lunes, 6 de agosto de 2018

Mi vida acompañada de letras



Ana Paola Tafoya Amezcua


Nací en El Centro, California, el 3 de agosto de 2017. Actualmente curso el tercer semestre de preparatoria en el Instituto Salvatierra.
No podría decir con exactitud cuál fue el primer texto que leí, ni mucho menos la primera oración, y sin mencionar la primera palabra. Lo que sí sé es que conocí la lectura y la escritura como casi todos lo han hecho: por tradición, o bien por un tipo de regla por parte de nuestros padres, pero especialmente de la escuela.
Siendo sincera, solo he leído pocos libros a lo largo de mi vida, sin contar los asignados por algo que tenga que ver con lo académico. El primero que puedo recordar es uno en inglés titulado My Little Princess, el cual fue un obsequio de mi madre. Después empecé a leer Los ojos de mi princesa, pero nunca tuve la oportunidad de terminarlo.
Al estar cursando segundo año de secundaria, nuestro maestro de Español nos asignó leer la novela El señor de las moscas, que por cierto me gustó mucho. También leí varios libros en inglés, pues llevaba literatura en ese idioma, además de la historia del arte, que consistía en mucha lectura.
Al entrar al Instituto Salvatierra, también realicé algunas lecturas en las clases de Ciencias Sociales y Ética y Valores, por ejemplo, Aristóteles y Dante, y otro libro titulado Un mundo feliz.
A pesar de que no tengo mucha experiencia lectora, puedo decir que no detesto leer, solo que simplemente no es lo máximo para mí, tengo una posición neutral con respecto a ese tema.
Por otra parte, a mis dieciséis años de edad considero que sí he tenido suficiente práctica con la escritura, pues, además de escribir en nuestro idioma natal, el español, también lo he hecho en francés y en inglés.
Para empezar, obviamente desde pequeña primero empecé a escribir en español, por asignaturas escolares y también porque, cuando tenía como siete años, llevaba un diario personal. Incluso, hubo un tiempo en el cual me quise creer compositora de canciones, pero no resultó nada exitoso.
Por razones obvias ya no recuerdo el haber escrito algo de pequeña, excepto las largas planas que nos encargaban en nuestro último año de kínder y los primeros años de primaria. También recuerdo que en tercero y cuarto grados llevábamos un diario grupal, donde redactábamos nuestro día, y era llamado Diario viajero.
Al entrar a secundaria se dio lo que se podría considerar mi comienzo como escritora de textos más complejos. Recuerdo que en primero empecé a redactar en mi clase de Español composiciones sencillas, como cuentos o la biografía de un familiar. Al pasar a segundo grado fue aumentando la magnitud de los escritos, hasta llegar a tercero, donde elaboré diferentes artículos, como el de divulgación o el de opinión.
Cuando entré al Instituto Salvatierra también produje otros textos en mis clases de Taller de Comprensión Lectora y Taller de Lectura y Redacción, y en algunos casos en otras de mis materias, especialmente en Culture and Globalization 1 y 2, en la que escribí varios ensayos y párrafos académicos, los cuales eran en inglés. También he realizado algunos textos en mi clase de Francés. Pero con certeza puedo decir que prefiero leer a escribir, pues tardo mucho para transformar mis ideas en palabras.


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