lunes, 6 de agosto de 2018

El alma del trailero sigue ahí


Gysselt Santana Macedo


Sucesos que marcaron historia en la ciudad de Mexicali, pues se hizo muy reconocida y famosa. Este acontecimiento creó conciencia de que por la carretera de La Rumorosa debía haber señalamientos de precaución y una nueva ruta.
El hombre era originario de la capital bajacaliforniana, que en ese tiempo era un pueblo chiquito. Su accidente ocurrió en La Rumorosa y fue escuchado por mucho tiempo, que hasta en los días actuales se sigue contando.
Ser trailero implicaba mucho para él, pues no tenía horario de trabajo, todos los días debía trabajar, su amiga era la oscuridad de la noche, no atendía a su esposa por cumplir con su responsabilidad. Aunque dormiría menos él aceptó el trabajo, para, junto con su mujer, salir adelante y cubrir sus gastos, pues ya tenían pensado formar una familia; sin embargo, primero querían contar con el suficiente dinero para asegurarse de que podrían mantenerla.
El hombre conoció a su esposa allí mismo, en el pueblo. Fue amor a primera vista y desde entonces mantuvieron una relación exitosa. El único problema fue que a ella no le gustaba la idea de que él trabajara a todas horas; quería que dispusiera de más tiempo para estar a su lado.
Así que los dos se pusieron de acuerdo en que cuando naciera su primer hijo dejarían a un lado el trabajo, pues primero estaría el bebé y después todo lo demás. El marido dio su palabra, así que trabajó duro para que el dinero nunca hiciera falta en su hogar, en tanto que la mujer solo lo hacía por las mañanas y en la tarde volvía a casa.
El hombre debía transportar cargas desde un punto a otro del estado, por lo cual casi no tenía descanso. ¡Pero todo lo sacrificaba por el dinero! Su salario no era mucho, aunque sí el suficiente. Los lugares a los que lo enviaban con mayor frecuencia eran Tijuana y Tecate. Para él era común pasar por La Rumorosa; la sabía peligrosa y siempre manejaba con mucha precaución.
Esto cambió cuando su mujer lo llamó diciéndole que sentía que había llegado la hora de ir al hospital, pues ya llegaría el bebé. Él se emocionó mucho, pues era lo que más anhelaba en la vida.
Sin embargo, se encontraba en camino: venía hacia Mexicali desde Tijuana, adonde había ido a dejar un cargamento. Le acababan de pagar; con más razón estaba contento. Con lágrimas en los ojos le contestó a su esposa que pronto estaría con ella.
Llevaba mucha prisa, pues ya quería estar a un lado de su mujer. Aceleró. Siendo La Rumorosa una carretera con muchas curvas y llena de gigantes rocas y cerros, el conductor no tomó precaución, solo se preocupó por arribar a tiempo al nacimiento de su hijo. Lo único sobre lo que no tomó medidas y dejó a un lado fue su vida, y así, con una de las curvas, se salió del camino, lo que provocó su muerte. Él juraba estar vivo, pero al parecer no era así.
Su esposa sospechó que algo no estaba bien, pues su hijo nació y el padre no estuvo presente. Así, sintiéndose preocupada, empezó a llamarlo, pero él no contestaba.
Habían pasado las horas y ella no tenía noticias de su esposo. Se preocupó tanto que se comunicó con la policía, para dar el aviso de su desaparición. A las pocas horas le notificaron que lo habían encontrado muerto en La Rumorosa. Lo hallaron afuera de su tráiler, como si hubiera querido salir, pero desafortunadamente no pudo hacerlo.
Cuando la joven madre se enteró de esta noticia no paraba de llorar, pues ambos tenían un futuro por delante. Se había quedado sola con su bebé, lo cual le preocupaba mucho, pues debía mantener ella sola a su hijo.
Tiempo después se volvió a casar y de nuevo fue feliz.
El alma del conductor sigue en la cuesta, no descansa en paz, y por las noches la gente que viaja por La Rumorosa suele decir que un hombre detiene a los conductores para pedirles ayuda: que le entreguen dinero a su esposa, que está a punto de tener a su hijo. Como si el tiempo se hubiera detenido, lo que el hombre no acepta es que ya no está vivo.
Hasta el día de hoy a la mujer le sigue llegando dinero de parte de él, y el espíritu de quien alguna vez fue el trailero continúa ahí.

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