domingo, 26 de agosto de 2018

La aventura de leer y escribir




Todo empezó desde que supieron que ya venía en camino. Esa niña que ya tanto habían esperado. Mis padres decidieron escribir en algunos papeles mis posibles nombres, poniéndolos en un vaso, agitándolos y dejándolos volar libres. Fue entonces cuando uno cayó en mi vieja casa (el vientre de mi madre) y obtuve mi nombre.
Mis inicios en la lectura fueron algo nulos, me interesaban más en los dibujos. Creo que no era muy amante de lo intelectual, más bien de lo visual, atrayéndome más los libros de imagen. Recuerdo que me interesaba mucho en los dinosaurios. Eran fascinantes para mí, no podía creer que tales animales vivieron en nuestro planeta hace millones de años. Así que, como podrán suponer, tenía un libro sobre el tema, con bastante información. Pero lo que me llamaba la atención de esa obra era que mostraba la estatura del dinosaurio comparada con la del humano.

Primaria: libros “de bebés”
Siempre he sido alguien con mucha imaginación. Esto me llevó a interesarme un poco más en las historias, ya fuesen las que me contaban mis padres y mis abuelos o las que me hallaba en cuentos de hadas. Podía durar horas creando historias. Poco después, en kínder, aprendí a escribir y pude formar oraciones. En primero de primaria fue cuando por fin empecé a leer, pero, como estudiaba en Estados Unidos, no sabía más que lo que había aprendido en kínder, no era mucho. Eso hizo que me desinteresara bastante en la lectura y la escritura.
Pasaron los años y seguía igual: cada vez que miraba un libro lo evadía, para no podernos encontrar. Hasta que me cambié de escuela y me topé con un obstáculo para mí en ese entonces. Como parte de mi calificación final necesitaba leer cierta cantidad de libros, para así ganar puntos. Así que empezaba por lecturas de primer año, aunque ya estuviese en tercero. Mi madre siempre me decía que leyera, pero lo que yo quería hacer era todo, menos leer.
Esta dinámica de leer seguía conforme pasaban los años, y, como poco a poco me fui acabando los libros de bebés (por así decirlo), tuve que leer unos libros un poco más adecuados a mi edad. Fue ahí cuando descubrí uno de lo más encantador para mí: El diario de un niño en apuros. Tenía todo lo que a una niña de cuarto o quinto le podría interesar. Me identificaba bastante con este libro.
En quinto y sexto el resto fue historia. Leía por diversión, leía cuando me aburría, me gustaba. Me imaginaba cada palabra del libro y era como una película para mí.

Secundaria: escribir en español
Fueron mis mejores años como lectora y mis principios como escritora. En primero descubrí mis dos libros favoritos de la historia. Uno de ellos, El principito. Aunque lo había leído varias veces, descubrí que nunca me cansaba de leerlo; aparte, me enamoraba una y otra vez. El otro libro lo descubrí en esos años; fue escrito por mi autora favorita, Louis Duncan: Locked in Time.
En primero y en segundo hacía demasiados escritos. Dejaba volar mi imaginación y ponía mis pensamientos en papel. Era una sensación increíble. Incluso, llegué a crear una obra.
Tercero fue mucho más calmado con la escritura y la lectura. Pero representó un reto para mí, ya que fue mi primer año en el Instituto Salvatierra y mi primer año en México. Cambiar mis pensamientos a español fue difícil al principio; claro, sin mencionar también la lucha constante de escribir en este idioma. Pero sobreviví y lo pude superar.

Preparatoria: una nueva aventura
Primero y segundo semestres fueron un reto interesante, porque yo no solo estaba escribiendo y leyendo en inglés y español, sino también en francés. Pero lo logré y me encantó cada instante.
Ahora estoy más que lista para lo que viene. Estoy emocionada por esta nueva aventura que habrá para mí. de leer y escribir aún más.

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