domingo, 11 de diciembre de 2016

Princesa del atardecer


Personajes
  •  Jun 
  • Eros
  • Tío
  • Jefe de los asesinos
  • Asesinos

ESCENA I
Vestida con un hermoso yukata colorido con patrones de pequeñas flores, Jun se encuentra cortando y jugando con pequeñas flores en el jardín del palacio, un día soleado con un buen clima. Sin embargo, de un lado del jardín viene caminando un joven llamado Eros, con un camisón un tanto suelto, pantalón negro, fajado con un cinturón café con una espada y botas cafés.
EROS: (se recarga en un bloque, con voz burlona) ¿No crees que ya eres demasiado grande para jugar con las flores? Te estuve buscando. (Suspira y se rasca la cabeza) Me preocupaste un poco.
JUN: (sonriente y juguetona) Jamás es tarde para jugar un rato. Además, solo quería estar un poco afuera. (Mira hacia arriba) Incluso es un buen día, no hay razón para estar encerrada en la habitación.
EROS: (le sigue la mirada hacia arriba) Bueno… tienes razón, es un buen día. (Mira de nuevo a Jun) ¿No estás nerviosa?
JUN: (mira de nuevo a Eros e inclina la cabeza en poco) ¿Nerviosa? ¿Por qué lo estaría?
EROS: (se recarga de lado en el bloque y suspira) No me digas que lo olvidaste. Hoy, a las diez de la noche, cumples 18, y además ya puedes reclamar el trono que te corresponde, Jun. También el hecho de que me alcanzaste en edad.  
JUN: (se sienta sobre sus piernas y agacha la mirada) Si, lo recuerdo, pero no quise también recordar el hecho de que mis padres no están conmigo. Hace tres años que ya no están a mi lado. (Coloca su mano en el pecho y la aprieta) Siento un vacío enorme en mi pecho…
Eros deja de recargarse en el bloque y va caminando lentamente hacia Jun.
EROS: (se hinca enfrente de Jun) Sé que es doloroso que tus padres no estén aquí. Yo también los consideraba personas importantes en mi vida. Fueron ellos los que me sacaron de las calles del distrito, me alimentaron, arroparon y curaron heridas que fueron hechas sobre mí… (la mira a los ojos y sonríe) al igual que conocí a la persona más importante para mí.   
JUN: (mira a Eros y sonríe) Sí, tú te convertiste en una persona muy importante para mí también. Tú eres mi mejor amigo.
Eros se le queda mirando sorprendido y sonríe de nuevo.
EROS: Sí… tu mejor amigo. (Se pone de pie y se rasca la cabeza) Bien, creo que debemos volver a la habitación de estudios. Todavía te quedan pendientes por hacer.
JUN: (sonriendo) Sí, está bien, Eros. (Se levanta y empieza a caminar hacia la entrada del palacio, en tanto Eros se queda mirándole la espalda mientras camina).
EROS: (mira hacia arriba de nuevo) Amigos, ¿eh…? Sí, solo amigos.
Va a alcanzar a Jun, que entra al palacio.

