sábado, 17 de junio de 2017

Lo que espero de una nueva etapa. Expectativas sobre la preparatoria


Siempre he pensado en ser un buen niño en la etapa de la preparatoria, y me refiero a tener buenas calificaciones, buena conducta, ser buen compañero y buen amigo, entre muchas cosas más. Pero para lograr todo lo que quiero tengo que poner todo el esfuerzo que sea posible. Muchas personas con experiencia en la preparatoria me han mencionado que esta es una etapa muy brillante y valiosa, ya que dicen que conoces a amigos que te acompañarán toda la vida y, aparte, estableces una relación amigable con los maestros. Y hasta el momento veo que dicen la verdad.
En la prepa quiero crecer tanto física como psicológicamente. Quiero tener muchos amigos, que sean buenas amistades y que formen parte de mí y me acompañen durante toda mi vida; quiero salir con ellos cuando ya seamos adultos y tengamos familia, para así conocer a sus hijos, sus nietos, etc. Sé que en esta etapa ocurrirán demasiadas cosas: cosas buenas, cosas muy buenas, cosas increíbles, cosas malas, cosas muy malas y cosas horribles. Pero no hay que desanimarnos; siempre hay que estar preparados para todo lo que venga, con la cabeza en alto.
Pude notar que hubo un cambio drástico al haber pasado de la secundaria a la preparatoria. Pero sé que así es la vida: mientras vas avanzando vas adquiriendo responsabilidades más grandes y más importantes; también vas a estar tomando decisiones que dependerán de ti y tendrán un gran efecto en el futuro. Así que hay que pensar bien antes de hacer. Sé que la preparatoria es una etapa donde me preparan para ir a la universidad, ya que la universidad es la etapa más pesada.
Mi madre me ha estado diciendo que en la preparatoria voy a tener muchas buenas amistades y malas amistades; que dependerá de mí con quién me quiera juntar. Me ha advertido que puedo salir a muchas fiestas, pero también que debo estar al pendiente del estudio, ya sea por algún trabajo, tarea, proyecto, o algún examen que valga mucho. (Estoy consciente de que no siempre será pura diversión). También me ha insistido en que tengo que poner todo mi esfuerzo en ellña escuela, pues dependerá de mí si quiero entrar a la universidad con un buen promedio. Y en verdad entiendo perfectamente lo que me dice, porque quiere que yo tenga un buen futuro, y lo único que anhela es que sea alguien exitoso en esta vida.
Además del estudio y la diversión, quiero conocer a una mujer que me pueda apoyar en todo momento, que me pueda compartir tiempo para estar juntos, que me haga feliz, etc. Quiero conocer a una mujer increíble, con la que pueda estar siempre, que forme parte de mi proyecto de vida, formar juntos una familia, salir adelante, entre muchas otras cosas más.
A partir de ahora, estoy comprometido a cambiar de manera buena. Estoy comprometido a ser una mejor persona; me refiero a ser más responsable, más maduro, más amigable, todo sea por el bien de mí y de mi generación. En tan solo poco tiempo, ya le tengo muchísimo cariño a mi generación. He conocido a personas que son muy buenas con todos; son amigables, respetuosas, te brindan ayuda cuando la necesitas, y veo que es increíble que sean así.
Hace mucho, yo tenía un tío que se preocupaba demasiado por mi educación. Él tenía una sala de estudio increíble, y siempre me decía que cuando necesitase estudiar ahí estaría disponible el lugar. Mi tío cada mes me contactaba para ver cómo me había ido en la escuela, y cuando su salud estaba grave le prometí esforzarme al máximo siempre. Desde que él falleció, me he estado empeñando en la escuela, por mi bien y porque le prometí que así lo haría.

