lunes, 6 de agosto de 2018

Integración por partes


Berenice Elizabeth Moreno Ceja


En una integración por partes, el primer paso a seguir es elegir entre u y dv.
Tal era el caso de Florencia, una mujer con una distinguida mezcla de rasgos: pupilas la mayor parte del tiempo dilatadas, cuya exaltación era envuelta por ojos castaños y que, según ella, se debían a su prematura adicción al café; piel con falta de melanina, pero con arrugas de sobra; cabello encrespado por demasiados tratamientos para contrarrestar el paso de la edad, y una delicada sonrisa dibujada por el contorno de sus finos labios.
Luego de la muerte de su marido y su pronta resignación a engendrar, dedicó la vida entera a las matemáticas. Ella siempre comparaba la existencia humana con el conocimiento puramente complejo y calculador, característico de esta ciencia.
―Siempre hay que saber qué se despeja para encontrar el valor de la variable ―recalcaba frecuentemente a sus metódicas y anticuadas amigas, descritas así por ella.
Florencia también se declaraba una gran filósofa, aunque su entendimiento apenas lograba diferenciar el mundo sensible del inteligible.
―El mundo de las ideas es intangible, ya que no se puede distinguir con los sentidos ―volvía a recalcar a sus amigas―. Cada ser es una idea.
Y así fue: ella era una simple idea. Una idea mortal, efímera, surgida del conocimiento, que muy pronto volvería al mundo de las calculadoras y filosóficas ideas. Ese, su fin, ya llegaría.
El carnaval en su natal Barranquilla se realizaría pronto. A pesar de no apreciar mucho el baile y los disfraces, solía ir a presenciar el acto del rey Momo representado por un vejete, aunque repudiaba el hecho de que éste recibiera las llaves de la ciudad sólo por interpretar a un tipo rechoncho y sin gracia. Además, este evento le recordaba a Lorenzo, su marido, pues fue precisamente durante uno de estos carnavales cuando lo apreció por última ocasión.
El primer día comenzó con la típica danza para recibir a dicho personaje, y ahí estaba Florencia, sintiendo el sol que emanaba unos veintisiete grados Celsius sobre su cabeza, el sudor que escurría por su rostro y el viento a cinco kilómetros por hora. Portaba el vestido que le regaló su hombre en uno de sus cumpleaños, que sabrá Dios cuál de tantos había sido, cuya descripción en palabras propias era: “una prenda sencilla, pero representativa, repleta de flores y encajes, nada más”.
Los efusivos vítores y el fatídico escándalo hicieron que la viuda se exasperara y caminara un gran tramo, sin saber hacia dónde dirigirse.
“No importa el método, sino el camino. El fin justifica los medios, algo he de encontrarme”.
Y, efectivamente, así fue. Luego de caminar por dos kilómetros llegó hasta la estatua del Joe Arroyo, figura simbólica de la música tropical de la región. La escultura parecía mirarla, logrando así captar su atención.
“Barranquilla hermosa, yo te canto ahora…”, entonaba ella, mientras su vestido se movía al ritmo del viento.
Tanta era la lobreguez en ese momento, que no se había percatado de una mancha en su zapato izquierdo, hasta que sintió algo que no la dejaba taconear. La mancha era de un tono rojo muy vivo, como si llevara apenas unos pocos segundos en ese lugar.
“Sangre…”.
Esta era la función original.
De acuerdo a los noticieros regionales, en ese sitio había ocurrido el asesinato de un hombre joven, de corta estatura, ojos almendrados y cabello rizo, lo cual llamó la atención de Florencia, pues cumplía con las mismas características de su eterno amado, incluso el peculiar lunar en forma de media luna. Todo parecía indicar que se trataba del mismo hombre, a excepción de una considerable diferencia: Lorenzo había fallecido ocho años antes. Esto no podría tratarse de una simple coincidencia.
El suceso debía resolverse, y la mejor manera para hacerlo era con el método cartesiano: análisis, síntesis y enumeración. De aquí surgieron u y dv.
El segundo paso, luego de elegir, era derivar e integrar, sucesivamente. Florencia derivó sus temores e integró el tipo de angustia descrita por Sartre en una de sus obras existencialistas. Sacó todos los enseres de Lorenzo del armario, todos sus zapatos rotos, sus perfumes de imitación barata y sus cinturones también de imitación, pero no tan barata.
