jueves, 13 de junio de 2019

Un libro cambia vidas





Con exactitud no sabría decir cuál fue mi primera lectura, pero la que me introdujo al mundo de la literatura fue la del libro titulado Happily Ever After, de la autora Kiera Cass.
Se podría decir que encontrarme con este libro fue algo al azar, algo del destino, ya que antes no tenía el gusto de leer, porque me parecía que era algo que solo hacían los adultos. Pero ese día la Librería Universitaria fue a mi secundaria a realizar una venta. Yo no tenía pensado comprar nada, pero ⎼como nos habían dicho que, si comprábamos un libro, nos darían un punto extra en la materia de Inglés Gramatical⎼, decidí acercarme y hojear las obras que se vendían.
Me encontraba en el auditorio de mi secundaria, cuando mi vista fue atraída por una hermosa tapa morado pastel, con la imagen de una reina. Para ese entonces, estaba en segundo grado y tenía cierto gusto hacia las cosas relacionadas con las princesas y la fantasía.
Mi vista estaba posada en dos libros, uno blanco y uno morado; al final me decidí por el morado. En realidad, yo creía que le pasaría lo mismo que a mis antiguos libros: leería un capítulo o dos y lo dejaría, pero sucedió todo lo contrario. Cuando lo terminé, investigué más sobre la autora y descubrí que el título que yo tenía era una edición limitada. Esto me emocionó más, y conforme el tiempo pasaba iba comprando las obras que conformaban la trilogía en ese entonces.
A partir de ahí mi amor hacia los libros empezó. Después de los tres primeros de la saga La selección ⎼los cuales me transportaron al hermoso reino de Illea⎼, leí uno que encontré en la biblioteca escolar, titulado El secreto de las sirenas. Por desgracia, nunca lo logré terminar; aunque estuve a unos cuantos capítulos del final. Después, Kiera Cass me llevó a conocer de otra forma a esos seres mitológicos con La sirena.
Dadas todas las cosas que estaban pasando en mi vida, tuve que parar de leer por aproximadamente seis meses. No fue hasta hace dos navidades cuando conocí a mi escritor favorito, Dan Wells, con su saga llamada Partials, la cual me enamoró en cuanto leí el primer libro. Al terminarlos, salté a las páginas de La joya, La rosa blanca y La llave negra, escritos por Amy Ewing.
Semanas después, en la Costco de Mexicali, descubrí los primeros dos títulos de Waterfire, escrita por Jennifer Donnely; fue entonces cuando me di cuenta de que los libros eran mi boleto de salida por un momento fuera de mi mundo, y comencé a leer tantos que perdí la cuenta. Pero cada uno lograba hacerme ver mi vida desde otro ángulo; mi vocabulario comenzó a expandirse significativamente y, con ello, mi redacción de textos.
En tercero de secundaria, gracias a una aplicación llamada Wattpad, decidí comenzar mi propia historia, la cual llamé ¡Hola, 48! En ella, una chica le mandaba a diario minicartas anónimas a su vecino y compañero de clase, de quien estaba enamorada. Todas sus notas iniciaban con un “¡Hola, 48!”, ya que ese era el número de casa de él. Nunca logré darle un final a la historia, así que la dejé sin terminar.
Tiempo después me encontré con un texto que había escrito en la primaria: un cuento que debía redactar como tarea. Como mi idea original era buena, la retomé y modifiqué hasta sentirme conforme. La historia trataba sobre cuatro diferentes bandos, los cuales se odiaban a muerte y, gracias a sus guerras, estaban terminando con su Tierra; lo único que podían hacer era encontrar los cuatro elementos y trabajar juntos para salvar a su amado hogar.
La persona que más ha influido en mi vida lectora es mi madre, ya que, cuando niña, ella siempre me leía cuentos. Una vez que empecé a leer, ella me ayudaba a mejorar y comprender lo que leía. Pero lo mejor es que ella fue la que me enseñó que hay muchos géneros en las obras y que solo tenía que encontrar el que más me atrajera. Hoy en día, me ayuda criticando algunas de las cosas que escribo, por gusto o alguna que otra tarea escolar; también, intercambiamos opiniones sobre los libros que nos gustaron, sobre todo los que leemos juntas.
Debo agradecer a la escuela primaria por darme las bases, tales como aprender a leer y a escribir, ya que sin ellas no podría hacer lo que me gusta tanto hoy en día.
En la actualidad, no me encuentro escribiendo nada por hobby, sino que escribo lo que me piden en la preparatoria, como  ensayos y reportes de lectura.
Lo que sí, es que me encuentro leyendo el segundo libro de una saga, titulado Renace de las sombras, que fue escrito por Kiersten White. Estoy a nada de terminar el primero de Shadowhunters y también comencé Ojos de ángel, de Teresa Madeiros. Académicamente, me encuentro leyendo Arthur en danger, de Anne-Marie Vincent.
Jennifer Donnely tenía toda la razón al decir que “nada surge de la nada”, ya que, de ser alguien a quien no le llamaban para nada la atención los libros, con el paso del tiempo estos se volvieron indispensables para mi vida cotidiana. Porque, cada vez que meto mi nariz entre las páginas de un libro, logro salir del planeta Tierra y viajo a otros lugares inimaginables, y hasta soy capaz de construir nuevos.
Puede ser que no me lleve toda la vida leyendo, pero la mayoría de mis aventuras más grandiosas han sido con un libro entre mis manos.



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