semestre de preparatoria (2018)

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