ESCENA II
Tío se encuentra sentado en una gran silla cubierta con piedras preciosas, vestido con una túnica bastante elegante y portando una corona. Está leyendo un pergamino.
TÍO: (baja el pergamino violentamente y grita) ¿Qué haré ahora? ¡Mi sobrina está a punto de quitarme lo que me costó! (Se levanta del trono) Debo hacer algo, si no lo que he hecho hasta ahora será en vano. (Camina de lado a lado de la habitación, hasta que se para en seco. Sonríe maliciosamente) Haré lo mismo que le hice a mi querido hermano y su amada esposa: ¡haré que la maten y de la misma manera! Enviaré a los asesinos, ya que si no ellos vendrán por mi cabeza; les debo mucho y con mi vida se saldarán las cuentas. (Se dirige a una pequeña mesa que se encuentra cerca de la ventana, sobre la cual hay una pequeña caja con cerrojo; saca de su cuello un cordón en el que está atada una pequeña llave. Toma la llave y la incrusta en la caja; de ella saca un pequeño silbato) ¡Excelente! Lo único que falta es escribir la nota. (Ve hacia el cielo) Si estoy en lo correcto, falta poco o ya es el mediodía. Tardarán en llegar unas dos horas, si aceptan el mandato. (Toma el silbato y sopla en él) Ahora es cuestión de esperar (introduce de nuevo el silbato en la caja, la cierra y se va caminando de vuelta al trono).
El tío, mientras espera, comienza a leer otros pergaminos y atender otros asuntos. De pronto, en las paredes se empiezan a escuchar crujidos, y en un instante aparece un hombre con ropa rasgada y una espada en la espalda, acompañado de otros con similares ropas, pero con dagas en los cinturones.
JEFE DE LOS ASESINOS: (cruza los brazos, con voz profunda) Bien, henos aquí de nuevo. Ahora, en esta ocasión, ¿qué se le ocurre a tu mente tan retorcida?
TÍO: (con voz nerviosa) Los he llamado para que cumplan otro pedido y es el de desaparecer a mi sobrina Jun.
JEFE DE LOS ASESINOS: (con voz burlona) ¿Qué? ¿Temes que tu sobrina te quite todo y termines en la nada? 
TÍO: (irritado) Quiero que la maten en el momento de su ceremonia. Que se haga ver que fue un accidente, o lo que sea.
El jefe de los asesinos va caminando lentamente al trono y se para frente al tío.
JEFE DE LOS ASESINOS: (serio) Eso no se va a poder.
TÍO: (sorprendido) ¿Qué? ¿Por qué?
JEFE DE LOS ASESINOS: Me debes mucho, ahora me quieres deber tu alma. Recuerda que el trabajo de matar a tu hermano era al triple de mi precio establecido. Además, maté a su mujer. Ya eso equivale a toda tu vida.
TÍO: (nervioso) Pero…
El asesino saca su espada y la pone frente a la nariz del tío.
JEFE DE LOS ASESINOS: Hazlo tú mismo. (Saca una daga de un bolso del cinturón) Tómala, tiene algo de veneno en ella.
El tío toma la daga y la guarda. El jefe de los asesinos se va caminando de regreso adonde se encontraba.          
JEFE DE LOS ASESINOS: Haremos esto: si no me das a tu sobrina sin vida, yo vendré por tu cabeza y estaremos a mano.
El jefe de los asesinos y sus hombres desaparecen en un instante de la vista del tío, dejándolo solo en la habitación, con la daga envenenada.

ESCENA III
Jun se está preparando para la ceremonia. Se encuentra en su habitación cambiándose de vestido,  mientras que Eros la espera afuera, en el pasillo.
EROS: (recargado en la pared) ¿Cuánto más te falta? Ya solo te queda una hora antes de que tu ceremonia comience.
JUN: (colocándose un encaje) Ya casi, solo me falta lo último.
EROS: (quejándose) ¡Rayos…! Te la pasaste desde el mediodía hasta las nueve de la noche jugando, y se te olvidó preparar tu ropa para la ceremonia.
JUN: (burlona) Pero sí terminé todos mis pendientes. Además, ya tenía pensado qué ponerme.
EROS: (quejándose) Eso es cierto. Bueno, qué más da, esto es más sencillo.
JUN: (alegre) Listo, ya estoy lista. Ya puedes pasar.
Eros entra a la habitación de Jun y se para en seco al ver a Jun, que viste un yukata morado con patrones de pétalos rosados.
JUN: (alegre) ¿Cómo me veo?
EROS: (sorprendido) En verdad te gustan las flores. Pero te falta algo.
Eros saca de su bolsillo un pequeño broche de una sakura y lo coloca lentamente en el cabello negro de Jun.
EROS: (levantando el mentón de Jun, viéndola a los ojos) Es mi regalo de cumpleaños, espero que te guste.
JUN: (sonriendo) Sí, me encanta.
Se quedan unos instantes viéndose frente a frente, después Eros recobra la compostura.
EROS: (alejándose un poco) Bien, vámonos, tenemos que ir a ver a tu tío, me lo pidió.
JUN: (sonrojada y con sonrisa nerviosa) Sí, está bien.
Salen de la habitación, dirigiéndose al gran salón ceremonial.

ESCENA IV
Llegan a la habitación donde se llevara a cabo la ceremonia, preparándose antes de que arriben todos los invitados. De repente sale el tío de Jun.
TÍO: (extendiendo los brazos y gritando) ¡Sobrina, qué gusto de verte! ¿Estás lista? (Abraza a Jun).
JUN: (con sonrisa nerviosa) Sí, creo que lo estoy. (El tío la suelta).
TÍO: Te ves hermosa, como las flores en primavera, y como las estrellas que iluminan el cielo nocturno.
JUN: (sonriendo) Te lo agradezco.
TÍO: Jun, necesito decirte algo, pero tendrá que ser entre tú y yo (se queda mirando a Eros).
EROS: (sospechando) Lo entiendo.
TÍO: (sonriendo) Bien, te espero adentro, Jun. Eros, deberías prepararte tú también para la ceremonia.
EROS: (serio) Ya lo estoy. (Le sostiene la mirada al tío).
TÍO: (serio) Entonces date una vuelta en el palacio. Te regresaré a Jun en unos instantes.
Eros se queda mirando a Jun y regresa fijamente la mirada al tío.
EROS: (irritado) Vuelvo en un instante, de acuerdo, Jun.
Jun mueve la cabeza afirmando, mientras que Eros se da la vuelta y se va caminando por el pasillo.
TÍO: Vamos, sobrina.
Entran los dos al cuarto ceremonial.
TÍO: (con voz sarcástica) Es una lástima que tus padres no estén aquí, Jun. Estarían orgullosos de ti.  
JUN: (agacha la cabeza) Gracias. Sí, los extraño mucho.
El tío abraza de nuevo a Jun y de la manga saca la pequeña daga.
TÍO: (con voz sádica) Dime, ¿quisieras volverlos a ver…?
JUN: (triste) Sí, sí quisiera…
TÍO: (con voz sádica) Entonces, déjame darte eso como tu regalo de cumpleaños…
JUN: (mirándolo) ¿Eh...?
El tío se prepara para clavarle la daga en la espalda, cuando se escucha un grito en la habitación.
 EROS: ¡Jun, abajo! (Saca su espada y corre a ayudar a Jun).
Jun se agacha y el tío retrocede.
EROS: (enfrente de Jun, con la espada empuñada) ¡Sabía que tenías algo planeado, no te dejare que lo vuelvas a hacer…!
JUN: (sorprendida) ¿Volverlo a hacer…?
EROS: (irritado) No te lo quise decir, Jun, pero este monstruo mató a su propio hermano.
JUN: (sorprendida) ¿Qué?
EROS: (molesto) No te lo quería decir para no lastimarte más, pero vi cómo tu tío hacía un pacto con el clan asesino para que matara a tus padres. Los vi cuando regresaba de las clases de uso de espada, en la entrada principal del palacio.
JUN: (retrocediendo, con lágrimas en los ojos) ¿Es eso cierto?
TÍO: (sonriendo con malicia) No podía dejar que mi hermano mayor se quedara con toda la gloria, yo quería todo para mí. Pero en sus últimos momentos solo sonrió como siempre, y me dijo que te cuidara. Sin embargo, eso ya ha llegado a su fin, ¡yo lo quiero todo!
Eros y el tío de Jun se enfrentan en una pelea brutal con las espadas, pero Jun se queda inmóvil unos instantes. Se escuchan crujidos en las paredes y Jun observa que su tío alcanza a cortar el brazo de Eros, por lo que decide tomar un arco y flechas que se encuentran en la habitación que le pertenecía a su padre y representaban un tesoro familiar. Prepara una flecha y la apunta a su tío
TÍO: (burlón)  ¿Qué crees que haces, Jun? Tú no sabes usar eso.
JUN: (con lágrimas en los ojos y molesta) ¡Por supuesto que sé usarlo! Mi padre me enseñó.
Jun se coloca al lado de Eros.
TÍO: No sé por qué no te maté desde el principio. Fue el hecho de que cumplí la última voluntad de mi hermano, pero ya es suficiente.
El tío saca otra espada que tenía escondida en su espalda. Pero antes de dar un paso se queda inmóvil, se hinca y cae al piso, dejando ver varios cuchillos clavados en su espalda. Tras él aparece un hombre con ropa rasgada. Jun y Eros apuntan sus armas contra él.
JEFE DE LOS ASESINOS: No te preocupes, no te haremos nada, solo que el tiempo del trato acaba de llegar a su límite. Son las diez.
EROS: (cubriéndose el brazo) ¿Trato? ¿Qué trato?
JEFE DE LOS ASESINOS: Para pagarme. Sin embargo, no lo hizo.
JUN: (apuntando el arco y flecha hacia él) ¿Cuál era el pago?
JEFE DE LOS ASESINOS: Tu cabeza… (Toma la daga) Todo acabó…
Desaparece el hombre, dejando solos a Jun y a Eros. Este se hinca.
JUN: (suelta el arco y la flecha) ¿Qué te pasa?
EROS: (sudando un poco) La daga… creo que tenía veneno.
JUN: (entra en pánico) ¿Qué hago? (Mira a su alrededor y ve una pequeña caja en el piso, donde se encontraba el hombre misterioso. Corre hacia la caja y ve que contiene hierbas trituradas con agua).
EROS: (sudando y tapando la herida con su mano) Eso… es el remedio para el veneno…
JUN: (voltea rápidamente) ¿En serio? (Corre hacia Eros, se hinca y con los dedos unta un poco de remedio en la herida).
EROS: Con eso estará bien. (Mira a Jun) Pensé que te pasaría algo. (Con voz seria) No quise perder a otra persona preciada para mí…
JUN: (le regresa la mirada y la mantiene) Yo tampoco. Eres lo único que me queda.
EROS: Al igual que a mí, eres lo que yo más quiero. (Toma a Jun y la abraza fuertemente). Déjame quedarme contigo.
JUN: (abraza a Eros) Entonces hazlo, quédate.
Se cierra el telón.

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