Primeros días de preparatoria


Las expectativas que yo tenía sobre preparatoria eran que iba a ser lo máximo, que sería una nueva etapa de la vida. Y cuando entré a la escuela las instalaciones me gustaron mucho.
Cuando vi a los profesores por primera vez creí que serían muy estrictos y malos; pero conforme los fui conociendo resultaron todo lo contrario: son amables, graciosos y, sobre todo –y lo más importante–, pacientes. Cuando no le entiendes al tema que están viendo en clase ellos te vuelven a explicar cuantas veces sean necesarias, para que puedas comprenderlo; y si al final de la clase sigues sin comprender, puedes asistir a asesorías, en las que durante una hora te explican solo a ti lo que no entendiste, hasta que puedas resolverlo por ti mismo.
Antes de ingresar al Instituto Salvatierra yo terminé mis estudios de secundaria en la escuela llamada Técnica 18, donde, por cierto, el nivel académico no es muy alto. Por ejemplo, el profesor que impartía la materia de matemáticas nunca nos explicaba nada, y si tenías una duda respecto al trabajo o no sabías cómo resolver el problema, te decía que te apoyaras con los demás compañeros. Además, al evaluar no aplicaba exámenes, solo nos calificaba con trabajos y asistencia; por lo tanto, nunca logramos aprender algo. Igualmente, con el profesor que impartía la materia de inglés: nunca aprendimos nada de su clase, ya que solo llegaba y decía el trabajo sin explicar cómo lo debíamos realizar, y casi siempre faltaba.
El primer día de la semana de inducción a la preparatoria del Instituto Salvatierra, yo sentía un poco de nervios y a la vez un poco de miedo, pues ignoraba lo que iba a pasar o cómo sería mi nueva escuela. Además, no conocía a nadie. Pero conforme fueron pasando las horas ese nervio y miedo desaparecieron, ya que fui conociendo y relacionándome con otras personas, iniciando amistades. Ellas hicieron que yo fuera tomando confianza y me sintiera más tranquilo.
También en los días de inducción hubo como un tipo de repaso de la clase de matemáticas, debido a que nos aplicarían un examen de diagnóstico para ver si necesitaríamos asesorías o no. Esas clases de repaso me ayudaron bastante, pues muchos de los temas que vimos no los recordaba, o nunca los había visto en la secundaria. El día del examen me fue muy bien, porque estudié para no necesitar asesorías.
La semana de inducción fue de mucha ayuda. Nos permitió a los alumnos de nuevo ingreso adaptarnos un poco mejor y relacionarnos con más personas, para que así podamos sentirnos más cómodos y confiados en la escuela, tanto social como académicamente. Nos permitió conocer mejor a los profesores y su forma de trabajar, lo cual nos ayuda a trabajar como ellos quieren.
Asimismo, me gustó mucho que nos dieran la bienvenida y nos explicaran cómo funciona la preparatoria, y que aparte nos obsequiaran camisas representativas del Instituto Salvatierra.
Gracias a estos cinco días de inducción ya pude conocer más gente, con la que he hecho una amistad que durará. También pude comprender la forma de trabajar de cada uno de los profesores y las reglas que debemos seguir en sus materias. Esto me hace sentir mejor, pues así podré desenvolverme en un ambiente sano y divertido.



