jueves, 12 de mayo de 2022

Mis tres años

Eric Baruch Alexanderson Chacón


Tengo muchos recuerdos de la secundaria que nunca olvidaré, ya que se han marcado en mi vida y me hacen ser la persona que soy. Lo que me lleva a escribir este texto con felicidad es acordarme de todos esos momentos inolvidables y recordar a mis amigos que estuvieron en las buenas y en las malas.

Me es increíble recapacitar sobre todas esas experiencias de hace uno, dos, tres años y recordarlas como si hubieran pasado ayer. La secundaria fue una época muy divertida de mi vida, cuando aprendí muchísimas cosas

Todavía recuerdo mi primer día de clases en el 2017, cuando era un niño chaparrito y gordito (en el Salva, donde cursé toda mi secundaria). Yo estaba muy nervioso porque era la primera vez que me cambiaba de escuela y dije: ¡Espero y me vaya muy bien! Pero resultó mucho mejor de lo que imaginé, hice muchas amistades rápidamente. También empecé a forjar mis mejores amistades, como Francisco Zapata y Paola Figueroa. En primero me impartieron nuevas materias, como biología, math, etcétera, con profesores a los que tampoco olvidaré, por todo su esfuerzo, como la maestra Lupita Ron y el maestro Rodolfo Núñez.

Aún tengo memorias de primer grado, de ser muy estudioso y bueno para la clase de Ciencias, ya que en ese año le echaba muchas ganas a la escuela. Además, tuve mi primer rally y nos divertimos muchísimo. Conservo muy buenos recuerdos de esas competencias, como cuando estábamos haciendo porras al equipo de banderitas para ganar puntos, entre otras cosas que tuvimos que realizar para mejorar.

En el 2018 salí de primero para entrar a segundo, donde amplié mi círculo social y se fue llenando de nuevas y más fuertes amistades, como Paola, Zapata y Leo Peña. Conocí a mucha gente con la que compartí muy buenos momentos en la escuela, así como en fiestas o reuniones. Académica y conductualmente no le eché muchas ganas, ya que dejé un poco de lado la escuela, pero aun así participé en Tallereando (un tipo de concurso de español) con el profesor Carlos Gutiérrez.

Igualmente participé en la Feria de Ciencias con el tema de la energía a base de imanes; quedé para el concurso, pero no quise ir, sinceramente porque me dio flojera. Como ya dije, académicamente no me fue muy bien. Empecé a socializar mucho más y mi conducta se fue afectando. También me fueron mandando reportes y más alertas de que mi comportamiento iba bajando mucho.

¡En el rally de este año me la pasé increíble! Fueron muchos momentos divertidos, ya que nuestro salón, de segundo B, era muy unido, aunque había unas cuantas disconformidades. Mi grupo hacía todo correcto y nos estaba yendo muy bien, hasta que hubo un desacuerdo que nos impidió quedar unos puestos más arriba. Sin embargo, yo me la pasé muy bien con todos los amigos que estuvieron conmigo compartiendo risas.

Finalmente, se acabó segundo y entré a tercer año, donde pensé que mejoraría en todo, como calificaciones y conducta. Aquí empecé a cerrar mi círculo social y se quedaron las mejores amistades que tendré, que son Zapata, Peña y Omar Barba. Aparte, empecé a formar una relación con Paola, una de las personas que más feliz me han hecho. 

Ese 2019 académicamente no resultó nada ni muy bien ni muy mal. Yo daba lo que podía y me fue regular; lo único que pedía era: “Con que no repruebe”. Empezaron a darme clases nuevos profesores, como la maestra Cecilia Urbalejo y el maestro Alberto Andrade. A lo largo de ese último año de secundaria me la pasé muy bien y me divertí mucho; empecé a ser la persona que soy hoy en día.

En este 2020, en la secundaria, una de las cosas que más resalto, porque de verdad me marcó y nunca olvidaré, fue el retiro de la generación 63. Aquí me pasaron muchos momentos buenos, porque de verdad supe quiénes están para mí y quiénes no. Primero, para ir al rancho Ojai (un lugar muy bonito y aislado, donde se realizó la actividad) nos trasladamos en camión y en una miniván. Paola, Valeria Pérez, el Efraín Romero, el Nicolás Rosales, unas niñas de preparatoria, el profe y yo estábamos en ella; íbamos sacando cura y nos estábamos divirtiendo mucho.

Después, al llegar ahí, cada equipo montó su casa de acampar –por cierto, la mía se destruyó–. Luego, toda la generación se reunió, a hacer actividades en pareja y en equipos, para así unirnos más y disfrutar el momento. Acabando, fuimos a cenar tortas frías, que estaban frías de más. Pero lo mejor llegó a eso de las once de la noche, cuando los profesores y el padre nos reunieron en una fogata. Ahí, gracias al sacerdote, todos pudimos abrir nuestro corazón con las personas que en verdad queremos y amamos. Fueron instantes sumamente felices, emocionales y cómodos. 

Terminando la fogata y varios llantos después, todos nos retiramos a nuestras casas de acampar, donde fue un desastre: la tienda se rompió más, ya que éramos como diez en una casita para cinco; pasamos frío, los profesores nos mandaron a callar varias veces, entre otras cosas. Al siguiente día, una mañana extremadamente helada, nos levantaron para caminar por todo el rancho. Por las bajas temperaturas me enfermé y se me tapó el oído izquierdo.

Gracias a ese retiro pude tener mejor conexión con Paola y algunos más de los que asistieron. Me gustó muchísimo y es una experiencia inolvidable. 

Las clases continuaron, junto con mi dolor inmenso de oído. Después de un mes y medio la molestia continuaba, y, peor aún, había perdido la habilidad de escuchar por completo por dicho oído. Viendo las circunstancias en las que estaba, me dijeron que me harían una fotografía del interior, para ver cómo se encontraba.

Llegó el día de la jersey, una fecha en la que todos tienen que ir con una prensa de ese tipo a la escuela para ganar puntos para el rally. Pero, de la nada, entró Any (una profesora de la escuela) y me dijo que me tenía que ir porque el doctor consideraba que yo necesitaba ser operado de urgencia. La intervención se realizó sin anestesia, ya que el médico no tenía tiempo. Yo estaba a minutos de perder por completo el oído. ¡Esa operación es el dolor más feo, agudo y fuerte que he sentido en mi vida! Nada más me acuerdo y me duele.

Tras esta larga, divertida, emocional y feliz historia, llegó un virus llamado covid-19. Cierta vez de repente nos avisaron que ya no podríamos ir a la escuela presencialmente, y de un día para el otro todo cambió. Nos dijeron que las clases serían por internet y que ya no podríamos ver a nuestros amigos por un tiempo. Al inicio, las clases virtuales fueron un desastre: nadie estaba organizado, no se aprendía igual, etcétera.

Por último, se acercó el día de nuestra graduación y nosotros seguíamos en línea. ¡Qué más hubiera querido que mi graduación de la secundaria con mis amigos! Pero no se pudo, así que se debió realizar por videollamada, en la que estaban los padres, los alumnos, los profesores y la directiva de la escuela.

Acá llega el final de mi secundaria, una época sumamente divertida y feliz. Tengo mil recuerdos, que si los menciono todos faltaría papel para escribir. Nunca olvidaré esta etapa, esos momentos, los amigos, los profesores, que a lo largo de estos tres años me acompañaron. ¡Gracias a todos los que sí fueron verdaderos amigos, que me apoyaron! Y los que no, pues que les vaya bien.

Primer semestre de preparatoria (2022)

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