En la década de los
setenta, el edificio que se encuentra en la avenida Obregón y la calle Julián Carrillo
todavía era la sede de los poderes estatales.
Durante el gobierno de Milton
Castellanos Everardo se dio un gran desarrollo de la infraestructura, ya que se
construyeron más edificios y se crearon más escuelas para los jóvenes y niños
de Mexicali. El gobierno cedió a la universidad el antiguo Palacio de Gobierno,
para que se instalaran las oficinas de Rectoría de nuestra más importante institución
educativa.
Hay que resaltar que estos
logros de la UABC se debieron a la exigencia de los alumnos, que lucharon
intensamente con las autoridades por sus derechos como estudiantes, para
hacerlos valer; también a los trabajadores y administrativos académicos,
quienes pelearon por mejorar sus condiciones laborales.
Por eso fue que el gobernador
les ofreció el antiguo inmueble, para que se calmaran y se dieran cuenta de que
sí los tomaban en serio y eran importantes.
Ahí, en el que fue Palacio
de Gobierno, había ocurrido un acontecimiento muy trágico. Para ser más
precisa, en el sótano, donde después se instalaron las oficinas de Radio
Universidad y el Departamento Editorial de la máxima casa de estudios de la
capital del estado.
Habían dejado a una mujer en
las celdas de la Policía Judicial –ubicadas en los subterráneos–, que estaba
detenida tal vez por haberse pasado un alto, o quién sabe.
La mujer falleció, quizá por
inanición o deshidratación. La causa de su muerte se ignora, pues cuando
algunos policías bajaron al sótano encontraron su cuerpo inerte en el piso. Estaba
tiesa como una lagartija sin vida cuando la encontraron allí.
A los agentes les había
parecido extraño, pues el lugar ya empezaba a oler como un basurero o un callejón
sucio, porque el cadáver se hallaba en proceso de descomposición. De no haber
ocurrido la revisión se hubiera quedado ahí, pudriéndose, el cuerpo de la pobre
mujer.
Años después, en el 77,
como dije antes el gobernador entregó el edificio a la UABC, para que instalara
sus oficinas principales y así pudiera seguir creciendo esa gran institución,
que hoy en día es una de las mejores del estado, con buenos ingresos de
estudiantes cada año.
Las personas que trabajan haciendo
guardia en el sótano de Rectoría, aseguran que por las noches ven, por los
pasillos de las oficinas, a una mujer con las mismas características de la que
murió ahí, deambulando y lamentándose por su destino tan trágico, e intentando
saber por qué fue que nunca la pudieron salvar.
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