Todo comenzó el 26 de julio de 2016; faltaba una semana exacta para entrar a clases y los nervios me inundaban. Esta era una nueva etapa en mi vida, al igual que la de muchos de mis compañeros. La idea del primer día de clases en la preparatoria del Salvatierra me aterraba de verdad; pero traté de no pensar tanto en ello y me
dediqué a disfrutar mis últimos días de vacaciones.
Ir a una escuela con nuevos
compañeros, maestros, normas y todo eso… era una idea que ya llevaba tiempo asimilando (comienzos de tercer año de secundaria). Por ello fue que cada día que pasaba en mi querido Colegio Frontera (que fue como mi segundo hogar) disfrutaba cada momento, ya que eran como mi familia, después de haber estado ahí nueve años.
Así que,
claro, la idea de iniciar
esta etapa de cierta manera era algo difícil. Pero cuando llegó ese día
en realidad traté de tomármelo con calma. Tal
vez al principio de la jornada no era nada como yo lo esperaba.
Me había levantado temprano para no llegar tarde sobre todo en el primer día de clases; pero, pensando que el horario de entrada era las 8:30 a.m., siendo en realidad las 8:00 a.m., llegué un poco tarde.
Y fue algo incómodo, sobre todo en el primer día: todos ya estaban en sus asientos,
quedando solo un lugar en la primera fila. Y fue horrible, porque
de verdad
no
quería dar una mala impresión. Deseaba con toda mi alma el que no llegara la hora del recreo, porque ahora sí estaría muerta. Tenía mucho
miedo, ya que había
así
como grupitos de gente que se conocían, y no sabía muy bien cómo acercarme a
ellos sin
parecer una loca.
Pero al final de este no me fue tan mal: hice dos amigas y un amigo nuevo, y, aunque no conocía a todos los maestros, los que se presentaron me cayeron muy bien. Eso fue el primer día de la semana de inducción, la cual de verdad agradecí, porque esa fue una semana para adaptarnos todos en general, conocernos; la escuela (sus instalaciones, programas que tiene, etcétera)
y saber cuál era la forma de trabajo y evaluación de cada uno de los maestros.
La universidad es otro tema fundamental. Si la secundaria son tres años y se pasan volando,
la prepa, que es igual, ¡imagínense!; si pensamos, ya no nos falta tanto tiempo para tomar esa decisión
tan importante en la vida: ¿qué quiero estudiar?, ¿qué voy a estudiar?, o ¿cuál es la vocación de mi vida? Y, claro, a los padres les preocupa ver a sus hijos crecer tan rápido, porque cuando llegue ese momento de hacerse la pregunta el único que podrá responderse será uno mismo.
Ya faltando pocos días
para entrar, podía escuchar la opinión de mucha
gente de la preparatoria del Salvatierra, entre ellos mis familiares: “Esta será de las mejores etapas de tu vida, disfrútala al máximo”, “Aquí harás los amigos de tu vida”, “El Salvatierra es una excelente escuela, aprovéchala”. Mi madre, antes de inscribirme aquí, me dijo: “¿Es aquí donde quieres entrar?”.
Mucha gente me daba su propia opinión del Salva.
Algunos decían
que
aquí vendían drogas, que era muy pesado el ambiente, que había muchas
personas sangronas, y otros comentarios muy positivos la describían como una excelente preparatoria. Pero no es
que
no me gustara, en realidad no sabía a qué
escuela me quería meter; lo único
que
no quería era entrar al COBACH o
al CECYTE, prefería una escuela privada.
Había tantas opciones, pero para mí las únicas eran el Salva, el CETYS o el
Colegio de las Américas; no sé, las demás escuelas no me llamaban mucho la atención. Pero dije: ¿por
qué no intentar algo nuevo y
arriesgarse? Yo estaba acostumbrada más bien a una escuela pequeña, con pocos alumnos… pero supe que quería cambiar eso. Y así fue como me inscribieron aquí. Y la
verdad es que yo no quería tener expectativas demasiado altas acerca de la prepa, porque me podía llevar una sorpresa.
Tampoco quería
juzgar antes de tiempo, así que conocí primero la escuela y luego a mis compañeros. Tenía algunas expectativas, como el hacer nuevos amigos, adaptarme a la forma de trabajo, a
los
maestros, y por supuesto sacar buenas notas; pero no estresarme tanto por el 10, sino
divertirme y pasármela bien en
mi
estadía.
Otra
de mis expectativas ahora es salir muy bien preparada para lograr ingresar a la
carrera y universidad que deseo, crecer, enriquecerme y formarme como persona;
aprender de todas y cada una de las experiencias que tenga, estar totalmente
segura de lo que voy a estudiar, y a la vez estar muy feliz con mi decisión;
sentirme muy contenta y orgullosa por todo lo que he logrado, y no solo, como
ya dije, encontrar o hacer nuevos amigos,
sino amistades de esas que duran para toda la vida.
Adquirir
más confianza en mí misma, entender quién soy y por qué soy como soy, y amarme así,
con mis defectos y virtudes. Aprender de cada maestro que tenga no solo
conocimiento, sino la forma de ser distinta de cada uno, vivir la vida al
máximo, exprimir cada momento, ilustrarme y empaparme de un poco de cada uno de
mis compañeros; sentirme parte de la experiencia y familia Salva y crear un
bonito lazo. Madurar y esforzarme para lograr mis ideales y objetivos. Ser
feliz y apreciar lo que tengo, que al término de la preparatoria me queden muy
bonitos recuerdos de esta.
Que
siga en contacto con mis amigos de la secundaria y que las que pensé que eran
amistades para toda la vida prevalezcan; rodearme de personas llenas de buenas
vibras y deseos. No arrepentirme de nada, sino de cada momento triste o amargo
sacar algo bueno, y solo deseo ser yo y sentirme bien conmigo misma.
Esta nueva escuela
significa un nuevo
desafío para mí, y como me gustan los retos y las cosas nuevas decidí aceptarlo y no rendirme antes de tiempo; y, claro, una actitud positiva ante todo. Quizás el primer día no fue tan como lo esperaba, pero me dije: ¿y qué tal si mañana me va mejor? Y la verdad
es
que sí me gustó el Salva, y puedo
decirlo de lo poco que
tengo conociéndolo, a pesar de algunos comentarios negativos sobre él.
Debo decir que esta fase puede ser más de lo que esperaba.
La secundaria fue una buena etapa
(con mayores libertades que en la primaria, y eso me agradaba), y ahora en la prepa muchas más; pero es cierto
que entre más libertades tengas, también más responsabilidades. Una de las cosas que más me
llamó la atención fueron los recreos y la hora de salida. En
mi
colegio pasado sólo teníamos un receso de 30 minutos, y ya como a las 10; pero aquí tenemos en cada hora (de 10
o 15 minutos).
La salida es más temprano, ya que
aquí tres días salimos a la 1:00, lo
que me parece un alivio. El tener nuevos compañeros,
también, porque en cierto punto conocía a la misma
gente de toda la vida, debido a que algunos estuvieron
desde primero de primaria
conmigo, y otros desde preescolar. Y, pues sí,
a pesar de todo extraño demasiado a
mis
compañeros.
Creo que es aquí cuando te darás cuentas de quiénes son tus verdaderos amigos y quiénes tal
vez
no. Finalmente, espero
algún día poder volver a leer
este
texto y haber finalizado la preparatoria, que esta sea una bonita experiencia para mí y que la mayoría de mis expectativas se cumplan.
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