lunes, 26 de junio de 2017

Hacia mi preparación profesional




Mi primer grado de primaria aún lo recuerdo: la base para la lectura y empezar a garabatear. Me preguntaba todo, como cualquier otro niño curioso. En ese año me enseñaron el abecedario, pero ya sabía leer con lenta dicción los letreros de la ciudad. Pasé horas y horas molestando a mis padres mientras pronunciaba en voz alta. (Esto debe ser para un padre un orgullo: escuchar a su hijo leer sus primeras palabras).

Segundo de primaria para mí fue un año de fantasía, lleno de cuentos. Ya empezábamos a leer y comprender las palabras más rápidamente. La profesora nos dejaba problemas matemáticos de sumas y restas, pero sobre todo ejercicios para coordinar la mano con el lápiz.

En tercero y cuarto nos pidieron libros de trabajo. Aprendí los colores en inglés y su pronunciación. Además los profesores despertaron nuestra creatividad dejándonos dibujos para pintar a nuestra manera, con los colores que nos parecían más atractivos.

Quinto fue un año importante: entré a mi primer concurso de deletreo de palabras y de fluidez de mi lectura. Además, los maestros nos corregían en lo que todavía parecían jeroglíficos: nuestras letras. 

A partir de sexto grado comenzaron a encargarme mucha tarea (en ese entonces me parecía demasiada). Entré a un concurso de deletreo, pero ahora en inglés, y quedé en tercer lugar. Ese día fue la primera vez que hablé al frente de muchas personas, por lo que prácticamente estaba temblando. Hasta parecía que tenía frío, sensación por la cual me equivoqué en palabras fáciles.

En los primeros dos años de secundaria todo fue monótono. Escribía solo para la tarea y por supuesto en clase. Participaba leyendo textos pertenecientes a la materia y llegaron a encargar la lectura de un libro, lo que no hice.

Mi verdadero interés por la escritura y la lectura comenzó en tercer grado. Fue mi primer año en el Salvatierra. Empezando el ciclo escolar nos pidieron que leyéramos la obra de Don Quijote. Necesité hacer un análisis de dos cuartillas sobre él y exponerlo ante la clase. Hacia la mitad de ese año mi papá me regaló mi primer libro no escolar, que fue la biografía de Martin Luther King Jr.

Ya entrando a primer semestre de preparatoria había leído otras biografías: de Mohamed Alí, Thomas Alba Edison y Michael Jordan. En ese periodo empecé a interesarme por la escritura. Siempre me había gustado, pero nunca la practiqué hasta entonces.

A los inicios del segundo semestre me llamó mucho la atención la psicología, así que comencé a leer libros de programación neurolingüística. Actualmente estudio el lenguaje corporal, las afirmaciones magnéticas y la ayuda en relaciones amorosas, lo cual me encanta. Leo y escribo para aumentar mi vocabulario. Eso me ayudará para cuando imparta conferencias psicológicas.

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