u = temores; du = seguridad
dv = angustia; v = hacer
Una vez realizado el segundo paso, era necesario sustituir los valores de u, dv, du y v en la fórmula:
∫temores•angustia dx=temores • hacer-∫hacer•se-guridad
Florencia, por primera vez, no sabía cómo realizar la integración por partes. No sabía si podría resolverla también por sustitución o inventarse la manera de conseguirlo, pues era mucho más fácil integrar y derivar con variables que en la vida real.
Recordó entonces el último carnaval al que habían acudido ella y su marido. Esa vez el rey Momo no era tan gordo como el de años anteriores, pero sí lucía más viejo que cualquier otro. Tenía una barba muy espesa y la caspa caía de su cabello como la lluvia en los días de octubre. Fue a lo único a lo que le prestó atención.
Lo último que recordaba era ver a Lorenzo tirado en el suelo con mucha sangre a su alrededor.
No sabía qué más hacer, qué más pensar. Todo se veía muy sombrío, muy engañoso, pero “tal vez se debía a la edad”.
Buscó en sus libros de estudio, buscó y rebuscó. Recordó las integrales trigonométricas que nunca entendió ni quiso entender, y recordó también la existencia de las integrales cíclicas. Su integral, entonces, podría tratarse de una de ellas.
“No importa que sea lo último que haga, pero tengo que saber qué está pasando…”.
Concluyó que no era una integral trigonométrica, ni mucho menos cíclica.
Pasó muchas noches sin dormir bien, por lo que sus patas de gallo se convirtieron en patas de avestruz, su cabello maltratado se asimilaba a un estropajo y sus uñas estaban carcomidas hasta la lúnula. Cualquier persona que la hubiera visto en ese estado habría dicho que estaba loca. Por eso no salió de su casa ni siquiera para tomar el sol por los siguientes meses.
Su vida parecía menguar, ya no estaba interesada por leer a Platón o Aristóteles, ni siquiera a Nietzsche. Solo se enfocaba en el caso de su marido. ¿Por qué había un joven con el mismo aspecto que Lorenzo? ¿Había él tenido un hijo antes de unir su vida a la de ella?
El momento llegó, la función ya había sido integrada:
∫temores•angustia dx=temores • hacer-angus-tia•seguridad
Esta significaba que “los temores se vencen cuando se enfrentan, y al resultado se le resta la angustia vencida multiplicada por la seguridad”.
Sinceramente, eso no tenía sentido alguno para Florencia, quien luego de pasar dos meses, tres semanas y cinco días encerrada y condenando a todos sus vecinos y amigos, no lograba entender la integral. Tal vez la había enunciado mal, o tal vez había sido simplemente un signo mal colocado ―lo que siempre le pasaba en sus clases.
Tomó el transporte de la línea R50 con la integración incomprendida entre sus manos y fue hasta la estatua del Joe Arroyo nuevamente. Ubicó el lugar exacto en donde se había encontrado la mancha y se quedó ahí por un momento, observando la figura enervante a contraluz del alumbrado público. Parecía estar nuevamente en el carnaval: se escuchaban aplausos, música y se distinguían demasiadas luces. Se sentía joven, las imperfecciones en sus manos iban desvaneciéndose, al igual que las arrugas. Ya no se tambaleaba en una pierna, ni se le aminoraba la respiración.
Su esposo, con quince años menos antes de morir, se apareció ante ella.
―¡Fuiste tú, miserable! ―decía, mientras se le aproximaba amenazante con un cuchillo.
―¿Qué? ¿Yo qué?
A punto de ser acuchillada por Lorenzo, Florencia tomó una piedra y lo golpeó fuertemente hasta ocasionarle una grave herida en la cabeza, dejándolo inconsciente.
De repente, se escuchó la voz de alguien que cantaba: “Barranquilla hermosa, yo te canto ahora…”, y sus pasos se percibían cada vez más cerca. Golpeó y golpeó a Lorenzo hasta dejarlo sin vida y salió corriendo antes de ser descubierta, abandonando el cuerpo lleno de sangre a los pies de Joe Arroyo.
“El fin justifica los medios”.
Fue entonces cuando comprendió que todo seguiría repitiéndose: se trataba de una integral cíclica.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario