miércoles, 2 de junio de 2021

Su presencia continuó

Marisol Ruiz Vargas


Corría el año de 1960 en la ciudad de Mexicali, Baja California. En esos tiempos había una terrible contaminación en las cosechas del valle, causada cuando Estados Unidos empezó a enviar aguas con muchas sales a través del río Colorado, lo que ocasionó una gran pérdida de frutas, verduras y más y dañó a la población mexicalense.

Había una pareja muy reconocida en la ciudad, por sus grandes sembradíos. La esposa, llamada Miranda, era la más bonita, todos la querían por ser una persona muy amigable y dulce. Ella soñaba con tener una familia y vivir en su casita de la calle Lerdo, donde todos sus recuerdos estaban.

Pero lo que nadie sabía era que en realidad la joven mujer se sentía sola y sin compañía. Su esposo, José, un señor muy apuesto y trabajador, trabajaba día y noche en la cosecha y no tenía tiempo para nada.

Ella llenaba su casa con lágrimas a diario.

Todas las mañanas Miranda caminaba a la enfermería del Seguro Social, donde trabajaba. Como se sentía sola permanecía en el lugar para atender a los pacientes. Día y noche se quedaba y dormía ahí mismo, haciéndose cargo de los enfermos en el horario nocturno. Todos los pacientes salían sonriendo, satisfechos y encantados por la dulzura de esa enfermera; era un encanto único que ella tenía.

Un día a Miranda le llegó la triste noticia de que su querido esposo había fallecido intentando salvar a un niño que estaba en el río ahogándose. No pudieron rescatar a José a tiempo y murió.

La joven mujer se devastó, el hecho le dolió hasta el alma. La sonrisa que llevaba todos los días se fue desvaneciendo, hasta llevarla al punto del suicidio.

Miranda terminó con su vida encajándose un cuchillo en el corazón. Dejó una carta a su lado en la que escribió: “Lo siento, no pude soportar más el dolor que llevaba mi pobre corazón. Decidí ir con mi amor, pero regresaré y mi presencia estará en los pasillos de la enfermería. Atenderé a cada uno de mis pacientes con un gran cuidado y les daré amor para siempre”.

Esto impactó a los habitantes de Mexicali. ¡Cómo una joven como ella, tan feliz y dulce, había tenido ese tipo de sentimientos tan profundos y tristes! 

Tal como lo dejó escrito Miranda (“mi presencia seguirá”), a los meses de su muerte aparecía una joven bella ofreciéndoles sus servicios a los pacientes del Seguro Social por las noches. Cuando era de día estos preguntaban por ella y les decían que había muerto hacía meses y que verla era imposible. 

Muchas personas experimentaron la presencia de la enfermera Miranda. Por eso, ¡mejor ten cuidado en la enfermería!

(Segundo grado de secundaria, 2020).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario