lunes, 6 de agosto de 2018

Toda escritura forma parte de mí como persona



Miguel Ángel Fimbres Chon


Tengo dieciséis años, y aunque no he leído muchos libros y prefiero actuar y desarrollarme hablando que expresarme a través de la lectura, reconozco que esta es parte esencial de la vida diaria, así como como lo son comer, dormir e ir al baño, tanto así que para muchas personas es como respirar.
Cuando empecé a leer se remonta al año 2006. Leía los libros que me indicaban en la escuela y escribía cosas muy sencillas, ya que entonces no teníamos la habilidad de escribir correctamente (aunque aclaro que me falta mucho por aprender aún).
Mi interés por la lectura inició a los nueve años, cuando me gustaba mucho conocer acerca de la WWE (empresa de lucha libre de Estados Unidos) y me ponía a ver las curiosidades sobre esta, así como contenido exclusivo suyo.
El año siguiente y por fascinación por los videojuegos comencé a comprar, además de las revistas de la WWE, otras del Xbox 360. Pero mi principal objetivo no era leer, sino el disco de demos que contenían. Sin embargo, no desperdiciaba las revistas y me ponía a leerlas.
En la primaria leí muchos libros, pero desgraciadamente hoy no me acuerdo de ninguno de ellos. Puedo decir con sinceridad que no me gustó ninguno; sin embargo, debía hacerlo, porque me daban puntos extras a cambio.
Ya en secundaria empecé a saber más sobre la literatura, y entonces fue cuando leí mi primer libro en inglés: Ana Frank, que, aunque batallé bastante por la falta de nivel que tengo, fue de los libros que más me ha interesado e impactado.
En primer año también inicié con la lectura de El diario de Greg, que, aunque sea tan criticado por su nivel tan básico, también es de asombrarse por la habilidad del escritor Jeff Kinney por atrapar a ese público tan complicado que son los niños que apenas entran a la pubertad.
Por lo contrario, un título del que no entiendo para nada el éxito que ha alcanzado a lo largo de los años es el de Quiúbole, de Yordi Rosado y Gaby Vargas. Tal vez es simplemente el humor que maneja, que, lejos de darme risa, me estresaba, por el vocabulario que empleaba para intentar congeniar con los “shavos”. Pero sirve para que, en vez de que los padres expliquen a sus hijos sobre la educación sexual, se los diga el mismo libro.
Pasó el tiempo y algunas obras pasaron por mis ojos, y tal vez actualmente muchas de ellas se me harían interesantes; sin embargo, cosa que me disgusta o simplemente no me interesa prefiero olvidarla.
En segundo grado de secundaria fue cuando realmente empecé a escribir, hablar, ser y convertirme en lo que soy ahora. En el caso de la escritura y comprensión lectora aprendí mucho del profesor Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar, quien, aunque muy estricto y duro, es muy dedicado en su trabajo, y aprecio todo lo que aprendí en ese año, pues no podría haberme desarrollado sin él.
El texto que más elaboración requirió y mayor satisfacción me ha dado es el de la biografía de mi bisabuelo, que fusioné con la historia y los cambios que tuvo en aquella época Mexicali y lo que sucedió tanto en la ciudad como en la vida de mi antepasado. Siempre intento cada año como mínimo agregarle algo nuevo. He escrito muchas cosas, pero este es mi texto propio más apreciado.
Desafortunadamente no puedo hablar tan bien de los años siguientes, que, aunque han sido el tiempo cuando más he leído, me he dedicado mucho más a la actuación y a la expresión corporal.
En el Oxxo venden unos pequeños libros muy interesantes que se llaman ¿Lo sabía…?, que contienen curiosidades y datos que muchas veces me dejan con la boca abierta. De vez en cuando sigo comprando algunos de ellos, hasta el día de hoy.
En el último año de secundaria leí El anticristo, de Friedrich Nietzsche, con temas muy interesantes sobre la iglesia y de cómo las religiones utilizan la psicología para convencerte. En cada página me mantenía atento y congeniaba con el escritor en muchas cosas, así como también estaba en desacuerdo en muchas otras.
Iniciando la preparatoria igualmente empezaron mis clases de teatro, y en estas me pidieron leer Enterrado vivo, de Edgar Allan Poe, que narra sobre personas que fueron sepultadas con vida y expresaban cada uno de los sucesos que ocurrían en la historia. Enterrado vivo me marcó, pues pude presentar una obra, por así llamarla, auditiva, en la que trabajé los efectos del sonido de la naturaleza como de la misma lectura, con dificultades por el lenguaje que se utiliza en el relato.
Meses más tarde vino el montaje de Nunca dije que era una niña buena, de Gustavo Ott, en donde por primera vez en mi vida actué en un escenario, y no en las calles o en un pequeño salón. Me encantó la interacción que tenían todos los personajes dentro de la obra, y lo que me gustó aún más fue que me dejaran utilizar groserías, que hacían ver mucho más auténtica la representación.
La escuela no se quedaba atrás, y también leí el libro de Aladino en inglés, así como Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo, este último con una trama muy interesante, pues, a pesar de ser fuerte para algunos, se desarrolla de una manera amable y sencilla.
Otro fue Un mundo feliz, de Aldous Huxley, de temática futurista, que se basa de la creación en masa y las divisiones sociales marcadas desde el nacimiento, y de cómo todos estos son manipulados por sí mismos.
Para obtener un punto extra en la clase de TLR (Taller de Lectura y Redacción), leí un libro que se llama El fabricante de edades, del cual actualmente, con toda seguridad y sinceridad, puedo decir que es mi favorito, ya que es el único que ha logrado atraparme tanto. La historia tan simple pero compleja a la vez, hizo que se convirtiera en mi preferido.
Además de todos los cómics y mangas (cómics japoneses) que he leído a lo largo del tiempo, y aunque me faltaron bastantes obras en esta autobiografía, estos son los libros o títulos más importantes en mi vida. Asimismo, los textos de la escuela, el periódico (que lo llegué a leer algunas veces), revistas que de vez en cuando tomo cuando estoy aburrido o no hay internet.
No me sirve de nada agregar libros que no me gustaron, aburrieron o simplemente no los llego a entender, porque realmente no considero que se le pueda llamar lectura a algo que tu mente no está procesando y entendiendo. Es por eso que decidí incluir los que realmente me han servido en mi existencia.
Información, opinión, crítica, reseña, entrevista o cualquier cosa que pueda tener algo de escritura forma parte de mí como persona, ya sea de una fuente confiable o todo lo contrario. Lo importante es que cada vez me voy desarrollando más en mi escritura y lectura, que mayormente practico más en internet que en formatos físicos.

(Tercer semestre, 2017)


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