Una nueva vida llena de expectativas


Era un día muy tranquilo como cualquier otro en mis vacaciones. Realmente, a diferencia de anteriores ocasiones, no hice nada en verdad interesante o emocionante para lo que a mí respecta. Todo lo enfoqué en dos actividades: las clases de teatro en el Centro Estatal de las Artes y mi ingreso a la preparatoria.
Siendo sincero, fallé en algunas metas que me había propuesto para vacaciones, como estudiar inglés y matemáticas, porque soy bastante malo en esas dos materias en particular, y quería mejorar ambas áreas. Tuve todo el tiempo para hacerlo, pero se interpuso la flojera; creo que también influyó el hecho de que solo conté con un mes de vacaciones, cuando normalmente me daban hasta dos meses para descansar.
Por lo general me siento muy nervioso semanas antes de ingresar a otro grado, pero en esta ocasión me sucedió apenas un día antes de entrar a clases, o más bien al inicio del curso de inducción. Contaba las veinticuatro horas que me quedaban para iniciar; si mal no recuerdo fue un lunes, desde la mañana, y –no me dejarán mentir– hasta la madrugada.
Tuve una muy buena secundaria. Claro, enfrenté uno que otro problema, pero en general me fue realmente bien en el Salvatierra. Todo lo contrario al IVM, que solo estuve allí durante un año. Esa escuela no me gustaba para nada. La razón por la que entré al Salvatierra fue porque aquí estudiaban muchos amigos de la primaria; y por ahora creo que fue la mejor decisión que pude haber tomado.
En primera instancia, algo que me gusta de la preparatoria, en comparación con la secundaria, son los salones y el horario, ya que salimos dos horas antes; y, además, en el curso de inducción entrábamos a las ocho.
En secundaria nos informaron de los salones a los que nos tocaría acudir. Afortunadamente me tocó el 102, que es el que quería, por los compañeros que estarían. Comencé a darme cuenta de cómo se iban a desarrollar las clases, y para mi sorpresa es completamente diferente a mis expectativas del principio.
Yo entré bastante confiado, pensando en que iba a ser bastante fácil la preparatoria. Tal vez fue porque siempre me decían que ahí estaban las mejores fiestas y que sería la mejor etapa de mi vida, además de que las clases se terminan mucho más temprano en comparación con la secundaria.
Fue entonces cuando reflexioné sobre la siguiente palabra: “preparatoria”. Comencé a analizar y reflexionar sobre mi futuro, ya que solo me quedan tres años más para enfrentarme a la vida por mi propia cuenta. Por una parte, estaba agradecido porque hasta ese momento parecía ser que me iban a dar todas las herramientas necesarias para enfrentarme al mundo exterior; pero también estaba muy nervioso y me preguntaba si en verdad lograría ser un buen estudiante.
El curso de inducción estuvo lleno de sorpresas. Una de ellas fue la ridícula cantidad de alumnos que había en los primeros semestres. Nunca había visto algo así, y creo ser el único que se sorprendió. De la secundaria se fueron muchos a otras preparatorias; por ejemplo, al CETYS, la UVM, entre otras; pero en comparación al ciclo pasado ahora había el doble de alumnos, hasta parecía otra escuela. Tardé un poco en adaptarme, pero ya casi me aprendo los nombres de todos mis compañeros.
Mi temor no es la preparatoria, sino la universidad, y si no curso una buena preparatoria, mucho menos una carrera. Estoy bastante confiado en mis maestros, ya que creo en su sabiduría. Tengo ideales muy parecidos a los ellos. Espero saber muchas más cosas en unos años que en este instante, porque sé que me faltan muchas cosas por aprender, no solo en la escuela, también en teatro y en todas las actividades que realice durante estos seis semestres.
Quiero conocerme mejor y descubrir mi profesión. Mi objetivo no ha cambiado desde que terminé la secundaria, y es encontrar algo que realmente me guste hacer, y además que me pueda mantener económicamente de ello. Tengo varias opciones y espero decidir por la correcta.

El cambio de mi destino


La verdad, si la prepa es igual de acogedora que la secundaria estará perfecta, ya que el SALVA cambió mi vida: siempre se aprendía algo nuevo y las clases eran entretenidas, mi salón era perfecto éramos como una familia; luego, el rally fue de las mejores experiencias que he vivido, fue muy entretenido y divertido.
Digo esto porque en segundo,de secundaria tuve que tomar una decisión trascendental: cambiarme al Salva o no. Me alegra el haber escogido cambiarme, ya que por fin pude descubrir lo que significa la palabra amigos. Ahora ellos son lo más importante para mí y los cuidaré, independientemente de las circunstancias, no importa si están en salones diferentes. Extrañaré a las personas que se fueron, sentí  que fuimos el mejor grupo de todos.
La prepa empezó para mí con el curso de inducción. Fue interesante, nos enseñaron cómo va a ser todo: el reglamento, cómo serán las materias, exámenes, evaluaciones, y lo más emocionante: el grupo que me tocaría. Siento que será difícil, pero a la vez un reto, ya que este es mi propósito: salir con excelentes calificaciones y poder encontrar mi vocación, saber quién soy… Y poder mejorar como persona y madurar. Un día vi una película que decía que, si tu carisma marca a los demás, es que vas por buen camino.
Eso es lo que quiero lograr: que mis compañeros y el personal docente me recuerden, no como el alumno que sacaba puros dieces,  sino por la buena persona que soy. No sé por qué, pero tengo como el don de notar quiénes son buenas personas a simple vista; y eso me gusta, porque los maestros, según mi cualidad, lo son buenas personas.
Otro aspecto que me agrada mucho de la prepa es el ambiente: se siente súper agradable en el salón, el patio, la cafetería, etc. Me gustaría que cada maestro me dejara algo muy importante, aparte del aprendizaje, y así ser mejor ser humano.
El fútbol también es algo en lo que deseo mejorar, crecer futbolísticamente. Además, espero que la prepa sea de utilidad para prepararme y llegar a ser un gran doctor, y así poder ayudar a los deportistas cuando se lesionen.
Me gustaría pasármela muy bien, quiero aprender de todos y salir excelentemente preparado para la universidad. Pero más que esto quiero formarme como persona, con esto me refiero a crearme una identidad propia. Espero tener muchísimas experiencias, tanto buenas como malas, y aprender de ellas.
Pasarla bien no sólo es conmigo mismo, sino con mis compañeros y amigos; que sea la etapa más bonita de todas, y que cuando seamos mayores podamos recordar los grandes momentos que hayamos vivido. Lo que sí tengo claro es que mis amigos de ahora son mis amigos para siempre, y siento que ese vínculo nunca se romperá.
Estoy súper contento en el SALVA y nunca pienso olvidar lo que viví, vivo y viviré en esta escuela, ya que cambió mi rumbo. Prometo que cuando me pregunten de que prepa vengo siempre afirmaré que soy monaguillo #ForeverBlue.

