jueves, 13 de junio de 2019

Mi amor/odio a la escritura y la lectura


Honestamente ni yo, ni mis padres, nos acordamos de cuál fue la primera palabra o texto que leí con exactitud. Pero recuerdo que, en jardín de niños, dentro del salón de clases había un estante con cuentos infantiles que siempre me llamaban la atención y agarraba uno que otro de vez en cuando. Esos libros tenían unas grandes imágenes además de un poco de texto, y narraban historias breves, como el cuento de los tres cerditos, entre muchos otros. Sin embargo, en ese entonces nomás me interesaba en los dibujos.
Mientras, respecto de la escritura lo recuerdo perfectamente, ya que en mi jardín de niños teníamos un cuadernillo donde nos enseñaban las técnicas de escritura. Un día que llegué a mi casa quería presumir el hecho de que ya podía escribir, y empecé a rayar dentro de mi cuarto con varias palabras, números y uno que otro dibujo. Aunque estaba muy feliz y orgulloso de lo que había hecho, mi madre no lo tomó de la misma manera.
Mi época de la primaria tal vez no haya sido la etapa de mi vida lectora y escritora en la que ambas actividades me hayan agradado más, pero fue en esa etapa en la que comencé a desarrollarme ya como un escritor y lector.
En primaria empecé a leer mucho por obligación razón por la que no me inclinaba a hacerlo por gusto, aparte de todos los libros de texto que tuve y leí. Del primer libro desafortunadamente no recuerdo el nombre, pero en verdad me fascinó; era una recopilación de varios cuentos cortos. Nos encargaron también leer obras completas en inglés: novelas clásicas, como Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain, y Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, entre otras. También contábamos cada año con un libro de más de trescientas páginas y más grande que mi cabeza, en el que había varios relatos, cuentos y festividades importantes de todo el mundo, en inglés.
En cuanto a la escritura, solo escribía cuando se requería para alguna tarea o trabajo de la escuela. Algo que podría resaltar de esta época, en este aspecto, fue que creé mi primer cuento original, llamado “El hombre y el árbol”, y también mi primer poema, dedicado a las hermosas galletas Oreo, que consistió en 12 versos y 3 estrofas.
Ingresé a la secundaria del Instituto Salvatierra, la mejor decisión que pude haber tomado. Esos fueron los tres años en los que mejoré notablemente mi escritura, gracias a los profesores en especial a uno de ellos, a quien ya mencionaré. Fue la época en que empecé a explotar mi creatividad y externar algunos de mis sentimientos por medio de la escritura.
De primer grado no recuerdo nada relevante, refiriéndome a estas actividades, solo que tenía que leer porque me encargaban hacerlo, y practicaba la escritura cuando era necesario, como lo fue mi primera calavera literaria, dedicada a Lionel Messi.
En segundo grado fue totalmente diferente. Fue cuando conocí al profesor Carlos Gutiérrez, quien desde ese entonces, hasta ahora, me ha enseñado mucho sobre la lectura, redacción, escritura, puntuación y demás cosas, todas estas ayudándome a expresar mis ideas mucho mejor.
En este año escribí mi obra de teatro Iga, la hormiga.
Aparte de, nuevamente, los trabajos escolares en varios de ellos pude usar mi creatividad y no solo redactar información, como lo fue en un cuento, o en algún otro texto que se pueden encontrar por la web, empecé por mi propia iniciativa a escribir poemas, siendo la mayoría de ellos sobre amor.
Llegó tercero de secundaria y en esta etapa pienso que me desarrollé más en el área de la literatura, que había dejado muy olvidada, y sin dejar atrás el cariño que había agarrado ya a la escritura. Uno de los libros que leí fue Lazarillo de Tormes, de autor anónimo, que realmente se me dificultó por su estilo ya que fue publicado en el siglo XVI, pero logré acabarlo.
Terminó la secundaria y empezó la preparatoria, la etapa de mi vida más enfocada en la escritura y la lectura, ya que en clases nos pedían leer un libro por mes obligatoriamente, como lo fueron: Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo, de Benjamin Alire Sáenz; Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y #MasGordoQueElAmor, de Antonio Malpica. También estaba el programa de Lectura por Puntos, en el que leí El lápiz de labios del señor presidente, de Antonio Malpica nuevamente.
En cuanto a la escritura, empecé a escribir aún más en mis tiempos libres, como cuentos originales y varios poemas de amor y des/amor, o solamente tomaba un lápiz y una hoja y comenzaba a escribir lo que pensaba y sentía dentro de mí.
Finalmente, pienso seguir creciendo en mi deseo de la lectura, incrementar mi habilidad de escritura aún más, terminar proyectos de escritura que tengo en pausa por el momento y elaborar aún más textos, y leer, finalmente, todos esos títulos que tengo pendientes en mi estante de libros.

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