jueves, 12 de mayo de 2022

Esos fugaces años

Francisco Alejandro Alvarado Gálvez


Tengo varios recuerdos de mi tiempo en la secundaria en el Instituto Salvatierra. Estudié desde el año 2017 hasta el 2020. Pero esos tres años se sintieron como una corta brisa. 

Desde el comienzo la escuela estuvo llena de sorpresas: la primera de ellas fue el cambio de ubicación que el plantel tuvo, dejando el edificio en el que habían estado durante largo tiempo por uno más nuevo y de arquitectura moderna, cuadrada y abierta. 

Esa fue una de las muchas. Otra sorpresa fue un pequeño evento que se había organizado para los alumnos de nuevo ingreso, aunque desafortunadamente el mal clima hizo que se pospusiera y nunca se llevó a cabo. Además de ese evento, se organizaron varios a lo largo del año: las campañas de elección de la preparatoria y ciertos días cuando un carro de hot-dogs aparecía (hasta ahora no se el porqué de esto).

Las campañas de elección de la preparatoria sucedían solo una vez al año, usualmente a mediados y en el transcurso de un mes. Ofrecían comida variada y en ciertas ocasiones juegos mecánicos. Yo los esperaba con ansias cuando los anunciaban y me aseguraba de traer dinero los días en que ocurrían. 

Sumados a este tipo de eventos, también había concursos académicos. Se realizaban dos principales: el concurso de escritura y la feria de ciencias. Ambos sucedían a finales de año, pero los profesores empezaban a prepararnos para la feria desde el inicio de clases.

Yo entré al concurso de escritores durante los dos primeros años de la secundaria. El primero entregué un trabajo inacabado, por falta de tiempo, y perdí; el segundo no volví a ganar, a pesar de haberme esforzado y haber tenido aún más tiempo. Esto ocasionó que no volviera a participar en el tercer año. 

Las ferias, por otro lado, eran obligatorias, y además eran una gran parte de nuestra calificación de ciencias. No avancé de la primera etapa en ninguna ocasión, pero no me importó, pues nunca me gustaron.

En cambio, el evento académico que yo más esperaba eran los viajes de estudio. Sucedían a principios de año y, al igual que las ferias, significaban una gran parte de nuestra calificación. Consistían en una lista de preguntas acerca de un tema específico, las cuales tendríamos que contestar con información que encontráramos en el lugar al que acudiríamos, y en ciertas ocasiones imágenes también. Los lugares a los que recuerdo que fuimos son Sea World y el Museo Aeroespacial de San Diego. 

En los años en que cursé la secundaria yo no era muy sociable, tenía cinco amigos y algunos conocidos de mi grupo. La mayoría de estos los hice en tercer grado y, a pesar de que no ocurrió ningún evento memorable, no los olvidaré fácilmente. 

Otra cosa que no olvidaré son las clases, en especial la de matemáticas del tercer año. La razón es la forma en que el maestro, el profesor Andrade, entraba a dar la clase cada día: siempre decía “Buenos días” en el mismo tono y forma y siempre en el mismo momento que pasaba por la puerta. Esto se volvió un tema de conversación por un corto periodo. 

Además, una persona a la que no olvidaré es el bibliotecario, Luis Carlos. Él se encargaba de todos los concursos escritos y de un programa de lectura que nadie nunca seguía, pues pocas personas traían libros para leer, por lo que los maestros no pensaban que valiera la pena perder una clase para realizarlo. Luis Carlos era amigable y se ocupaba de mantener la biblioteca en orden, sin importar qué o quién. Cada vez que pasaba algo él usualmente se levantaba de su escritorio y le decía a la persona que dejara de hacer eso o, en casos extremos, la sacaba de la biblioteca. 

Esta etapa de mi vida estuvo llena de cambios y nuevas experiencias. Creo que la secundaria habría sido muy diferente si no la hubiera cursado en el Salvatierra. Por eso no olvidaré lo que viví en ese corto periodo, razón por la que estoy agradecido por esos fugaces años. 

Primer semestre de preparatoria (2020) 

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