Un nuevo reto se acerca. Mis expectativas de la preparatoria


Mi estancia en el Instituto Salvatierra inició en el 2013, cuando recién me integré a primero de secundaria. Desde pequeño deseaba con ansias estudiar alguna a vez en el instituto, y por fin ese pequeño deseo se me cumplía. Fueron tres años maravillosos, en los que aprendí muchas cosas y conocí a muchos amigos.
Pero fue en el 2016 cuando egresé de la secundaria para iniciar una nueva etapa en mi vida: la preparatoria. ¡Y en qué mejor lugar que en el Salvatierra!
Después de un corto periodo de vacaciones, ya era hora de reintegrarnos a las clases. Pero no era un día normal en la preparatoria, debido a que empezaba la semana de inducción para los alumnos de nuevo ingreso. Lamentablemente no tengo mucho que contar de esto, pues falté todos los días, porque me extrajeron dos muelas del juicio y tuve que guardar reposo hasta que se me bajara la inflamación.
Nomás alcancé a asistir el ultimo día, ¡y de qué peor manera, que con un examen de matemáticas, para ver quiénes se quedarían a clases extras por las tardes! No estaba preparado; era algo que no me esperaba, pero afortunadamente logré aprobarlo.
De la preparatoria tengo bastantes expectativas: tengo planeado mejorar mis calificaciones para entrar a una buena universidad, ya sea local o de fuera de la ciudad, al igual que deseo tener muy buenos maestros dentro y fuera del aula de clases.
Deseo conseguir muy buenas amistades y procurar ser buen amigo con ellos; deseo grupos muy unidos, donde haya una convivencia sana y divertida.
Una de las cosas que también espero con ansias es el famoso rally. Claro, ya viví esa experiencia en la secundaria, pero muchos dicen que el de preparatoria es mejor y más divertido. Y, si se puede, ¿por qué no?, ganarlo.
Todos los alumnos, trabajadores y administrativos –en general, todo el instituto–, esperamos con ansias la construcción del nuevo campus, que se planea que ya esté finalizado en el año del 2017. Se dice que este nuevo campus contará con mejores instalaciones y será hasta tres veces más grande que el actual; contará con canchas de futbol americano (con vestidores), futbol rápido y dos campos de baloncesto techados; sin dejar de lado la gran arquitectura de edificios y salones. Sin duda, un gran paso en la historia del Salva.
Otra cosa que me entusiasma mucho a futuro es cuando a mi generación le toque participar con candidatos a rey y reina. Yo deseo participar y apoyar a un candidato.
Deseo y espero graduarme con un buen promedio, de arriba de nueve, y con muchas amistades y buenos recuerdos. Espero tener una buena experiencia, inolvidable, en el viaje de graduación y divertirme mucho con mis amigos. Espero graduarme y estudiar una buena carrera, para a futuro ser un orgullo del instituto.
Deseo superar mis expectativas. Pero esto es una aventura que apenas comienza, y lo trataré de hacer de la mejor forma.