Desde que nací mis padres me leían para entretenerme. Me contaban
que me gustaba mucho cuando lo hacían. A mis dos años me compraban muchos
libros; recuerdo que algunos eran de Elmo, y esos eran los que más me atraían.
Ellos me los leían o yo hacía como si los leyera, inventando mi propia
historia, ya que en ese entonces no sabía leer.
En cuanto a la escritura nunca fui de esas personas que les gusta,
ni de pequeño me llamó tanto la atención. Miraba cómo mis familiares escribían,
ya fueran mis padres, primos o hermanos mientras hacían sus tareas. Solo me
preguntaba cómo era que escribían tanto, cosa de la que me fui dando cuenta
conforme el paso de los años.
Algo que sí me gustó mucho de pequeño fue jugar a la escuelita con
mis primos, y mi prima la mayor de todas me enseñó bastante, pues ella sabía
leer y escribir.
Cuando tenía seis años ya había pasado a primer grado de primaria.
Fue una nueva etapa, que disfruté mucho, porque fue cuando desarrollé más mi
lectura y escritura, ya que antes escribir era lo que más se me dificultaba,
porque –como ya dije– nunca fui una de esas personas que les interesa la
escritura.
Los cuatro primeros grados de primaria me sentí muy inclinado
hacia la lectura, pues siempre la practicaba; me agradaba bastante, porque era
algo nuevo y aprendía gran cantidad de cosas. Cada viernes pedía un libro a mi
profesora, pues en el salón teníamos un “rincón de libros”, los cuales podías
tomar con su permiso. El que más me interesó fue uno que trataba sobre el
águila que está devorando a la serpiente, y la historia del símbolo patrio de
nuestra hermosa bandera.
En primaria también me atraía leer con frecuencia acerca de los
niños héroes –que era mi tema favorito desde el jardín–. Nunca tuve un libro
sobre eso, pero en la computadora de mi hermano mayor buscaba textos al
respecto, ya que me encantaban. Mi sueño era visitar el Castillo de
Chapultepec, aquel tan nombrado en todas las narraciones; y ese sueño se me
cumplió en el 2012, cuando acudí a un nacional de basquetbol.
Desde que pasé a la secundaria poco a poco he perdido el interés
por la lectura, aunque entonces fue cuando más libros leí, en primer grado.
Fueron exactamente cinco: cuatro de ellos eran de la serie de El diario de Greg; y del otro no recuerdo
su nombre, pero es uno que me maravilló y que en ningún momento quería abandonar.
Igualmente perdí interés por la escritura, pero siempre estoy tratando de
recuperarlo de alguna manera.
Para seguir leyendo sin comprar libros entro a internet a buscar
relatos, también leyendas; pero trato de que sean de terror, porque es mi tema preferido
en estos momentos. Eso es lo que más me entretiene y puedo durar horas en su lectura.
Espero que leer me vuelva a llamar mucho la atención en la
preparatoria, como en la primaria, ya que es algo increíble, porque mientras
lees te vas imaginando toda la historia, e incluso puedes soñar con los ojos
abiertos. Es asombroso cómo solo unas letras pueden lograr tal cosa.
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