Cuando era niña no me fascinaba leer. Digo, no era como si lo odiara,
pero no tenía una opinión exacta de la actividad de leer, hasta que empecé a
notar cómo mis hermanas mayores empezaron a hacerlo cada vez más y más, y me
pregunté: ¿Qué tiene de divertido? Y me empezó a dar curiosidad. Me acuerdo de
que estaba en quinto de primaria y tenía diez años, cuando quise a leer un
libro por mi propia cuenta por primera vez.
Era de noche, cuando no tenía nada que hacer y estaba muy aburrida,
y sabía que quería hacer algo; por una razón estaba ansiosa. Así que agarré un
libro de mis hermanas que se llama Lovesick,
que es el tercero de la saga de Ghostgirl.
Solo sabía la historia del primero porque me la habían contado mis hermanas;
pero, aparte de eso, no sabía nada. Pero igual no me importó y lo empecé a leer
y leer, y me gusto hacerlo, aunque cabe decir que no lo terminé, me faltaron
como diez o quizá quince páginas. No sé por qué no lo hice, pero nunca lo
retomé.
Entonces fue cuando supe que quería leer un libro que fuera mío,
quería comprar uno. Así que un día que mi familia y yo fuimos a Sanborns empecé a buscar libros que me
interesaran, y simplemente lo vi. La portada me atrajo inmediatamente, y sé que
lo importante de un libro es de lo que trata; pero en ese momento, aunque sí se
veía interesante la trama, la portada hizo que me llevara a casa El circo de la noche, de Erin
Morgenstern.
Después en sexto de primaria, cuando tenía once años, descubrí
algo que se llamaban fanfics, que son básicamente novelas donde salen
artistas que te gusten que escriban las fans. La idea es poder leer mil distintas historias donde uno de los
protagonistas es alguien que tú admiras, aprecias y te importa, donde la
historia puede ser alterna a la vida real y es un completo diferente contexto
donde se narra. En fin, de esas leí centenares, de distintos artistas.
Esto me inspiró a escribir un cuento de ciencia ficción que se
llama “¿Existe la perfección?” –que nos encargaron en la materia de Español en
primero de secundaria–, donde uno de los protagonistas es uno de una banda que
me gusta; pero, afortunadamente, nadie lo notó. Esa fue la primera vez que
escribí algo y lo disfruté. Claro, hubo ocasiones en la primaria cuando tuve
que escribir algo: un cuento, autobiografía, pero nomás lo hacía porque era para
la escuela. Aunque esta vez también lo fue, pero entonces me di cuenta de que
escribir era algo que me gustaba hacer.
También después escribí un poema que titulé “El país de las
mentiras”, del que creo recordar ocho estrofas. Me gustaba escribir cada vez más.
En ese año leí más libros, como Divergente,
de la saga del mismo nombre de Verónica
Roth; Pregúntale a Alicia, el cual es
de autor anónimo; Y por eso rompimos,
de Daniel Handler, y un libro que casi todos leyeron: Bajo la misma estrella, de John Green. Todos me gustaron mucho y me
encantó haberlos leído.
En segundo de secundaria escribí más textos, porque en la materia
de Español, cada vez que terminábamos un proyecto –el cual era como cada mes–,
escribíamos un cuento o poema, más lo que ya habíamos escrito, que era el
proyecto. Esta dinámica me gustaba bastante, porque era evidente que
escribíamos mucho cada mes. Aunque había meses en que juraba que no tenía nada
de inspiración y no tenía idea de qué escribir, pero después ya se me venía
algo a la cabeza. Lo que más me gustaba crear eran poemas y cuentos.
Los que más me disfruté escribir fueron: un cuento llamado “La
muerte de mi amigo”; una modificación que hice al cuento original de Cenicienta,
que titulé “La dama de polvo y ceniza”; un poema titulado “Un montón de chicas
bonitas”; otro cuento que escribí en segunda persona y del cual sinceramente no
recuerdo su nombre; otro poema llamado “Cómo se puede olvidar”; un cuento
histórico: “Ser alguien”, y un ensayo que se titula “La importancia de las
caricaturas periodísticas” .
En ese año también leí el segundo libro de la saga de Divergente, el cual es Insurgente;
dos obras que me encargaron leer en la clase de Ética, los cuales fueron El principito, de Antoine de Saint-Exupèry, y Ética para
Amador, de Fernando Savater, que me gustaron bastante. Y, por último, debo
mencionar al profe Carlos, que nos dio una antología de poesía llamada Todos los amores, la cual leíamos y
analizábamos cada los viernes.
