jueves, 12 de mayo de 2022

El tiempo de los cambios

Ethan André Rivera


Durante mi primer año en la escuela secundaria no fui muy santo que digamos: solía dormirme en clases, no ponía casi nada de atención; no estaba acostumbrado a hacer tareas y muy de vez en cuando hacía una; también me portaba mal, no sé por qué, pero tenía como veinte reportes y solo dos llegaron a mi madre. Pero, bueno, al menos ya no soy tan irresponsable como antes. (O sea: casi repruebo el primer año de secundaria). 

Pero, bueno, les contaré cómo fue que modifiqué poco a poco mi actitud, mi forma de ser, yo en general. Fui cambiando con el tiempo, dejé de ser tan irresponsable como lo era antes y me empecé a tomar las cosas en serio. Ya no era el mismo niño que se la pasaba jugando. Soy el adolescente que se la pasa jugando, solo que no juego cuando no debo.

También hablaré sobre amigos que conocí y profesores que me enseñaron muy bien y otros que me ayudaron, en cierta forma, a ser como soy ahora. En fin, cómo es que hice lo que me propuse y logré ser un mejor ser humano, aunque ciertamente aún me faltan cosas por mejorar y aprender, y así será toda la vida.

En los primeros años de secundaria no me fue muy bien, en especial en los primeros dos bimestres (en ese tiempo había bimestres). De hecho, estuve a punto de reprobar el primer año. Durante ese tiempo asistía a una escuela de Tijuana, que era bastante exigente y estricta, tomando en cuenta lo que de verdad me enseñaron correctamente. Se suponía que era la mejor, pero estoy seguro de que había mucho mejores que esa. En fin. Tras la primera mitad del año tuve que venir a vivir a Mexicali, por el trabajo de mi madre y porque ella quería estar cerca de mi familia (su madre, en sí).

Después de mudarme aquí, a Mexicali, traté de entrar a la Secundaria Técnica 2, pero mis calificaciones no lo permitieron. Entonces, solo me quedaba la Secundaria No. 18 Magisterio, de la cual al principio pensaba que no era muy buena, pero en realidad sí lo era. De hecho, aprendí muy bien ahí y tuve muy buenos amigos. En lo personal me parece una muy buena escuela. Quizás se mira un poco vieja y los alumnos pueden no ser los mejores, pero los profesores eran geniales, y las profesoras también.

Aunque el primer año me resultara muy complicado, en el segundo se me facilitó un poco más, no demasiado; seguía siendo bastante mal estudiante y me dormía en clases. Pero, bueno, cosas que ocurren. Antes de pasar al tercer año fue cuando me empecé a aplicar. Quería aprobar, a pesar de que tuviera que sacrificar esas horas de juego que tanto amo, o que a veces tuviera que faltar a mis entrenamientos de judo con tal de completar trabajos y tareas.

Al final alcancé a sacar muy buenas calificaciones y nunca bajé de ocho en ninguna materia, lo cual para mí es un logro, puesto que sigo siendo algo flojo. Pero ya es preparatoria, tengo que ponerme pilas ahora sí, como se suele decir.

Hablando de mis amistades y mis maestros de la secundaria, hubo dos en especial que fueron mis mejores amigos. Bueno, amigo y amiga: Lucio y Yéssica. Hablábamos de todo entre nosotros, bromeábamos, salimos un par de veces; en las tardeadas de la escuela me la pasaba con Lucio. Aunque Yéssica estuviera con sus amigas, nos divertíamos entre los panas, porque, la verdad, hacíamos puras travesuras, por no decir otra cosa.

Recuerdo conversaciones con mis amigos que, literalmente, eran casi todas preguntas sobre alguna chica que nos gustara en ese momento, algunas personas que se pelearon, unas que terminaron. Casi todo era chisme, aunque también cuando estaba solo con Yéssica le hablaba como de juegos o cosas que me gustaran y a ella también. Es la mejor amiga que he tenido. Hablábamos de todo, no solo sobre lo típico, de que piden consejos para equis cosa o se pasan la tarea. Era muy entretenido pasar los recesos o las horas libres platicando con ella.

También tuve un profesor y una maestra que fueron muy buenos conmigo, a los que aprecio mucho porque me trataron como si fuera su propio hijo y siempre me enseñaron y ayudaron a comprender de la mejor forma posible. Ellos son el profesor Daniel, al que, bueno, mi madre le dio permiso de pegarme si me portaba mal –fue muy gracioso cuando eso pasó–, y la profe Gabriela, mi maestra de Matemáticas, quien me enseñó muy bien. Al principio la vi y se miraba muy estricta, pero con el tiempo me llevé bien con ella.

Mis demás amigos y profesores no se quedan atrás. Tuve muy buenos como Francisco, Cristian, Pablo, Nataly, entre otros, a la vez que maestros excelentes, que eran el profesor Tony, de música; Annie, de español; Zaida, de inglés, y otros que tenían apodos, pero por respeto no diré.

Podría contar muchas anécdotas sobre cosas que viví en esa etapa, pero sinceramente me alargaría bastante y quizás hasta me saldría del tema de la escuela secundaria y abarcaría mucho más; pero, por ahora, no busco escribir un libro contando mi vida, la verdad. Fue lindo volver a recordar varias cosas que ocurrían en la escuela, esas mañanas en las que llegaba y mis compañeros estaban platicando o jugando, esperando a que las clases empezaran para ir al salón y comenzar un nuevo día. 

Me gustó mucho crear esta crónica, aunque sé que podría haber quedado mejor, con más detalles y toda la cosa, pero me gusta tal cual como me ha quedado.

Un placer compartirles parte de mi historia, aunque haya sido breve. Espero que la hayan disfrutado.  

Primer semestre de preparatoria (2020)

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