martes, 4 de junio de 2019

Una experiencia que quisiera volver a repetir



Llegando de Guadalajara, tras un largo viaje aéreo, todo el equipo de porristas del Instituto Salvatierra ya se dirigía al camión rumbo a Puerto Vallarta, para cumplir su meta en la competencia internacional.

Después de casi seis horas de recorrido, ya ahí esperando a que sólo nos dieran las llaves, recorrimos el hotel, que era muy bonito y también grande. ¡Lástima que no podíamos meternos a la alberca, porque nos cansaríamos!

Al día siguiente, peinadas y comidas, teníamos que ir entrenar a las siete la mañana para la preliminar, que abriría en unas horas. Yo, a pesar de la fatiga, trataba de dar mis 120 por ciento, en lugar del 100.

Subimos todas hacia los cuartos a alistarnos. Se escuchaba en el pasillo cómo se pedían peines, espráis o goma, etcétera. Estando preparadas fuimos adonde se ubicaba la competencia, ahí mismo en el hotel, ya listas para competir.

Calentamos y presentamos la rutina dos veces en un matt (así se le llama al tapete especial de porras), en el que ardían los pies totalmente, ya que permanecía todo el día expuesto al sol. Al terminar eso corrimos rápido, casi saltando por los pies ardiendo, para hidratarnos.

Casi por entrar al escenario, con bastantes nervios, nos pusieron en una especie de cápsula, que al nombrarnos se abría. Comenzaba a aparecer humo y empezábamos a gritar, en lo que terminaban de presentarnos.

Al acomodarnos, luego luego se puso nuestra canción de rutina. Ya, con toda la emoción, comencé, pues, a correrla. Todo salió bien, nomás que una niña –por prácticamente culpa en bases– cayó.

Finalizando como tres horas después, algo mortificadas esperando los resultados, llegó el coach y por fin supimos… Lo que nos llevó al cuarto lugar fue que cometimos un error al crear la rutina, ya que le pusieron cosas de otro nivel.

Por la noche nos tuvimos que quedar como dos horas o más, hasta las diez, para cambiar la rutina.

Al día siguiente también hubo eso de la cabina. Pero lo diferente fue que, como era la final, teníamos mas nervios, y aparte por los cambios que habíamos tenido la noche anterior.

Terminada la rutina supe que todo salió. ¡Estaba tan contenta! Solo hacía falta esperar las premiaciones.

Al final de todas las presentaciones de todos los equipos, ¡por fin el momento que esperaba! Primero dijeron el tercer puesto, que fue para CETYS Mexicali, y luego tristemente dijeron el segundo lugar, que fue para el Instituto Salvatierra. Me sentí algo mal de aquello que no merecíamos. El primer puesto se lo llevó Eagle Stars, un equipo de México.

Por la noche era la Victory Party, donde dieron un gran show sobre el tema de este año, que fue China. Estuvo muy padre. Y después pusieron música para bailar y divertirnos.

El domingo nos tomaron unas fotos con el trofeo de nuestro segundo lugar. Más tarde, en la alberca, piña colada y mucha diversión.

Muy temprano el lunes nos levantamos, para tristemente irnos, lo que yo no quería. Comimos, empacamos y a Mexicali nos fuimos.

Fue lo mismo: el camión, como unas cinco horas –en el que, por cierto, todo el camino me dormí–. Y también el avión, que estuvo con muchas turbulencias.

Para mí fue una experiencia que quisiera volver a repetir, y también para volver con un primer lugar.



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