Me
llamo Joel. Nací el 2 de octubre de 1990, en el Hospital Mater, en Madrid.
Tengo siete años de edad actualmente. Mi hermano mayor, de nueve años, se llama
Totó. Mi padre y mi madre, la verdad, no sé qué edad tienen, nunca lo recuerdo.
Mis
padres trabajan en una universidad de Madrid, en la cual pasan casi todo el tiempo
del día, entre semana. El fin de semana vamos al cine o a lugares así, para
divertirnos en familia o poder jugar juntos.
Cuando
nací tuve problemas: tragué el agua que había adentro de la panza de mi madre.
Eso me causó que permaneciera varios días en el hospital, pero todo salió bien;
he crecido sin ningún problema en mi sistema respiratorio, como un niño normal.
Desde
el año pasado estoy en un equipo de futbol soccer, el cual se llama Los
Dragones de Madrid; es un nombre raro para un equipo de futbol soccer, de
hecho. Juego como medio en mi equipo. Soy muy bueno en lo que hago; es difícil
que me quiten el balón y que falle un tiro en los juegos, o también en los
entrenamientos.
Mi
coach me dice que me hace falta más
condición, o sea, que tengo que correr más tiempo los días de entrenamiento, y
yo siempre le digo:
“No
me hace falta, coach”.
Siempre
discutimos por ello, aunque puede tener razón, porque en los juegos después del
primer tiempo ya estoy cansado. Una ventaja de mi equipo es que el campo donde
entrenamos me queda a unas cuadras, y siempre los juegos son ahí.
La
navidad pasada fuimos a un parque lejos de mi casa y en la noche había varias personas
tocando música. Pusieron luces, todo muy bonito. Y eso ha causado que quiera
aprender a tocar algo para ir con ellos en navidad.
Le
digo a mi mamá y a mi papá que me inscriban a clases de música, para aprender a
tocar algún instrumento, pero siempre me contestan:
“No
hay tiempo para poder llevarte”.
Entonces
yo me enojo con ellos e intento otra vez convencerlos, pero nunca puedo
hacerlo.
Estoy
en segundo de primaria. Me va muy bien, casi todo es juego por el momento. Pero
me gustaría terminar todos mis estudios, para así poder tener una familia a la
cual no le falte nada, ni a mis hijos, ni a mi esposa, ni a mí. Me gustaría
estudiar para ingeniero aeroespacial o eléctrico. Uno de esos estaría perfecto,
aunque sé que serían muchas matemáticas; pero el esfuerzo todo lo vence. Y que
mi esposa igual trabajara en algo de medio tiempo, para que así pudiera estar
atenta a nuestros hijos y que no tengan problemas ellos en nada.
Texto
escrito a partir del cuento “La luz es como el agua”, de Gabriel García
Márquez.
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