Bruno Serrano Pérez
Se oye comentar que en el valle de Mexicali vivía una humilde familia, muy reconocida y respetada por la comunidad, constituida por dos padres campesinos y su hija. Eran dueños de muchos terrenos de agricultura. En la década de los sesenta los mexicalenses sufrieron un grave problema de contaminación, cuando Estados Unidos empezó a desfogar, a través del río Colorado y hacia México, sus aguas ya usadas. Esto causó que las tierras se llenaran de sales, lo que ocasionó grandes pérdidas en las cosechas.
Los propietarios de los terrenos quedaron sumamente enfurecidos, por lo que se juntaron para organizar una propuesta con el fin de reclamar por lo que estaba ocurriendo. Al día siguiente fueron a protestar a las afueras de la sede de los poderes estatales, ubicada en la avenida Obregón y calle Juan Carrillo.
Decidió venir a la ciudad toda la familia. Cuando se encontraban en la protesta la señora se empezó a alterar, pues había un gran número de personas jaloneándose y gritando. Al llegar a un punto en que no aguantó más, la mujer explotó, perdiendo el control de sus acciones, y sin más preámbulos fue detenida.
La encerraron ahí mismo, en la sede de los poderes estatales, en una de las celdas del sótano. A la noche siguiente se enteró de que su hija había fallecido. La señora, muy inquieta y desesperada, rondando alrededor de su prisión, suplicaba que por favor la dejaran salir, para ir a ver lo que estaba pasando. Después de tanto llanto logró tranquilizarse.
Horas más tarde el diablo decidió acercársele y hacer un pacto. Este consistía en que el espíritu de ella saliera y pudiera ya fuera meterse a otro cuerpo o solamente ser un alma viviente. Pero lo anterior solo duraría un día, lo cual le daría la oportunidad a la mujer de asistir al entierro de si hija.
Sin pensarlo dos veces ella decidió aceptar la propuesta y salió rápidamente, directo al sepelio de su hija. Al estar ahí no se pudo contener más y se dejó llevar por el llanto. Partida en dos, sabía que tenía que acostumbrarse, pues nunca más la volvería a ver.
Una vez terminado el funeral era hora de volver a la celda. Al regresar se encontraba con un estado de ánimo muy bajo. En eso, una fuerza maligna se le aproximó, poseyéndola, pues se dice que el diablo se las estaba cobrando. De repente los policías empezaron a escuchar ruidos extraños y a percibir un olor desagradable. Rápidamente bajaron al sótano y encontraron a la señora tirada en el suelo, sin vida. Se cuenta que la causa de su muerte habría sido el suicidio, y fue lo que más se llegó a creer, pues se consideraban que estaba pasando por un momento de un dolor muy grande por la pérdida de su hija.
En los años sesenta y setenta los jóvenes ya exigían mejores condiciones para su educación en las preparatorias y en la máxima casa de estudios. Esto llevó a que en 1977 los edificios de la sede de los poderes estatales se le otorgaran a la UABC, que convirtió el sótano en oficinas de la Radio Universidad y del Departamento Editorial.
Se ha llegado a escuchar que los trabajadores que hacen guardia han asegurado haberse encontrado a la mujer por las noches, deambulando por los pasillos con las mismas características de aquella señora.
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