En tercer año de secundaria no
escribí tanto como hubiera querido, pero sí produje algunos textos, como un
ensayo, un poema que titulé “7 de febrero” –porque esa fue la fecha cuando lo
escribí– y un cuento al cual le puse como título “Experimento A”, todos sobre
el mismo tema: ¿qué es el amor?. Esos trabajos los hice para Español. Y terminé
escribiendo oficialmente mi ensayo, igualmente llamado “¿Qué es el amor?”. No
tan original, ahora que lo veo. Además, redacté otros ensayos, uno de ellos
titulado “Congelación de óvulos, ¿la mejor opción?”. Escribí otros dos para la
clase de Historia: “Una nación ideal, ¿algo inalcanzable para México?” y “En
otra realidad, o quizá, la misma historia”. En la clase de Historia cabe decir
que escribíamos bastante también: cuentos, cartas, etcétera. Y por último elaboré
mi autobiografía.
En ese año no leí demasiado, para ser sincera. Pero por fin
terminé la saga de Divergente, leyendo el libro Leal; además, leí el libro Ciudades
de papel, de John Green. En Español nos encargaron la lectura de El lazarillo de Tormes, de autor anónimo,
el cual primero se me hizo tedioso, pero al final me gustó. También nos
encargaron leer otro libro, pero esta vez para la clase de Historia: el de El Periquillo sarniento, de José Joaquín
Fernández de Lizardi, el
cual estuvo entretenido. Y Un beso en París,
de Stephanie Perkins.
Ya cuando entré a prepa no tenía Español, pero sí dos clases
relacionadas con esa materia: Taller de Comprensión Lectora y Taller de Lectura
y Redacción. En las dos leíamos y escribíamos cuentos u otros textos, pero
donde escribíamos más era en la clase del profesor Carlos. Con él escribimos
varios comentarios de diferentes textos, como videos, poemas, cuentos, etcétera.
El primero que redactamos fue sobre nuestras expectativas de la preparatoria,
que titulé “Esperanzas,posibilidades, temores, perspectivas, inquietudes, probabilidades”. Otro texto
que me gustó mucho escribirlo fue un relato ficticio basado en el cuento “Pedro
y el hilo mágico”, de Robin Sharma; consiste en unas cartas y le puse el nombre
de “El hilo de mi vida”.
En la clase de la profesora Marcela escribimos también textos. Los
que más recuerdo, y me gustaron, son un cuento que titulé “Tic Toc” –sobre una
niña con trastorno obsesivo compulsivo–, unas cartas de petición y los mejores
recuerdos que teníamos de la secundaria.
En prepa he leído bastante, por un programa que se llama “Lectura
por Puntos”, el cual consiste en leer una obra con un valor de un punto o medio
punto; después se te hace una entrevista de lo leído y ya te otorgan el punto
extra. Esto me gusta mucho, porque solo por hacer algo que me agrada me dan
algo a cambio, que aumentará mi calificación en buena medida. Lo hice en cada
periodo de estos dos semestres que acaban de pasar.
El primero fue Cartas desde
el interior, de John Marsden. En ese periodo también leí una novela que nos
encargó el profesor Báez, el cual fue Aristóteles
y Dante descubren los secretos del universo, de Benjamín Alire Sáenz, lo
cual agradezco mucho, porque la amé tanto que la leí en un día. El segundo fue Silencio, de Laurie H. Anderson; y en
inglés también leí una compilación de tres historias, pero no recuerdo su
título.
En el segundo periodo también me encargaron leer, pero esta vez
fue el profesor Franco: Un mundo feliz,
de Aldous Huxley. En el tercer periodo no nos encargaron ninguna lectura, pero
seguí en el programa de puntos, así que leí Lucas,
de Kevin Brooks, y en inglés una versión muy corta de Frankenstein, de Mary Shelley. Por ultimo, en ese semestre leí El alquimista, de Paulo Coelho, solo por
propio gusto.
En segundo semestre empecé con El
despertar de la mariposa, de Mary E. Pearson, y en inglés decidí iniciar a
leer la saga de Harry Potter, de J.K. Rowling. Así que en ese periodo leí el primero, que es Harry Potter y la piedra filosofal. En
el segundo periodo no encontré títulos que me interesaran con el valor de un
punto, así que leí dos de punto y medio: La
niña, el corazón y la casa, de María Teresa Andruetto, y Dinky rojo sangre, de Marie-Aude Murail;
en inglés seguí con la lectura de Harry Potter, a través de Harry Potter y la cámara secreta. En el último
periodo me recomendaron otro, así que lo leí: Una visita inesperada, de Sonya Hartnett; en inglés leí Harry Potter y el prisionero de Azkaban.
Para finalizar, mi más reciente texto es esta mismísima
autobiografía de todo lo que he escrito y he leído en mi vida.
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